Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₁₆

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«Corre, huye de la verdad

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«Corre, huye de la verdad. Huye de nuevo».

Mis pasos fluyeron fácilmente sobre la ladera, notando que estaba cerca del pueblo, del lago. Corrí sin descanso alejándome de aquel lugar, como si con el alejara la visión fatídica de mi sueño... ¿Fue un sueño?

No.

No porque en mi mano aún empuñaba la prueba fehaciente de que así no lo era. El frío sudor cual rodeaba mi rostro naciendo desde mis sienes, era tan real como los vestigios de un pronto amanecer. Aceleré mis pasos huyendo del sol, como si su luz me descubriera y yo no quisiera.

Las lágrimas fluían sin consuelo alguno. Yo les dejé huir impotente. Suspirando entre jadeos llenos de dolor.

Entre esquivar los árboles que aparecían frente a mí ante la velocidad de mi huida y la inclinación del valle, tropecé contra una raíz, cayendo contra la humedad que deslizó mi cuerpo, golpeó mi abdomen sacándome el aire, rasguñando mis palmas que ardieron al instante. No había tiempo siquiera para procesar el dolor cuando ya me ponía de pie, tomando el cuchillo nuevamente, notando mi sangre fluir en la palma de mi mano, uniéndose a otra.

—Ugh... —Desvié mi mirada al sentir mis piernas flaquear y de nuevo emprendí pasos colina abajo. Suspirando cuando el canto de un riachuelo apareció, así como el final de la colina y la aparición del comienzo del lago, adonde me dirigí.

El frío intenso adormeció todo mi cuerpo, el cual interné en el lago con miras a lavarlo de cualquier vestigio de fatalidad, de prueba de lo que haya hecho.

—¡No has he-hecho nada, maldita sea! —mi voz vibraba ante el temblor de mis labios por el frío.

La sangre se agolpaba en mi pecho, en mi corazón que latía con violencia desenfrenada, helándose la que yacía en mis venas y no me importaba el dolor punzante y cortante en mi piel, esa que lave estrujándola con fervor.

—¡Agh! —Maldecí al notar el cuchillo aún en mi mano, y con tal fuerza lo aventé a lo lejos, deseando que se hundiera más allá de la profundidad del lago—. Maldi-ción.

No entendía y mi cuerpo violentado por el frío y pronto estado hipertérmico, cerraba cualquier razonamiento posible. Todo mi cuerpo era un desastre al sacarlo del agua; trémulo y agitado. No me importó y con el mayor esfuerzo emprendí pasos nuevamente, notando que pronto amanecería y quedaría al descubierto. Buscando la mejor entrada a la ciudad, escabulléndome como una prófuga, e internándome en la neblina para llegar a la residencia cual resultó estar cerca...

Cerca como para dudar de mí. Cerca como para acreditar lo fatídico.

Agradecí que ésta estuviera despejada de alguna cerradura y entré a hurtadillas, con el miedo flotando en mis pasos ante el temor de ser descubierta en tales fachas de las cuales no tendría respuesta alguna. Mi estado sonámbulo, podía ser una cuartada, solo ese pensar me alertó al entrar en la habitación.

I SEE YOU →JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora