Oigo la vibración del móvil en mi cabeza. No es un buen momento para contestar, estoy lanzándole un platillo de mi batería a una serpiente enorme. Tengo que proteger a los miembros de mi grupo.
Estiro la mano hasta el móvil, y es entonces cuando me despierto. Estoy bocabajo en mi cama, con el pelo tapándome la cara. Abro un ojo, contestando a la llamada sin fijarme en quién es.
-¿Sí? - pregunto. Tengo la boca pastosa.
-Vaya voz del inframundo - contesta Roy.
-Tío, estaba echándome una siesta, ¿qué quieres?
-Pues déjate de siestas y únete a la fiesta - dice. Supongo que es un chiste, pero no me río - Imaginaré risas enlatadas en tu silencio. En fin, que me acabo de enterar de que hay fiesta hoy.
-¿Y a mí qué?
-A ti que voy a ir, que si te apetece paso a buscarte a tu casa en una hora.
Resoplo, poniéndome bocarriba. La lámpara de papel que cuelga del techo está apagada, y por la ventana apenas entra luz ya. Debo haber dormido unas dos horas, pero como es viernes, me importa muy poco.
-Creo que le voy a preguntar a mi padre - contesto, levantándome con pesadez - No cuelgues.
Voy por mi cuarto arrastrando los pies, luego por las escaleras, por el pasillo de la planta de abajo, hasta que llego al salón. Mi padre está recostado en el sofá leyendo unos informes de su empresa, como casi siempre.
-Papá, que dice Roy que si salgo esta noche de fiesta - le digo, y su respuesta es encogerse de hombros - ¿Eso qué quiere decir?
-Ya te sabes las normas, Tricia - responde - Vuelve a una hora decente, ten cuidado con lo que bebas, procura que te acompañen... ¿vas a saltártelas?
-No tengo intención.
-Entonces, ve. Y llévate a Brendan.
-¿A Brendan? - pregunto, arrugando la nariz, y él asiente con la cabeza - Pero si no conocerá a nadie.
-En realidad es una fiesta de un completo desconocido - me informa Roy por teléfono, que está escuchando la conversación - Me he enterado porque me ha llamado Mitch.
-Sí, a Brendan, que haga algo a parte de leer sus novelas góticas y escuchar rock todo el día - dice mi padre.
-Pero si tiene a sus amigos. No quiero estar de niñera, y él no va a querer venir.
-O lo tomas o lo dejas.
Refunfuño, oyendo a Roy riéndose por la otra línea, y acepto. Cuelgo la llamada, aviso a mi hermano, que en seguida baja a quejarse a nuestro padre, y luego voy a mi cuarto. No puedo ir con estas pintas a una fiesta.
Me quedo mirándome un rato al espejo, pensando en qué ponerme, hasta que me acuerdo de mis pantalones rotos por todas partes... a propósito. Tuve una época en la que fui muy malota.
Me sumerjo en el armario hasta que los encuentro. De parte de arriba, me basta con una camiseta grisácea en la que pone "whatever" y una camisa a cuadros rojos y negros. De calzado, me decido por unos botines.
Después voy al baño, me peino un poco, me echo colonia, me lavo los dientes. Lo normal.
Acabo en el salón, sentada en el sofá, esperando a oír el claxon en la calle. Brendan aparece poco después, arreglado a su manera, y se sienta a mi lado, notoriamente molesto. Sí, hermanito, ya sé que querías pasarte la noche del viernes tranquilamente en tu cuarto, pero la vida es muy dura y tiene otros terribles planes para ti.
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Torpes con estrella
Teen Fiction"Tricia, te gusta", me dije el otro día mirándome al espejo, llenando mi propia boca del terrible nombre que eligieron mis padres para mí. "Te gusta, admítelo. No pasa nada". Pero sí que pasa, sí. Yo desde siempre he sido gilipollas. De pequeña me d...