CAPÍTULO V

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Maddie se acomodó en la butaca, esperando recibir aquella cascada de información que el demonio iba a volcar sobre ella como un jarro de agua fría. 

- ¿Qué eres exactamente? – preguntó con las manos entrelazadas sobre la mesa, esperando la respuesta. 

- Soy un demonio Serafín. Los Serafines éramos la mano derecha de Dios antes de la caída. Después de eso, bueno, digamos que ahora soy una extensión del jefe que hay ahí abajo. – respondió mientras señalaba con el dedo índice hacia el suelo. 

- ¿El Diablo? – preguntó Maddie entre susurros. 

- Prefiere que le llamen Luc, pero sí, es el mismísimo Diablo. Trabajo para él, digamos que gestiono aquí arriba las cosas que él no puede desde allí abajo. – contestó Jordan con una naturalidad que la dejó pasmada. - ¿Estás bien? - preguntó en un tono más serio de lo habitual al ver su cara. 

Tenía muchísimas preguntas, todo aquello le resultaba abrumador y empezaba a darse cuenta de que no estaba segura de si podría gestionarlo. No se había dado cuenta, pero llevaba con la mirada fija en Jordan un buen rato, casi sin pestañear. 

- Sí. Aunque no sé si seguir preguntando o salir corriendo. – le respondió mientras mantenía todavía la mirada fija en él. - ¿Qué has querido decir con "antes de la caída"?

- Nos expulsaron uno a uno cuando Luc se rebeló, decidió que no quería acatar más normas y a mí me pareció bien, así que todos los que le seguimos fuimos expulsados. Él fue el primero y desde entonces, los que decidimos seguirle trabajamos para él, intentamos mantener el orden y el equilibrio de las cosas. Digamos que hay una tregua, por eso podemos tener "vidas normales", mantenemos a raya a los nuestros y ellos a los suyos. – respondió mientras se recostaba en la butaca. 

- ¿Qué hay allí abajo? – preguntó con curiosidad. 

- Tampoco es lo que piensas. No es bonito, eso está claro, pero no es cómo crees. – contestó Jordan. 

Al ver que Maddie no decía nada, se dio cuenta de que estaba esperando a que siguiera, a que le contara más cosas. 

- En realidad es como una ciudad subterránea, sólo que si un humano entra, no cuentes con que vuelva a salir. No hay normas ni leyes, sólo jerarquía entre demonios. –contestó mientras se ponía en pie y se encaminaba hacia Maddie. - No tienes ni una pizca de miedo, ¿verdad? – preguntó mirando fijamente a sus ojos. 

- ¿De ti? No.Espera un momento ¿hace cuánto os expulsaron?- preguntó con el entrecejo fruncido, acababa de atar cabos cuando vio a Jordan palidecer, cosa que creía impensable. 

- Más de lo que me gustaría tener que reconocer. A mi favor diré que me conservo como un chico de veinteaños. – sonrió al mismo tiempo que se ponía en pie y se acercaba al estrecho ventanal. - ¿Has pensado hablar con tu familia? Alguno de ellos tiene que saber algo sobre todo esto, estoy seguro. Podemos ir de visita, si quieres. – le preguntó mientras la miraba por encima del hombro. 

- ¿De visita? ¿Contigo? No creo que eso sea una buena idea. Tenía pensado ir para las vacaciones de Navidad... - respondió al mismo tiempo que se ponía de pie para acercarse a la ventana también. 

- ¿Navidad? Falta mucho tiempo para Navidad, no podemos esperar tanto Maddie. No sé qué es lo que está pasando y si esto se nos escapa de las manos, bueno, las consecuencias pueden ser un problema. 

 - ¿Qué consecuencias? –preguntó Maddie. 

- Que se rompa la tregua, que haya otra guerra, que nos masacren a todos. Lo último que quiero es que Luc me encadene allí abajo por incompetente. 

Una tumba de tierra y sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora