CAPÍTULO XV

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Sin saber a qué podía referirse, ambos salieron de aquella última calle y ante ellos un interminable muro de piedra sobre el que habían colocado estacas de madera a modo de picas, con cabezas clavadas de diferentes criaturas. El olor era insoportable, pero Maddie no cedió ante aquello. Intentó aguantar la respiración todo lo que pudo hasta haber cruzado aquel muro. Cuanto más se acercaban a aquella grieta más cadáveres se amontonaban en la entrada. Aquello no tenía nombre, no había mente que pudiera soportarlo y cuando estuvo al borde del colapso Jordan rozó su mano, un leve roce de sus dedos y le dijo: 

- Aguanta. 

En la misma entrada los gritos eran ensordecedores, un demonio clavado en la pared del muro estaba siendo despellejado por una extraña criatura, de la cual apenas podía ver su aspecto por toda la sangre que acumulaba encima. Atravesaron la grieta y Maddie se chocó con la misma imagen que tuvo al entrar en el loft de Jordan, allí dentro era todo mármol negro, brillante y reluciente. No se oía ni un solo grito, no había ni una sola gota de sangre y sobre todo, no olía a nada que estuviera pudriéndose, lo cual agradeció. No sabía cuánto tiempo más habría podido aguantar. Al fondo de aquel pasillo se levantaban dos grandes puertas talladas en madera, con unos relieves que no le dio tiempo a ver detenidamente pero que parecían representar una batalla con criaturas aladas. En la puerta aguardaba un demonio de pequeño tamaño, descalzo y con cadenas en los pies que hizo una reverencia ante la presencia de Jordan. 

- Mi señor Belial... - dijo aquella criatura. 

- Abre, inútil. – dijo casi gritando. 

El demonio empujó una de las pesadas puertas hasta que pudieron entrar y antes de cerrarla mostro de nuevo sus respetos. Ante ellos se abría lo que parecía un comedor o una sala para reuniones de dimensiones desproporcionadas con una especie de altar al final de la estancia. Con el sonido de aquella puerta al cerrarse, todos los demonios que había en la sala se giraron y les abrieron paso hasta llegar a aquel lugar elevado. Lo que allí había era un trono, hecho únicamente de huesos que parecían humanos. Sentado sobre él un hombre joven, de una edad parecida a la de Jordan, pensó ella, pero tan solo con verlo ya supo que ambos eran totalmente diferentes.El hombre tenía el pelo recogido en un moño, muy parecido al de Maddison, algo despeinado, pero muy sexy. Era de complexión atlética y parecía muy fuerte. Estaba sentado con las piernas abiertas mirando fijamente a las dos criaturas que se acercaban a él con el paso bastante ligero. A medida que acortaban la distancia entre ellos, Maddie pudo fijarse en algunos detalles más, como su impecable ropa negra o su barba perfectamente cuidada. La elegancia en el parecía algo natural, sus movimientos eran gráciles y su aspecto no infundía temor alguno, por el momento. A su izquierda reconoció a uno de los demonios de la noche que estaban en el hostal de Newcastle, de pie y encadenado a la pared de piedra. Unos pasos por delante se encontraba otra de las criaturas que la habían estado buscando, atado con unas cadenas que bajaban directamente desde el altísimo techo de piedra. 

- Un regalo para ti, Belial y para nuestra invitada. – le dijo aquel hombre a Jordan. 

Supuso que se trataba de Luc, pero continuó sin decir una sola palabra. Cuando llegaron al lugar dondeestaba, miró fijamente a la chica, la examinó de arriba abajo y luego pasó su mirada a Jordan. Se levantó de su trono y bajó dos escalones de aquel mármol sin un ápice de suciedad hasta colocarse frente al demonio. Jordan giró la cabeza, dirigiéndose a todos lo que estaban presentes en aquella sala. 

- ¡LARGO! – gritó con aquella voz que Maddie apenas reconocía y resonó en todas partes. Fue entonces, cuando no quedaba nadie en aquel lugar, cuando ambos se fundieron en un gran abrazo. 

- Hermano, ¿estás bien?- le preguntó a Jordan. 

- Sí, se nos ha complicado un poco. Te pondremos al día. Te presento a Maddison. Él es Luc. – le dijo mirando a la chica. 

Una tumba de tierra y sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora