Pero es el baile (Tercera parte)

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Mis predicciones fueron correctas: el chico que se chocó con MJ aquel afortunado día ha sido elegido rey del baile junto a una chavala preciosa, supongo que su pareja. Ambos se dejan aplaudir ahora desde el escenario, con las coronas decorando sus cabezas.

No queda demasiado para que la fiesta termine, y tras horas medio bailando, medio comiendo, medio charlando... tengo los pies hechos polvo. Por cortos, anchos y cómodos que sean los tacones, me destrozan. Me destrozan la vida.

MJ me está comentando la bonita pareja que hacen los ganadores, cuando alguien me tira de la blusa por la espalda, sacándola de la cinturilla de la falda. Me giro con cara de pocos amigos, colocándolo todo de nuevo, pero se me cambia el gesto cuando veo a Roy y sus gafas caídas:

-Vámonos – me dice, con los ojos bien abiertos.

-¿A casa? ¿Ya?

-No. Tengo el coche aquí, y Holly ha tenido una idea increíble.

A su espalda surge la chica pelirroja, que al parecer se llama Holly, con un vasito de ponche en la mano. Roy la insta a contar su idea, rodeando su cintura con el brazo:

-Pues hay una colina a las afueras desde la que se ve genial la ciudad – nos explica. Tiene la voz áspera - ¡Y las estrellas! Dios mío, las estrellas son preciosas.

-Yo quiero verlas – dice de inmediato MJ, surgiendo a mi lado – Quiero ir.

Miro a Roy y, tras asentir ambos a la vez con la cabeza, salimos casi corriendo. El aire fresco de la noche choca con nuestras pieles calientes por la atmósfera cargada del baile. La oscuridad ha caído completamente sobre la ciudad, pero las farolas iluminan nuestros pasos ligeros hasta el carromato de Roy. En serio, necesita un coche nuevo, o al menos uno algo más... ¿mejor y menos peor?

Holly se pone de copiloto para guiar a Roy, así que MJ y yo nos quedamos en la parte de atrás. En el coche se está más a oscuras que en la propia calle. Me cuesta encontrar los ojos de mi rubia, sólo aparecen fugazmente cuando la luz de alguna farola ilumina el interior, aunque pronto ella deja de prestarme atención: se ve completamente absorta por el paisaje tras la ventana. Puedo vislumbrar su boca entreabierta.

Roy pone algo para ambientar, sacando uno de los tantos casetes para su reproductor de música de hace siglos. Holly no puede hacer más que echarse a reír mientras lo coloca, provocando en él un discurso en defensa de su carricoche, aunque pronto las palabras se apagan. La música de Queen nos envuelve a los tres, que cantamos emocionados un tema tras otro, mientras MJ sigue ensimismada con la carretera.

Me río a carcajadas al terminar una de las canciones, echándome atrás. Mi espalda choca contra el respaldo y la sonrisa se mantiene en mis labios, hasta que siento los dedos de MJ en mi muslo, dando pasos por mi falda.

Llego a su mano de la misma manera, haciendo caminar a mis dedos índice y corazón, y entrelazamos esos hasta que llegamos a la colina. Como antes, salimos casi corriendo del coche, subimos por la hierba húmeda hasta el punto más alto y es imposible mantenerse de piedra ante lo que observan nuestros ojos: la ciudad se extiende frente a nosotros, con luces encendidas que permiten vislumbrar los edificios, siendo estrellas terrestres que quieren hacer competencia a las del firmamento. Parece que el cielo choca con la tierra en completa armonía, y nosotros estamos aquí, ahora, siendo partícipes. Me dan ganas de estirar los brazos hacia arriba y ponerme de puntillas, para ver si puedo hundir las manos en la oscuridad. Me imagino las estrellas pasando como bruma por los huecos entre mis dedos, una sensación sedosa y fría...

-Pensaba que MJ sería la más extasiada, pero has resultado ser tú.

La voz de Roy me saca de mis pensamientos. Le encuentro a mi lado, de pie, mirándome con una tranquilidad que pocas veces hay en su rostro. Echo un vistazo rápido alrededor y descubro a MJ y Holly tumbadas en la hierba, señalando cosas en el cielo y hablando entre ellas. Sus risas llegan hasta aquí atravesando el aire.

Torpes con estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora