El Comienzo Del Fin.

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- ¡Daryl! - Lydia gritaba desde la parte de arriba de la casa, la habían liberado de la celda porque el cazador y Carol habían llevado a un susurrador que atrapó la mujer cuando cruzaron los límites, por lo que la adolescente se quedaría con ellos en la casa, pero cuando iba a su nueva habitación se encontró con algo que no esperaba ver - ¡Daryl! - el cazador se alarmó por el grito y subió corriendo para ver qué ocurría, la chica había encontrado a Emma desmayada en el suelo haciendo que Daryl se congelara al verla.

- ¿Qué pasó? - le preguntó agachándose para levantarla

- No lo sé... la puerta estaba abierta y... ella estaba así, tiene... tiene mucha fiebre - le respondió mientras el cazador acostaba a la rubia en la cama, Carol llegó segundos después y al ver la escena les dijo que iria por Siddiq. Lydia fue al baño y busco una toalla para mojarla en agua fría para refrescar un poco a la chica.

- Vamos linda... no me hagas esto... - le pidió acariciando su mejilla, era cierto Emma volaba de fiebre, la adolescente comenzó a mojar su rostro para tratar de que despertara pero nada pasaba. Siddiq entró a la habitación y les pidió que le dieran espacio para atenderla, Daryl caminaba de un lado al otro como un león enjaulado mientras esperaba afuera de la habitación con Lydia.

- R.J está con Gracie en la casa de enfrente, me dijeron que Emma lo llevo ayer por la tarde porque no se sentía bien y tenía miedo de que fuera contagioso - le informó Carol que había salido a buscar información del niño al no encontrarlo en la casa. Daryl solo asintió

- No debí irme, no debí dejarla sola

- No podías saber que esto pasaría Daryl, estaba bien ayer - le dijo Carol poniendo una mano en su hombro tratando de tranquilizarlo.

- Llevo a R.J por la tarde... estuvo sola desde entonces... ¡Pudo haber muerto! - Decirlo en voz alta hizo que la sangre del cazador se helara, podría haberla perdido, todavía podía hacerlo si no se recuperaba.

- Daryl - Siddiq lo llamó abriendo la puerta de la habitación - Su estado es delicado, le daré algunas hierbas para la fiebre pero debemos vigilarla, lo importante ahora es que despierte y bajemos la temperatura de su cuerpo.

- ¿Estará bien?

- Eso espero... iré a preparar la medicina - el cazador asintió y entró en la habitación para sentarse junto a su esposa. Lydia se sentó del otro lado de la cama y tomó su mano mientras Carol permanecia en la puerta.

- No puedes rendirte Emma, dijiste que... recibes golpe tras golpe y te mantienes firme ¿recuerdas? - Daryl miró a la adolescente cuando dijo eso y frunció el ceño - Me lo dijo mientras entrenábamos... prometió que me enseñaría a usar el arco si aprendía a leer... me dijo que era mi familia así que no puede dejarme ahora.

- No iré... - Daryl se sobresalto al escuchar la voz de su esposa y tomó su mano - no iré... a ningún... lado...

- Mierda linda... lo siento... lo siento no debí irme... solo quédate conmigo - la rubia seguía con los ojos cerrados pero le dió un leve apretón a la mano de su esposo para que supiera que lo había oído - Vas a estar bien ¿me oyes?

- Si - le susurró. Siddiq volvió después de preparar el té para bajarle la fiebre y ayudarla a mejorar, le pido que se lo dieran de tomar cada cuatro horas y estaría bien, luego se fue para poder atender a las demás personas que estaban igual que ella. Parecía ser alguna clase de virus que se esparcía rápido y no podían detener, había mucho para hacer, mucha gente enferma. Daryl se quedó junto a su esposa mientras Carol se encargaba de interrogar al prisionero, estaba acostado mirandola respirar como si tuviese miedo de que dejara de hacerlo si se atrevía siquiera a pestañear - Puedo sentir como me miras... eres tan raro Dixon - una hora después la chica volvió a despertar, aún tenía un poco de fiebre pero estaba mejor que esa mañana. Emma abrió los ojos al ver qué no tenía respuesta y vió a Daryl con los ojos llenos de lágrimas mirándola - Estoy bien... estaré bien - le dijo cuando el cazador se acercó para enterrar el rostro en su pecho, podía sentir como trataba de reprimir el llanto.

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