Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₁₀

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Debía amar el frío

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Debía amar el frío. No había otra explicación a mi poco interés en reparar de ropa más abrigada o de unos guantes que siempre olvidaba comprar. Ya no sabía si mi mente lo olvidaba adrede o solo era la ocupación en ella en temas más delicados.

Sentada en el penumbra del pequeño corredor frontal de la residencia, con té humeante en mano, dejé mi cuerpo tendido en una silla mecedora en plena noche. Quizá quería huir de las cuatro paredes descuidadas en pintura que eran mi ocasional habitación, o solo quería adormecer mi cuerpo en el frío para luego huir bajo mi manta y caer en un sueño que se negaba a mis ojos.

Ya acumulaba un estrés entre mis cejas. Por más que lo masajeara, se negaba a dejarme. Di otro sorbo de té vacilante en su ayuda cual no venía a mí. Pero no le culpo al té cuando cada día parecía tener material para desmenuzar en las noches. La hora favorita de pensar.

¿Sabía amar? Ese era el tema de hoy. Tema manipulado por lo dicho por Jisoo. Ella sembró esa semilla y yo la estaba regando. Desde mi primer enamoramiento amar era un temor para mí. Amar era sufrir. Era tener una debilidad que no podías controlar, que no estaba en ti, en tu cuerpo, que era alguien más y siempre te mantenías alerta por lo que podría estar sucediéndole.

Claro, eso en mi caso donde, lo infausto me acompañaba.

Un amor normal, no era meritorio en mi vida, al parecer. 

Así que no tenía que ver con saber o no saber amar. Tenía terminantemente prohibido amar a alguien. Y pensar en que alguien me amaba, era doloroso. Pensar en sus ojos avellanas, retraerlos en una imagen, era doloroso. Su brillo, era cegante y poco me dejaba ver lo que detrás había. ¿Amor? ¿Ella... estaba enamorándose de mí?

—Enamórate de mi piel, de algo superficial que puedas suplir. Pero no de lo que detrás de mi piel, esta.

Terminé el té en un solo sorbo al notar que apenas estaba tibio ante el penetrante frío. Aguardé mi mano en el bolsillo de mi gran abrigo de lana dando con un cilindro pequeño que lentamente acerqué a mis ojos. Detallándolo mientras mi mente buscaba la película donde le consumí por vez primera.

"Irene, ¿fumarás?

Jen, siempre lo hago su traviesa mirada, se agudizó acercándose a mí—. Pero ahora quiero hacerlo contigo. Será mi primer secreto compartido esta noche.

La atracción por ella siempre me cegaba, me hacía olvidar de mis principios o creencias solo para ser devota de las suyas. Pero debía admitir que la curiosidad por explorar el mundo, me presentaba a Irene como el pase a parte de ello, la oportunidad para ello. Con ella exploré la atracción, la locura, lo nuevo y experimental en mi cuerpo, me enseñó el mundo totalmente oculto en mis dieciséis años de vida.

Me apegué más a ella sobre el piso enmaderado de aquella casa de árbol que le pertenecía. Nuestro típico lugar de encuentro. El espacio se iluminó con la luz amarillenta de su encendedor, iluminando su rostro donde la atención se reunía en sus labios que sostenían el cigarrillo.

I SEE YOU →JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora