Antonella.[EDITADO]

65 9 8
                                    

-Querido amor.

Vale te contaré lo que pasó durante mi estancia en la tarde trabajando con tía Marie en su tienda.

Llegué 5 minutos tarde, de la hora en la que mi tía me había citado, me encontraba pensando en el regaño que seguramente me daría, cuando llegué, ya había comido y me estaba mirando con cara de desaprobación, por mi tardanza.

-Sabes Antonella, uno de los principios de un buen trabajador es el ser puntual, de ahora en adelante te indemnizaré cada vez que llegues tarde jovencita.

-Vale tía, lo sé, una disculpa, pero, por favor no me llames Antonella.

- ¿Por qué?, ¿Acaso no es tú nombre?, querida, Josefa Antonella Brown.

-Ahh, pero claro que lo es y no me gusta, papá solía decirme así cuando estaba enojado y por eso no me agrada recordarlo.

-Sigue siendo un nombre bonito.

Sabes qué, atiende un momento mientras te traigo algo de comer, como llegaste tarde creí que no vendrías y no te guarde comida, ¿algo que quieras degustar en especial?

-Vale tía aquí estaré. Pues, me gustaría una hamburguesa.

Durante el tiempo de ausencia que tuvo mi tía, atendí a varias personas, hoy era quincena por lo que el día era movido, todos llegaban a las tiendas a gastar su dinero.


Estaba centrada colocando unos precios que no noté la llegada de un chico en particular.

-Buenas tardes, señorita.

-Buenas tardes, a la orden. ¿En qué te puedo colaborar?

-Con darme tu número estaría bien.

Rápidamente levanté la mirada y me topé con unos ojos oscuros rasgados y pestañas largas, era unas de las miradas más cautivadoras que había visto en toda mi vida y aquellos ojos provenían de un chico alto, con condición atlética y manos llenas de venas, eso lo noté cuando me ofreció un papel en donde decía lo que buscaba verdaderamente de la tienda.

Te encantó ¿no?

Shhhh. Ya no pensamos en eso.

-Mmm, tenemos lo que necesita.

Y le ofrecí una sonrisa encantadora, ocultando mi repentina fascinación.

-Qué bueno, ¿me permites conocer tu nombre?

-Mucho gusto, Josefa Antonella.

-El gusto es mío, señorita Antonella, me llamo Sebastyan.

- ¿Trabajas aquí diario?

-Solo en las tardes, mi tía se encarga del resto del día, este es tan solo una actividad extracurricular de la cual le saco beneficios lucrativos.

- ¿Tu tía es la señora Marie?

-Ajam. Mira aquí tienes, serían 5 dólares.

Cuando me ofreció el dinero, pude detallar más su mano, que en lo personal me pareció muy atractiva; masculina, áspera y suave, aunque también noté el olor que tenía su colonia al acercarme, simplemente, era "embriagante".
Propia de un hombre, le recibí el dinero y le di su cambio, al despedirse me mandó un beso y me ofreció una grata sonrisa.

Ugh, que desagradable, me estresan los chicos coquetos, o mejor conocidos como engreídos.

Si claro, eso lo dices ahora porque pronto te va a encantar.

Tu cállate conciencia.

Luego de unos 30 minutos, llegó la tía Marie con una hamburguesa de pollo, que devoré rápidamente y luego de eso seguí atendiendo, así fue hasta la noche, me devolví a casa y fui a dormir, al otro día debía madrugar.

Si te soy sincera, Sebastyan me pareció interesante.

Josefa.

CARTAS AL AMOR.[EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora