Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ₁₉

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—¿Te irás?

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—¿Te irás?

Otra semana, mismas preguntas. O bueno, solo una en especial, esa que había vaciado Roseanne con aire entristecido.

De cada eventualidad se aprende, se toma lo aprendido y se corrigen errores o desatinos con el fin de evitar que se repitan. Eso me llevaba a la conclusión de que, en mi próxima parada en pueblo desconocido, las relaciones sociales deberían ser muy puntuales, debía mostrarme arisca y recelosa. La cordialidad parecía no traerme nada más que caras compungidas y preguntas por mi partida.

En definitiva estaba sopesando la idea de vivir en las montañas.

Acomodé la bufanda alrededor de mi cuello, pensando en una respuesta puntual que apaciguara más curiosidad, más explicación ¡Necesitaba privacidad! La privacidad ya no me pertenecía, al parecer. Pero con la rubia frente a mí, no podía molestarme en responder.

—Sí. Quedarme aquí no era algo previsto, solo estaba de paso.

—Es una pena que te vayas tan pronto. De igual forma, yo también me marcharé.

Ambas estábamos a las afueras de un local de café. Le había visto por casualidad de camino a la residencia y ella no dudó en saludarme. Y aquí estábamos, en una charla al parecer común, en vísperas de una noche tormentosa, con la neblina a la altura de nuestros tobillos.

—¿En definitiva? ¿Te marcharás del pueblo?

—Oh, no. —Su risa dibujó una nube alrededor de su rostro con su vaho—. Solo de viaje, por Europa, en esta ocasión iré a Italia. El frío de acá solo me incita a buscar algo de calor lejos.

El frío le llevó a reacomodar su gabardina de doble botonadura, ajustando su cuello de grandes solapas. Sonreí, o algo en mí sonrió a un recuerdo que pronto fue lúcido al punto de enmudecer mi rostro.

—Y en tu caso, Jennie. —Yo aún miraba sus manos ajustar el cinturón de la gabardina—. ¿A dónde te diriges?

—Es algo que quisiera saber.

—¿Hm?

Mi mirada se fue alzando de a poco hasta centrarse en su rostro. Pero no era ella. No era Lisa. Sin embargo, me quedé observando el rostro contrariado pero sonriente de Roseanne. Era una chica realmente muy linda, de rostro angelical. A simple vista parece ser una chaebol, lo cual no dudo, pero era cálida en su trato, con un aura muy limpia y clara.

Le sonreí aliviando su semblante, atreviéndome a preguntar lo que parecía evidente o una ilusión.

—Esa gabardina, es de Lisa ¿cierto?

—Oh. —Se miró a sí misma como si quisiera recordar lo que llevaba puesto—. ¡Sí! Lo es. Es común entre nosotras prestarnos vestimenta. Ella... —sus palabras callaron cuando vino algo a su mente que le hizo mirarme un tanto pensativa—. Ella está conmigo y le he dado algo de ropa, pero he salido tan pronto que no reparé en lo que tomé.

I SEE YOU →JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora