Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₂₀

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«Debo cuidarla

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«Debo cuidarla... Espero no sea tarde».

Exponerme y cuidar de mí era lo de menos sí se trataba de Lisa. Porque podía estar en peligro en este momento, o quizá lo estaba cuando yo dormía y le soñaba. O podía estarlo si de nuevo me acercaba.

Pero ya era tarde para ello, para arrepentimientos, para devolverme a la cama inquieta, con la angustia en el pecho por no haberme cerciorado de que estuviera bien. La impulsividad y el desespero engendrado por malicioso sueño, fueron el empuje necesario de mi cuerpo ahora fuera de la cama, de la residencia, ahora envuelto en la espesa niebla que se presentaba como manto grisáceo en las calles a altas horas de la noche.

Poco veía, el instinto me guiaba. El llamado de ella inconsciente hacia acelerar mis pasos azarados, esos que por su poco cuidado me hicieron trastrabillar cuando mi tobillo se dobló.

—¡Agh! —No tuve tiempo de reparar mi pie cuando de nuevo le encomendaba seguir.

Apenas vestía mi gabardina y debajo mi bata de dormir de tela delgada. Siquiera enguanté mis manos cuales escondí bajo mis brazos. Mi vaho se perdía entre tanta niebla y pronto temí que alguien saliera de la nada y me sorprendiera. No era momento de pensar en situaciones como esas, pero mi mente y el contexto me brindaban una mala pasada.

Un tirón fue de mi pecho y un susto se acentuó en mi estómago cuando vislumbré al frente, al pasar la calle, la casa de Lisa. La imagen frente a mí, opacada por la niebla, era tan autentica como la de mi anterior sueño. Sentía que no avanzaba y es que mi cuerpo estaba estático en medio de la nada, siendo golpeado por un escalofrío.

—Lisa... —Exhalé, retomando mis pasos cuales casi simulaban corto trote hasta que tomé los barrotes de la puerta principal, sintiendo el frío quemar mis palmas—. ¡Lisa!

No quería que fuera un sueño, que me haya quedado dormida en un intento vano por venir a verle. Así que empujé la puerta, sintiendo como esta cedía.

Podía ser un sueño.

—¡Lisa! —Subí los escalones, de dos en dos, hasta llegar al frente de la puerta de madera cual no dudé en golpear a puños cerrados—. ¡Lisa! ¡Lisa, ábreme! Dime que estás...

Un sonido extra, tras la puerta, vino a mí cuando paré de dar golpes sin sentido. Y un calor circuló por todo mi cuerpo, la sangre se aglomeró en mi corazón que latía violentamente cuando le vi. Su hermoso rostro, contrariado, mudó sus rasgos a la sorpresa, luego a la preocupación cual intentó saciar al mover sin labios sin gesticular palabra alguna.

Una exhalación se expulsó por mis labios casi como un quejido de dolor, y mis ojos exteriorizaron la humedad de mis sentimientos y emociones por verle.

Mi cuerpo necesitaba, pedía a gritos, envolver a otro que estaba estático. Y pronto le sentí, en un parpadeo me hice de su cuerpo en un férreo abrazo, toqueteando su espalda, separándome luego para verle y poder tocar su torso, sus brazos. Cerciorarme de que todo estaba bien en ella y no había ningún daño físico que pusiera en peligro su existencia.

I SEE YOU →JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora