Capítulo III, "El Coliseo".
Eran cerca de las una y media de la madrugada cuando el General Horan y su tropa volvían del desastre que habían hecho, ni uno herido gravemente, uno que otro con heridas menores. Pero como siempre, Horan estaba intacto. Tal vez un poco sucio por el polvo que se había levantado por el desorden, pero además de eso, estaba bien. Si hablábamos de lo físico, porque si decíamos algo de lo psicológico, no podríamos opinar igual. Estaba machacado por dentro, horrorizado, pero aún así, no lo demostraba, actuaba como si fuera algo normal, algunas personas se atrevían a decir que no le importaba el asunto. Pero era todo lo contrario, él era de los más afectados.
Marchando desde la escuela hasta el palacio presidencial, los cuarenta y nueve soldados, «sin contar a Niall, ya que él era el General y no un simple soldado», se encontraban agotados. Todos en sus respectivas filas, no habían perdido el orden en el que se presentaron al General. Su postura era tan rígida como lo era en la mañana, pareciendo que no habían trabajado mucho, pero más de uno estaba a punto de caer por la fatiga.
Siempre, claro, con sus caras serias y aburridas. Pareciera como si a todos les hubieran extirpado el alma, para dejar sus órganos, y huesos funcionar a carne viva, sin emociones, sin recuerdos, ni nada. Su interior era gris, sin demostrar alguna cosa, no brillante como el blanco, ni oscura como el negro. Un punto intermedio al que llamaba gris.
Al llegar al palacio, cada hombre se fue esfumando en cada camino, uno que otro iba a la prisión a ver a los hombres que estaban tras las rejas «algunos soldados iban a inspeccionar a los prisioneros, otros simplemente querían ir a burlarse de ellos de una manera vil y cruel», otros se marchaban a su hogar, otros se dirigían al comedor a charlar un rato o simplemente dirigir su cena. Pero Niall, como siempre después de cada misión tenía que ir a hablar con Ruggler, para darle la información de todo lo que pasó en la respectiva misión. Claro, Niall no iría allí por su cuenta, odiaba esta parte de su trabajo, odiaba hablar con Ruggler. Su voz era como si las largas uñas de una mujer atravesaran un pizarrón de tiza, no es que fuera chillona, pero por el simple hecho de ser de él le molestaba un montón.
¿Qué digo?, Niall odiaba su trabajo por el simple hecho de que Ruggler estaba ahí, observando cada uno de sus movimientos y cada equivocación, para después, transformarla en un duro castigo. Pareciera como si Ruggler buscara detalladamente alguna razón para azotar a Niall, y cuando no las encontraba, inventaba una. Pero el rubio era mucho más fuerte, tanto física como emocionalmente.
Cuando el último soldado se fue de la vista del General, él paró de marchar y comenzó a caminar normalmente, como cualquier otro ciudadano. Niall ya estaba cansado de hacer el ridículo con todas esas marchas y los gritos hacia sus soldados. Marchar no les hacía más fuertes a cualquier otro hombre. Lamentablemente no podía hacer nada para cambiar las reglas que Ruggler había propuesto, claro, ni siquiera propuesto. Las había dicho y la gente que estaba de acuerdo con ellas, bien por eso y los demás tenían que obedecer a duras penas. Algunas hasta se iban a la guillotina.
Niall era del segundo grupo, pero disimulaba lo suficientemente bien como para que no le mandaran a matar.
—Señor — Niall entró al cuarto del Presidente sin dar aviso, algo que no le gustaba a Ruggler, muchas veces le había reclamado por ello, que era una falta de respeto no tocar, pero el rubio no estaba dispuesto a seguir sus órdenes —He venido a dar el informe de el día — dijo, Ruggler hizo una seña de que Niall podía tomar asiento, porque, si alguien lo hacia sin su permiso Ruggler lo enviaba directo a los azotes, porque era otra de las "falta de respeto", en su opinión. Niall tomó asiento al otro lado del escritorio, cara a cara con el dictador. Sin temor de que el hombre frente suyo sea el mismo demonio.
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Guerra Fría » Narry Storan
FanficDos bandos, zafiros y esmeraldas, la derecha contra la izquierda. Y un sólo amor. ¿Quién reirá al final de esta historia, o mejor dicho, quién logrará sobrevivirla?. © Historia terminada y en proceso de edición.