CAPÍTULO IV

3 1 0
                                    

Era incapaz de conciliar el sueño, ni siquiera se lo planteaba, de hecho. Sacó su portátil y se sentó en la cama, con todas las mantas que pudo echarse encima. Buscó todas las bibliotecas y librerías que había en aquella ciudad; las recorrería todas si era necesario hasta dar con algo de información que pudiera servirla.Mientras se hacía de día, lo único que podía hacer era buscar en internet, aunque ella era más tradicional, esa clase de persona que recurría antes a un libro, aunque le llevase todo el día encontrarlo. En la pantalla de su portátil aparecía una lista infinita de imágenes e ilustraciones de que lo que se suponía que era una banshee, pero todo eso no existía, claro que, los demonios tampoco...La chica examinó sus manos y algunas facciones de su cara, asustada ante aquellas imágenes que supuestamente la describían como criatura, pero pensó que no era posible, aquellas figuras no tenían nada que ver con ella. 

Con el primer rayo de sol ya estaba vestida, había estado un buen rato mirándose al espejo al salir de la ducha, examinando su cara por si se le había escapado algo que ella desconocía, pero aparentemente seguía siendo exactamente igual. Se secó el pelo lo más rápido que pudo y lo guardó en un gorro de lana negro con un gran y suave borlón; se puso un abrigo que le llegaba hasta las rodillas y una pequeña mochila por si encontraba lo que buscaba. Atravesó los jardines de la residencia en dos minutos y salió a la calle principal. No llevaba ni diez metros recorridos cuando divisó una moto negra al final de la calle en la que, en otras circunstancias ni habría reparado, pero continuó andando. A medida que se iba acercando observó como el conductor se bajó y se quitó el casco, dejándolo apoyado encima del asiento. Era Jordan. 

Se encontró con una mezcla de sentimientos, entre descanso al saber que era él y por otra parte, creía estar al borde de un ataque de ansiedad. ¿Era casualidad que estuviese ahí o es que tenía algún tipo de poder que le decía dónde estaba? 

- ¿No tienes casa Jordan? Pensé que en llegar del infierno tardarías algo más que... cinco horas. – le preguntó con un sarcasmo que pareció divertirle. -¿Qué haces aquí? ¿Te has quedado montando guardia hasta que saliera a la calle?-volvió a preguntar, esta vez sin una pizca de ironía en su voz. 

- Te diré, Maddison, que el infierno está mucho más cerca de lo que crees y no, no he montado guardia, tuve un presentimiento y aquí estoy. ¿A dónde vamos? – preguntó mientras seguía apoyado en la preciosa moto. 

A Maddie se le agolparon las preguntas mientras miraba fijamente a Jordan, sin saber bien por dónde empezar. Iba decirle que no iría a ninguna parte con él, pero estaba claro que le necesitaba para aclarar todas las dudas que tenía. 

-¿Cuántos más hay como tú por ahí sueltos? Y si eres un demonio ¿no deberías, no sé, hacer cosas de demonio? No pasearte por conciertos y en moto por las residencias universitarias. 

- ¿Cosas de demonio? No sé bien que concepto tienes de un demonio, pero tenemos vidas normales. Algunos tienen trabajos, otros estudian en la Universidad, algunos tienen familias... Tú eres una banshee y vas a la Universidad ¿no?, pues el resto de criaturas de este mundo hacen lo mismo. – le respondió Jordan con media sonrisa y los brazos cruzados por encima del pecho. 

 - Espera, como qué "resto de criaturas" ¿hay más cosas?, cómo es posible que la gente no lo sepa, esto es de locos. – y mientras lo decía, más como un susurro, se llevó una mano a la sien, lo que en ella era síntoma de que una jaqueca estaba a punto de llegar. 

- ¿Desde hace cuánto tiempo tienes dolores de cabeza? – le preguntó con un gesto que parecía preocupación. 

- ¿Y tú? ¿Tienes un trabajo? ¿O una familia a la que incordiar? – bramó mientras se presionaba la sien con la palma de la mano. 

Una tumba de tierra y sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora