Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₁₃

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Parecía uno de aquellos sueños

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Parecía uno de aquellos sueños. Los arboles parecían querer desprenderse y huir, incluso parecían predecir algo ante su fuerte bailoteo. Los vientos golpeaban en dirección al sur; mi madre decía que era una prueba clara de una pronta tormenta. Y el preludio de unas cuantas gotas que parecieron huir pronto, ya dejaba en evidencia lo venidero. Era un día mucho más oscuro, como si eso fuese posible.

Desde el amanecer, las nubes se habían adueñado del cielo en su totalidad. Todo mundo parecía aguardarse en sus hogares sin dar vida a las tiendas, como si se mantuvieran ocultos de una visita inesperada, así como los viejos relatos del Jinete sin cabeza. O como si tal oscuridad, la tomaran como una noche sin fin, sin amanecer, y pasaron de ello.

Era inquietante.

Incluso Jihyo me dio día libre; ella también se uniría a los demás en mantenerse en su hogar. Yo siendo una foránea totalmente desconocedora de las culturas, costumbres o tradiciones del pueblo, me sentí más inquieta, incluso un leve susto se acentuó en mi pecho al no saber qué hacer o cómo actuar. Situación que empeoraba a lo largo del día, donde me sentía más presa que protegida en aquella residencia. 

Hasta que ella vino a mi rescate. Hasta que su calor ahora compartido en mi piel, me dejaba en una laxitud de paz, en una realidad donde no había pesadillas de por medio.

—¿Estás segura de que no quieres que te prepare algo de comer?

Mi mirada hipnotizada por el despliegue salvaje de la naturaleza tras la ventana al frente, parpadeó antes de mirar hacia arriba, al rostro del cuerpo que yacía bajo el mío amañado de su calor.

—No, Lisa. No tengo apetito.

La verdad, es que no quería apartarme de su cuerpo, de su calor, de sus perezosas caricias sobre mi cabellera cuales partían desde mi nuca hasta mi espalda. Mi cuerpo cual encontró a quien venerar, se relajó más sobre otro en aquel sofá, apenas iluminado por la lámpara a un costado.

Su suave risa descontroló mi corazón.

—¿Por qué esa negación tan aniñada? Me parece que alguien está mintiendo.

Sonreí en respuesta, hundiendo mi cabeza en el hueco de su cuello. Un olor a tierra mojada y el tenue rumor de una ligera lluvia sobre los árboles y plantas, se internó en nuestro espacio. Una ráfaga de viento, sacudió la ventana cual tembló en respuesta, abriéndose repentinamente. Mi cuerpo respingó sobre otro ante el fuerte golpe de la ventana contra la pared, y luego un viento violento dar con nuestros cuerpos.

—¡Diantres! Debo reparar la cerradura de esa ventana. Permíteme ir a cerrarla.

Otra inquietud me mantuvo muda, alimentándose a través de mi mirada que no se apartaba de la escena ahora más clara. El rumor de lluvia incrementó, esta se volvió copiosa aparentando la niebla que cubre el pueblo normalmente. Parecía suceder algo más afuera, algo más que una tormenta. Algo que se ocultaría tras de esta.

I SEE YOU →JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora