A donde Vayas

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El invierno llegó junto con la nieve, prometía ser un año más difícil de cualquiera que hubiesen atravesado, no solo sufrían las pérdidas de sus amigos sino que además el Reino había caído. Todo el lugar estaba en ruinas, las estructuras se desmoronaba y las calderas explotaban. Ya no era un lugar seguro para quedarse, quizás con el tiempo podrían arreglarlo pero por el momento y debido a las bajas temperaturas habían decidido ir hacia Hilltop en busca de refugio.

- ¿Todo bien majestad? - le preguntó Emma al Ezekiel al verlo pensativo mirando como su gente se preparaba para partir

- ¿Cómo dejas atrás a tu hogar?

- Bueno alteza...

- Ezekiel, por favor - Emma le sonrió y asintió

- Ezekiel... aprendí hace no mucho tiempo que un hogar no es el lugar donde vives, sino las personas que amas... una casa seguiría siendo una casa si vivieras solo, pero cuando la compartes con alguien a quien amas se vuelve un hogar. No por el lugar o las comodidades, sino por el amor. El Reino seguirá siendo el Reino aquí o en cualquier lugar y tu seguirás siendo su Rey - el hombre la miró y puso una mano en su hombro

- Gracias Emma, has sido un gran apoyo en los últimos meses

- Bueno jefe, para eso son los amigos - le chica le guiño un ojo y se alejó para seguir a la caravana que comenzaba a avanzar dejando a los Reyes cerrar las puertas del Reino y despedirse de aquel lugar donde habían vivido tantas cosas, buenas y malas.

Caminaba al lado del caballo de Alden en silencio, Daryl caminaba cerca de ella siguiendo a Lydia, había tomado el papel de protector con la chica quizás porque le recordaba a él mismo.

- Debes dejar de seguirme Emma - le dijo Alden al darse cuenta que iba a su lado, la chica también había tomado el papel de protectora pero con el chico

- No estoy siguiéndote Alden, solo camino - el chico puso los ojos en blanco y siguió en silencio

- ¿Sabes a qué me recuerda este clima? - le preguntó volviendo a romper el silencio

- Estaba pensando lo mismo - le dijo la rubia con una sonrisa - Tu me salvaste en una tormenta igual a esta... tu y Jesús

- Desearía volver a esos días - le confesó el chico - y deberías quedarte en Hilltop, tomar las riendas del lugar

- El consejo puede manejarlo Alden, ya lo hablamos - Emma había sido propuesta para ocupar el cargo de Tara pero se había negado, jamás estaría a la altura de lo que el puesto requería

- Jesús hubiese querido que lo hagas - insistió pero la chica negó con la cabeza

- Jesús me conocía y sabía que odiaría hacerlo, igual que él lo odiaba. Leí sus cartas, cada una de ellas... solo lo hacía para mantenerse ocupado, porque así era él, un trabajador incansable. Pero la realidad es que no lo quería, solo buscaba hacer lo mejor y la gente creía que él era lo mejor - gruñidos de caminantes les llamaron la atención, a un lado de la ruta los seguían, están pasando junto a los límites establecidos y los susurradores, como se hacían llamar los de las pieles, los mantenían vigilados.

- Respetamos sus límites, ¿no es suficiente acaso?¿ahora nos vigilan? - le dijo Alden a Lydia enojado

- Dejala en paz, ella no tiene nada que ver con ellos - intervino Daryl

- Suficiente... todos - los regaño Emma - No vamos a pelear entre nosotros, no por ellos. No van a quitarnos nada más. - El cazador la miró haciendo una mueca, en los últimos meses las cosas entre ellos habían permanecido tranquilas, nadie parecía capaz de avanzar después de lo que pasó en la feria y aunque era cierto que todo estaba bien no habían tocado el tema de su relación. Había demasiado por hacer y todos estaban ocupados lidiando con lo que pasó a su manera, en el único momento en el que podían estar juntos y a solas era cuando había alguna tormenta y el cazador golpeaba a su puerta porque sabía que no podria dormir. Sus pesadillas disminuyeron junto con la culpa que sentía por haberse ido cuando empezó a trabajar sin descanso para ayudar a las comunidades. Sentirse útil y ayudar le había dado un propósito que antes no tenía, de a poco empezó a sentirse mejor y bajo sus ojos ya no lucía la sombra que las ojeras le dejaban después de una mala noche. Hizo las pases con el hecho de que Jesús había muerto, le dolía por supuesto pero sabía que su amor había sido sincero y las cosas habían pasado así por algún motivo, aunque no sabía cuál era aún, solo agradecía haber podido verlo una última vez y decirle que lo amaba. Muchos no habían tenido la misma suerte en ese mundo y leyendo las cartas que Aaron le había dado fue soltando el odio y la rabia que sentía por su muerte, en cambio podía sonreír mientras leía las cartas y lo imaginaba haciendo las cosas que le contaba. No era suficiente porque una carta no reemplazaba a la persona pero al menos tenía algo para recordarlo, algo mas que su espada y estaba agradecida por eso.

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