Tormenta.

235 20 0
                                    

El primer día no había sido tan malo, Emma había ayudado a la gente en las plantaciones que tenían y todos habían sido amables con ella, quizás no olvidarán que había sido parte de los Salvadores pero todos lo intentaban. Hacia demasiado frío por la tarde y la luz del día se iba demasiado rápido así que todos se refugiaban en sus hogares, la rubia no fue la excepción y cuando no tuvo nada que hacer se fue a su habitación para leer un poco, tenía que admitir que había sido divertido pero agotador convivir con tanta gente, además de que sentía la mirada del cazador a dónde fuera, no la perdía de vista como si tuviera miedo de que desapareciera. Unos golpes en la puerta interrumpieron su lectura, está acostada y no tenía ganas de levantarse pero no quería ser grosera así que lo hizo y no se sorprendió de ver a Daryl parado allí.

- ¿Puedo pasar? - le preguntó, se hizo a un lado para que él entrara y cuando un escalofrío la recorrió por haber abandonado el calor de su cama, corrió para volver a acostarse y cubrirse con las mantas. Él la miró y le sonrió y se sentó a su lado - ¿Cansada?

- Aburrida - le contestó con una mueca - no hay mucho que hacer una vez que el tiempo empeora pero no me quejo, puedo relajarme

- Emma... ¿Porque me alejas? - la pregunta la tomó desprevenida - No lo digo solo porque estés aquí... pero creí que estaríamos juntos

- ¿Viniste a pelear? Porque estaba teniendo una gran tarde - le respondió frunciendo el ceño

- No, no quiero pelear... solo quiero... estar contigo - La rubia sentía su corazón acelerarse por esa confesión y se maldijo por no ser capaz de controlar sus emociones

- Es lo mejor... podemos ser amigos Daryl si eso quieres pero...

- No lo digas Em, no quiero escucharlo de nuevo - ella hizo una mueca cuando la interrumpió pero aún así no dijo nada, él lo sabía y aunque se negaba a aceptarlo la rubia sabía que terminaría haciéndolo, solo necesitaba tiempo. Abrió las mantas que la cubrían y palmeó el colchón a su lado

- Ven, hace frío y no quiero estar sola - le pidió al ver la tristeza en su mirada. Él sonrió y se quitó el abrigo que llevaba y los zapatos antes de acostarse a su lado, ella se acomodó y volvió a tomar su libro. La cabeza del cazador descansó en su hombro y dejo salir un suspiro

- Lee para mí Em - le pidió cerrando sus ojos

- No vas a entender nada Daryl, llevo tiempo leyendo y no voy a volver a empezar - le respondió buscando donde se había quedado en su lectura

- No me importa Em, solo quiero escucharte y pasar tiempo contigo - la rubia pensó en lo difícil que se le estaba haciendo mantener la distancia cuando él le decía esas cosas y lo tenía tan cerca

- Está bien - fue lo único que le dijo antes de comenzar a leer en voz alta. Daryl la escuchaba y comenzaba a sentir como su cuerpo se relajaba, no sabía si era por la tranquilidad en la voz de Emma o porque se sentía en paz por tenerla a su lado solo para él, pero sea cual fuera el motivo se dejó llevar y sin darse cuenta se quedó dormido a su lado. La rubia noto que el cuerpo del cazador se relajaba y su respiración se hacía más suave, dejó de leer y cerró los ojos suspirando cuando él se acomodó entre sueños y la abrazó por la cintura, la cabeza de Daryl ahora descansaba en su pecho y Emma simplemente lo dejó. Con él dormido podía simplemente bajar la guardia, lo rodeó con sus brazos y acarició su espalda, dejó un beso en su frente y volvió a tomar el libro para seguir leyendo en silencio para no molestarlo.

🌠🌠🌠🌠🌠🌠🌠🌠🌠🌠🌠🌠

- ¿Em? - Daryl había despertado solo en la cama de la rubia abrazando una almohada, su perfume aún llenaba la habitación pero la chica no estaba. Se levantó para cerciorarse de que sus cosas aún estaban allí y respiró tranquilo cuando vió que todo estaba allí, incluso su arco, ella no se iría sin él. Pero entonces ¿Donde estaba?. Bajó las escaleras y encontró la respuesta a su pregunta cuando la vio sentada en el suelo junto a Judith pintando, se quedó observándola en silencio como prestaba atención a todo lo que la niña le decía aunque fueran incoherencias por su corta edad. Pudo darse cuenta que no era el único que quería una familia, podía ver la paciencia que tenía con la pequeña y como cada tanto acariciaba su cabello con una sonrisa y recordó lo que ella le había contado, le rompió el corazón saber que ella quería lo mismo que él pero jamás sería capaz de tenerlo y era algo que él no podría darle. En ese momento entendió porque lo alejaba, ella lo amaba se lo había dicho, lo amaba tanto que era capaz de dejarlo libre para que buscara su felicidad en alguien más, aunque se muriera por dentro. Sabía que era por eso porque si fuera él, haría exactamente lo mismo con tal de verla feliz.

A Dónde Vayas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora