CAPÍTULO XXXII

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Cientos de brujas esperaban pacientes rodeando la casa y la entrada al bosque. Por un momento pensó en la posibilidad de un levantamiento de aquellas que querían huir del aquelarre pero su propósito en ese momento era otro. Dejaría la revolución para más adelante. Cuando pudiera elaborar un buen plan volvería para terminar con Ariadna, ella era el único peligro y liberaría al aquelarre de sus garras. 

Atravesó una parte del bosque rápidamente y llegó al claro donde sabía que encontraría aquel símbolo que esperaba por ella. El símbolo que pronto sería de tierra y sangre mientras las copas de los árboles se doblaban de una forma tan violenta que parecían romperse con cada embestida. Unas criaturas que desconocía tenían sujetas a Annie y a Morrigan por el cuello. Parecían demonios pero tenían una especie de sombra que los rodeaba y sus largas garras sujetaban a las brujas. Pensó en si la niebla sería lo suficientemente rápida como para derribarlos sin que tuvieran tiempo de abrirles el cuello. Segundos después sacó esa idea de su cabeza, en realidad le daba igual. 

Todos la habían mentido así que decidió que el único monstruoque de verdad había allí, era ella. Por un momento miró a Morrigan, le parecía injusto dejarla allí pero en aquel instante no podía confiar en nadie y Lilian le había advertido sobre las brujas en su carta. Hasta el momento, era la única que había tenido razón en todo. La única que de verdad había intentado mantenerla con vida incluso después de su muerte. La seguía protegiendo. 

Pasó frente a las brujas con una tranquilidad pasmosa cuando vio a Luc derribar a aquellos seres y liberarlas.Ambas criaturas se abalanzaron sobre él, sin éxito alguno; el diablo sacó uno de los cuchillos que llevaba en su arnés y con un elegante movimiento les cortó el cuello a los dos, salpicando la verde hierba de sangre oscura y espesa. No tenía ni remota idea de que eran esas cosas pero esperaba poder mantenerse tan alejada de ellas como le fuera posible. Morrigan miró a la chica desde el suelo, con lágrimas en los ojos y con cara de confusión. Algo había salido mal, cuando fue consciente de ello se incorporó todo lo rápido que pudo, dejando a Annie a su lado y corrió hacia Maddie. Luc miraba desconcertado a la chica que seguía avanzando sin apenas mirarlos. 

- Maddie, ¿Dónde está Jordan?- preguntó él mientras se acercaba lentamente con una expresión de horror. 

- No lo hagas, niña. – escuchó decir a Annie a lo lejos. 

La chica no respondió, tan solo les dedicó una mirada vacía, como la del soldado que va directo hacia su muerte. Pensó que no les debía explicación alguna, no después de ser el blanco de todas sus mentiras. 

- Maddie, ¿Qué ha pasado?- preguntó Mor mientras intentaba frenarla agarrando su brazo. 

- ¿Tú también me has mentido?- le preguntó. 

- ¿Qué? ¡NO! No sé de qué estás hablando pero estoy contigo. – respondió 

- Todo esto es una trampa y ellos también están detrás. Sólo quieren el puñal para robarme mis poderes. 

 - Tiene que haber una explicación, Maddie. Han estado ayudándote todo este tiempo y... 

- Necesito que abras un portal. Llévame todo lo lejos que puedas de aquí. Ven conmigo si quieres, pero saldré de aquí con el puñal. Sin ellos. – dijo mientras señalaba con su mirada al diablo. 

- Maddie espera, yo... 

- No, Morrigan. Si no abres ese portal cuando tenga el puñal mataré a todo el que esté en este claro. Con cara de confusión la bruja miró a Luc, buscando una explicación a sus palabras, pero varias criaturas habían saltado encima de él. No sabía de dónde habían salido pero cada vez había más y la bruja observaba aterrada cómo iba quitándose de encima a todas y cada una de ellas. Mientras Maddison se soltaba del agarre de la bruja vio cómo esta asentía ante su petición. 

Una tumba de tierra y sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora