CAPÍTULO XIX

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No había movido apenas un músculo desde que sostenía la carta entre sus manos.

Era lo único que tenía de ella, lo único que le quedaba en la vida ahora que no tenía ningún lugar al que volver. No le importaba en absoluto estar sola, ese sentimiento había vivido con ella demasiado tiempopero saber que ya no podría volver a aquel horrible lugar al que había llamado hogar la golpeó tan fuerte que lo notó en el pecho, en la presión que le encogía cada músculo. Con los dedos temblorosos despegó con cuidado el lacre que sellaba el sobre haciéndose mil pedazos sobre la alfombra. El paso de los años lo había endurecido demasiado y no pudo evitar que se rompiera. Cuando abrió la solapa del sobre sacó de su interior una hoja de papel escrita del puño y letra de su madre. 

Respiró profundamente antes de comenzar a leer y la cobardía se apoderó de ella. El miedo que jamás había tenido llamaba a su puerta al unísono con los latidos de su acelerado corazón. 

"Querida Maddison, ante todo debes saber que todo lo que he hecho ha sido por ti. Nunca has sido un problema como te dirán ellas, siempre has sido una bendición. Siento profundamente si no estás de acuerdo con lo que he cargado sobre tus hombros pero tienes que entender que te quiero sobre todas las cosas y que mi amor por ti es tan fuerte como lo serán tus poderes. He pasado años intentando recopilar toda la información que he podido sobre el ritual y sobre el aquelarre. Lo he dejado todo por escrito para ti, lo necesitarás. Lo encontrarás en un apartado postal que lleva tu nombre, no necesitarás ninguna llave, tu sangre abre la cerradura aunque hay una cosa más que no puedo detallarte aquí, lo sabrás cuando llegue el momento. Lo he vinculado para que solo tú puedas abrirlo. 

No puedes confiar en nadie, solo en ti misma y en tu intuición. No confíes en las brujas y mucho menos en el resto de criaturas que conocerás pronto. Todo tu mundo va a desmoronarse hija, se volverá un desastre, pero tienes que tranquilizarte y encontrar un nuevo equilibrio entre lo que eras antes de saber nada y lo que eres ahora porque pronto te convertirás en una nueva mujer fuerte y poderosa. El miedo no es una opción, Maddison. No tiene cabida. Tienes que entender que no tuve más opciones, la única salida era transferirte todos los poderes de las vidas antiguas que contenía el puñal. Es un objeto que te pone en peligro, Maddison. Tienes que hacerte con él y asegurarte de que nadie lo encuentre, en especial Ariadna. Es una bruja sedienta de poder y hará cualquier cosa por conseguir lo que tú tienes en cuanto lo sepa. 

Lamento no estar contigo, lamento lo que he hecho y lamento dejarte sola en este mundo cruel, pero no me arrepiento ni por un segundo de mi decisión. Te merecías una vida y una oportunidad. Ten paciencia con tus tías, son las únicas en las que debes confiar. Han sacrificado todo por mantenerte a salvo. Aunque nunca lo reconocerán, te quieren. Lucha, hija, lucha por quien eres y no te detengas ante nada ni ante nadie. Todos los reinos se arrodillarán ante ti, si eso es lo que quieres en esta vida. Te quiero Maddison, te quiero profundamente, te quiero con cada luna y con cada sol. Siempre estaré contigo." 

Lillian O' Kavannagh 

Las lágrimas rodaban por sus mejillas hasta caer sobre la tela de su manga, donde morían. Volvió a doblar cuidadosamente la hoja de papel y la guardó en su sobre. La sostuvo durante unos minutos contra el pecho y la guardó. Se limpió todo rastro de llanto y se obligó a recomponerse. Sopesó durante un momento si iba a revelarle a Jordan la información de la carta pero Lilian le había escrito que no confiara en ninguna criatura. Por el momento guardaría esa información solo para ella, hasta asegurarse de que estaba en el bando correcto. Seguía pensativa cuando escuchó a Jordan subir por las escaleras.Intentaba trazar algún plan con el que hacerse con ese puñal y sobrevivir para poder usarlo, pero cada pensamiento era peor que el anterior, más caótico y oscuro. 

Aquello no saldría bien, había estallado una guerra y estaban en el centro, esperando a que las bombas cayeran sobre ellos con los brazos abiertos. Las posibilidades de sobrevivir a Newcastle cada vez eran más pequeñas. Estaba claro que Maddie podía hacer cosas asombrosas y que era un arma con el que debían tener mucho cuidado pero era inexperta. La juventud frente a un aquelarre de miles de años, no tenía buena pinta. 

Cuando Jordan llegó arriba observó la cara y los ojos rojos de la chica, sabía que había intentado disimular el llanto pero no dijo nada sobre ello. Se acercó y preguntó: 

- ¿Estás bien? 

- Sí. Estaba pensando cómo ir hasta allí y coger el puñal sin que lo sepan. 

- Eh. No tienes por qué ir, yo puedo encargarme. – dijo mientras se agachaba frente a ella poniendo una rodilla sobre la alfombra. 

- Jordan, no voy a esconderme. – respondió. 

- No te pido que te escondas, nunca lo haría. Solo que no has descansado ni un solo día desde que todo esto empezó. Y está bien si lo necesitas. – explicó. 

- Voy a ir a por ese puñal y voy a terminar con todo esto.- respondió mientras se ponía en pie. 

Jordan no dijo nada ante aquello, solo asintió. Él también sabía lo que suponía.Érebo era su mayor problema en aquel momento pero una guerra con las brujas les complicaba bastante el plan que no tenían. Por no hablar de los de arriba. Si todo se seguía torciendo, no tardarían en aparecer. ¿Y si se habían llevado el puñal? Las mataría si era necesario pero eso sería una declaración de guerra en toda regla y no estaba preparada para eso, apenas entendía lo que estaba pasando. Iba a tener que hacer una escapada, sola, para ir a por los documentos que Lilian le había dejado. Aunque sabía que no era el mejor momento, estaba vigilada por todas partes y si se enteraban de lo que Lilian había hecho, estaba perdida. 

Sabía que Jordan no necesitaba el permiso de Luc para nada de lo que hacía; se había ganado su confianza durante cientos de años pero aun así, siempre le consultaba todo. Quería su punto de vista porque había comprobado que el odio a veces no le dejaba ver con claridad. En este caso, Luc estaría de acuerdo con matar a todas aquellas arpías, de hecho se lo merecían pero llevaban muchos años en paz y otra guerra lo ponía de nuevo todo en peligro. 

- Deberíamos ir a ver a Melina. – dijo la chica. Quizás tenga alguna información nueva, y todo esto...- dijo mientras señalaba la mesa cubierta de libros.

– Tal vez pueda enseñarme algo si es cierto lo de aquella bruja. Por eso no funcionó la muestra de sangre que tomó, no soy ni una cosa ni la otra. – dijo pensativa. 

- Eres mejor que ambas. Más fuerte y más poderosa. Cuando aprendas a usar tu poder no tendrás que preocuparte por nada, tan solo de protegerme a mí. – dijo mientras le guiñaba un ojo. 

Ella sabía perfectamente que aquel demonio desvergonzado no necesitaba su protección, aunque sus palabras parecían una promesa de futuro y eso le daba alguna esperanza para sobrevivir. 

- Vayamos a ver a Melina. – dijo Jordan. 

- ¿Podemos confiar en Luc? Todo esto... pone en peligro muchas cosas. Ese puñal no debería caer en manos de nadie, Jordan. – preguntó Maddie. 

- Luc es prácticamente mi hermano, Maddison. – zanjó Jordan con una expresión de dolor. 

- Lo sé, pero... Yo no sé en quién puedo confiar, aparte de ti. 

Jordan la miró fijamente y el dolor de aquella pregunta se borró por completo al ver el vacío de sus ojos. Sabía que estaba asustada aunque no se lo diría nunca y además tenía razón, apenas se conocían entre ellos y le estaba pidiendo confianza ciega en el mismísimo diablo. 

- Está bien, nena. Todo está bien. – le dijo mientras la abrazaba. 

Acababa de mentirle mientras le miraba a los ojos, no confiaba en él, no desde que había leído la carta de su madre. Se la habría mostrado si lo hiciera pero la había guardado cerca de ella, al fin y al cabo era un demonio.  

Una tumba de tierra y sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora