Camas deshechas

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MJ cierra con sumo cuidado la puerta de su habitación. Estamos a oscuras y mantengo mis zapatos bien agarrados, temiendo que se caigan. Me los he quitado para no hacer ruido al caminar. Diría que a lo tonto hemos tardado cosa de dos minutos en llegar al cuarto de MJ, siendo lentas como caracoles.

Cuando la puerta está cerrada, enciende la luz. El fogonazo me hace cerrar los ojos, y al abrirlos me cuesta mirar alrededor, pero descubro un cuarto pulcramente ordenado, lleno de posters en las paredes, junto con fotografías de MJ con amigos, sobre todo con la tal Claudia. Un globo terráqueo decora su mesilla de noche, que está al lado de su cama. Parece mullida y me dan ganas de deshacerla. Siempre me han gustado más las camas deshechas.

De pronto, MJ pasa los brazos por mi cintura desde mi espalda y me abraza, apoyando la frente en mi omoplato. Una ola reconfortante recorre mis brazos desde mi pecho, y me giro para abrazarla mejor. Su frente pasa a estar apoyada en mi clavícula, y yo dejo descansar mi cabeza sobre la suya.

-Qué alta eres – susurra, y creo que sonríe – A tu lado debo parecer más mona de lo que soy.

Mueve la cabeza y me mira. La emoción que siente aparece en sus ojos marrones, aunque también cierto cansancio por el baile. Me sonríe cariñosa, de una manera que no había hecho antes, haciéndome sentir única. Me dan ganas de pedirle que salga conmigo, ahora, aquí y ahora, pero dijo aquello de llevar las cosas a su manera. No quiero agobiarla y mantengo la proposición dentro de mí, para dentro de más tiempo.

-Ha sido una noche espectacular – dice entonces en el mismo tono de antes, ampliando su sonrisa – Estas cosas sólo me pasan contigo.

-Oh, para nada, preciosa – abre los ojos con sorpresa, y añado – Tú has hecho espectacular la noche.

-¿Yo?

-Claro. Puede que otra haya ganado el puesto de reina, pero lo has sido tú comiéndote la pista de baile – explico.

-Habló la que hizo un concierto y me dedicó una canción sobre marihuana.

-Santo cielo, y dale con que es de marihuana –. Se empieza a reír bajito – Si te la canto a ti, habla de ti. ¿Tan difícil es de entender?

-No, hippie, no es difícil.

Se pone de puntillas y me da un beso rápido en la mejilla antes de alejarse. ¿Hippie? ¿Me ha llamado hippie? Soy lo menos parecido a un hippie.

Se apoya sobre el escritorio y empieza a quitarse cosas: las pulseras, una cadenita fina que lleva en el cuello, las medias... así que aprovecho para dejar mis zapatos en el suelo con cuidado. Para cuando alzo la vista, está frente a mí de espaldas. Capto el mensaje y bajo la cremallera de su vestido, aunque pronto me pongo nerviosa, porque se lo empieza a quitar de inmediato.

Me doy la vuelta y me comienzo a desnudar yo también, aunque me cuesta hacerlo. Pero qué imbécil soy, joder. He visto a varias amigas en ropa interior ya, o a mis compañeras de clase en los vestuarios del instituto, y ahora me tiemblan las manos. Puede que poco, puede que menos que la primera vez que estuve en una situación similar con un chico, pero aun así... es de ser boba. Supongo que es debido a que Jane no es una chica cualquiera, ni una amiga.

Termino de desabotonar la blusa y la dejo caer sobre la cama. Estoy bajando la cremallera de la falda cuando MJ susurra:

-Puedes mirar si quieres...

-Jane, yo...

-Me gusta que me llames Jane. Muy poca gente lo hace porque prefiero MJ, pero me gusta que lo hagas tú.

Torpes con estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora