CAPÍTULO XVI

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La enorme mesa que había en la planta inferior de aquel lugar estaba cubierta por pilas de libros, documentos antiguos y algunos artefactos y armas que Maddie prefería no tocar.        

- ¿Qué pasará si me coge? – preguntó sacando a ambos demonios de su búsqueda incesante de cualquier cosa que evitara la muerte inminente de todo ser y criatura que respiraba. 

- Que la oscuridad devorará este mundo. Necesita poder suficiente para desatarla pero con unos dones como los tuyos, no tendríamos opciones. Tenemos que actuar rápido, si aún es débil quizás solo tengamos una oportunidad. – explicó Luc. 

- ¿Se le puede matar?- preguntó de nuevo. 

- No lo creo. Con suerte podremos atraparlo y devolverlo al sitio del que ha salido. Ese tipo de criaturas son anteriores a todos nosotros. 

Jordan seguía inmerso en uno de los textos, hasta que, con el ceño fruncido, levantó la cabeza y los miró. 

- ¿Luc, has visto la niebla que acompaña a Maddie cuando se transforma?- preguntó mientras le miraba. 

- ¿En qué piensas?- le preguntó. 

- Ninguna de las banshees que hemos conocido tenía ese poder. Parece más una... 

- Una bruja. – le interrumpió Luc. 

- ¿Cómo?- preguntó la chica, incrédula. 

- No sé cómo puede ser posible, pero si lo es, si tienes parte de bruja... 

- No puede ser. Ese tipo de híbridos no ha existido nunca, Jordan. Nunca he visto nada así. – le dijo Luc. 

- Tampoco una banshee con varios dones. – dijo mientras la señalaba. 

- Pero qué coño es todo esto. – maldijo Luc mientras se sentaba en una de las sillas. 

 Horas más tarde, a todos les rugía el estómago. No habían parado de buscar en aquellos libros ni un solo segundo. Jordan llevaba un buen rato en la pequeña cocina cuando Maddie se acercó. Había preparado varios platos con un aspecto delicioso y se le hizo la boca agua nada más olerlos. Le parecía irritante que se le diera bien todo lo que hacía y además fuese un dichoso príncipe al que todos temían fuera de aquel muro. 

- ¿Te puedo ayudar en algo?- le preguntó. 

- Ya casi está. Ve a sentarte. – le dijo acercándose a su boca. – Lo arreglaremos. – y la besó. 

- ¿Y si no tiene arreglo?- preguntó ella. 

- Entonces te esconderé donde no puedan encontrarte. – respondió con su frente pegada a la de ella. No dejaré que te encuentre. Nunca. 

Maddie tan sólo pudo asentir. La idea de que sus poderes cayeran en manos de una criatura como esa le revolvía el estómago y notaba como la bilis subía por su garganta. Sería el fin de todas las cosas que conocía y amaba. No estaba dispuesta a sacrificar lo poco que le quedaba en la vida, las únicas cosas que seguían en pie después de tantos años de temblores. Se sentaban a la mesa cuando la puerta se abrió de golpe, como si una ráfaga de viento hubiera azotado la madera. Sin necesidad de tocarla para abrirla, entró una mujer, de una edad considerable, Maddie pensó que tendría unos setenta años. Todo su cabello era canoso, recogido en una larga trenza que caía por su espalda. Al hombro llevaba una bolsa de tela de la que sobresalían algunas plantas. 

- Si esa comida la ha hecho Luc, ya podéis tirarla.- dijo aquella mujer mientras atravesaba la estancia. 

- Ha sido Jordan. Yo habría incendiado la cocina, Melina. – dijo mientras ambos demonios se reían. 

Una tumba de tierra y sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora