CAPÍTULO XXV

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Maddie avanzaba por los pasillos con prisa y nerviosismo, sabía que el día sería complicado. En el mejor de los casos conseguiría su objetivo para engañar al aquelarre; en el peor, podría morir dentro de aquel hechizo. La magia de sangre era complicada, le había dicho Melina en una ocasión, pero ahora mismo todas sus opciones se reducían a eso. Jordan tenía que ir con Luc a revisar las legiones, ver si había bajas o si había habido algún incidente en las últimas horas y bueno, hacer acto de presencia. Tenían que aparentar la mayor normalidad que todo el asunto les permitiera para mantener a todas las criaturas de allí abajo lo más tranquilas posibles. Ya tenían suficientes problemas con la sombra, con Érebo y con las brujas como para que los demonios sembraran el caos y pusieran en peligro la tregua con los de arriba. 

Prometió a Maddie reunirse con ella para cuando Melina tuviera todo listo para poder empezar, así que aquello le daba cierta calma. Cuando llegó al estudio, la bruja estaba deambulando de lado a lado con un libro entre las manos. Había movido prácticamente todos los muebles de aquel lugar para dejar un espacio inmenso en el centro de la sala. El polvo que Maddie había podido ver acumulado en el suelo los otros días ya no estaba. La superficie estaba impoluta y reluciente, nada lo ensuciaba. No dijo nada cuando entró, tan solo le indicó una butaca para que se acomodara allí. En una pequeña mesa colocada al lado había un cuenco y una aguja con todo lo necesario preparado para hacer una extracción de sangre. 

- Vamos a sacarte sangre. Hacer el hechizo nos llevará un buen rato. – dijo al fin. Maddie no dijo nada, asintió y tomó asiento en la butaca medio hundida por el uso. La bruja tardó apenas unos segundos en colocarle la aguja y poner el tubo dentro del cuenco. Aquello parecía medieval pero en realidad, era de las cosas menos toscas y brutas que había visto en aquel lugar desde que llegó la primera vez. Melina parecía cansada, era la primera vez que la veía con ese aspecto. Quizás se había pasado toda la noche preparando aquello o investigando acerca del hechizo. Daba igual la razón, solo sabía que aquello tenía preocupado a todo el mundo. 

Pasados algo más de diez minutos, Melina retiró la aguja del brazo de la chica y recogió el cuenco con sumo cuidado. Hundió sus dedos en el líquido caliente y comenzó a dibujar en el suelo. Parecía un símbolo complejo con demasiadas líneas y algún tipo de idioma que ella desconocía. No interrumpió a la bruja aunque le preguntaría más tarde qué significado tenía todo ello. Melina parecía inmersa en aquel símbolo y en todos sus detalles. De vez en cuando consultaba algo en el libro que tenía en las manos cuando había llegado. Maddie se acercó a ojear las páginas que habían mantenido la atención de la bruja intacta. Allí encontró dibujado con líneas muy finas el mismo símbolo que Melina estaba terminando de copiar en el suelo junto a un largo texto que parecían indicaciones. Les llevaría bastante tiempo y empezaba a sentirse inútil. No entendía nada de lo que ponía en el libro por lo que ayudarla con el hechizo era imposible. 

- Puedes ir encendiendo todas las velas de la sala, nos harán falta. – dijo en el mismo instante en el que aquel pensamiento cruzaba la mente de la muchacha. – Eres como un vaso de agua, clara y transparente. – dijo de nuevo mientras sonreía. 

Maddison obedeció.Con un sutil movimiento de sus manos nació en todas las velas una pequeña llama azulada que pronto se convirtió en una llama grande, viva y duradera. El fuego se tornó rojo como su sangre, ahora extendida por el suelo. Pasaron un par de horas mientras Melina preparaba hierbas para poder hacer algunos hechizos protectores, aunque si aquello salía mal, no creía posible que un hechizo protector pudiera sacarla de la trampa y solucionar el problema. 

Maddie deambulaba por la sala jugueteando con unas llamas que salían de las yemas de sus dedos, cuando vio que Melina se paraba frente al símbolo, con sus manos aún ensangrentadas. Mientras miraba el líquido que goteaba de sus dedos pensó en cuánta sangre habría pasado por ellas para no sentir ningún tipo de aversión hacia la sustancia caliente y pegajosa. 

Una tumba de tierra y sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora