Debería pedirle salir.
-Deberías pedirle salir.
Resoplo, bajando los hombros, aunque al instante hincho el pecho y vuelvo a mirarme en el espejo del baño. Clavo la vista en mis ojos reflejados, frunciendo el ceño como mi padre cuando se enfada con su papeleo, y me digo:
-Deberías pedirle salir.
Vuelvo a resoplar. Qué difícil. Sé que le gusto, y sé lo muchísimo que ella me gusta, pero dijo aquello de ir a su ritmo y no sé qué... Yo no quiero agobiarla, de verdad.
-Pero de verdad que no quiero – me digo de nuevo, sin quitarme el ojo de encima – Es sólo que quizá sea momento de formalizar un poco las cosas. Ya estamos en Julio, y llevo con ella... bueno... con ella – hago el gesto de comillas con los dedos – desde... ¿Mayo? En realidad no es tanto tiempo pero no sé, me siento como si...
-¡Yo me siento como si tuviera ganas de arreglarme porque he quedado con mi novia! – exclama Brendan al otro lado de la puerta - ¡No sé, es como si lo necesitara, ¿sabes?! ¡Una duchita al menos!
Me alegro de tener un espejo enfrente, porque la cara de hastío que le estoy dedicando a la puerta seguro que también se ve en mi reflejo, aunque yo no pueda verlo, y ese doble gesto termina expresar la suprema alegría que me ha supuesto el prisas de mi hermano.
-¡Si como mucho llevo aquí cinco minutos! – digo, casi gritando, cuando abro la puerta.
-¡Cinco, dice! Llevarás como... ¡como siete!
-¡Oh, Dios mío, siete minutos, que se acaba el mundo!
-¡A algunos nos gusta llegar pronto!
-¡Y a algunas reflexionar en voz alta en la tranquilidad del hogar!
-Tricia, Tricia – dice, tomando mis manos y cerrando los ojos – Tricia, me parece genial, sólo te pido que lo hagas en tu cuarto, ¿eh?, o en momentos más adecuados – me suelta las manos y añade – Ahora sería maravilloso que me dejaras pasar.
-Sólo dime una cosa.
-Jodeeer, ¿el qué? ¿Qué te digo?
-¿Le pido salir o no?
-Sí, supongo, a mí me lo pidió Evelyn.
-Niñato suertudo...
Me aparto y Brendan entra casi corriendo mientras yo dirijo mis pasos a mi cuarto, arrastrando los pies. Me dejo caer sobre la cama y resoplo. Qué techo tan blanco.
Quizás sea demasiado pronto, pero a la vez va siendo hora. O quizás soy tan impaciente como Brendan. O podría dejar las cosas fluir a su ritmo con tranquilidad, pero... ¿acaso no he hecho precisamente esto? Y ahora estoy aquí.
Llamaría a Roy, pero sé lo que me va a decir: que se lo pida, pero ya. Que le mande un mensaje si hace falta, que estoy tardando, que soy una indecisa y que ya me vale. Y sé que tiene razón, toda la razón, pero las dudas me carcomen.
Me llevo las manos a la cara, casi gruñendo, aunque al instante me levanto de un salto. No es para tanto, joder. Se lo pides y si dice que no, ¿qué pasa? Nada, no pasa nada. Sólo me sentará como una patada, pero... ¡pero todo bien!
A la mierda.
Me quito el pijama y me pongo casi lo primero que encuentro tirado por mi cuarto: unos shorts rojos, una camiseta blanca en la que pone "Trying to keep it cool" y las zapatillas de siempre. El pelo lo manejo como puedo, pero queda tan despuntado como siempre, y en cuanto oigo a Brendan cerrar la ducha, le pido a través de la puerta mi desodorante. Lo dejo en el suelo y salgo corriendo de casa, antes de que me arrepienta.
El primer autobús llega pronto, aunque estoy tan inquieta que intento comunicarme telepáticamente con el conductor, pidiéndole que por favor acelere, que quiero llegar cuanto antes a casa de Jane. Quizás por tener tantas prisas el segundo bus tarda un siglo en llegar y otro en dejarme en la parada. Echo a correr desde ahí, llena de una adrenalina que acelera mis latidos pero me da toda la energía necesaria al mismo tiempo, hasta que llego al edificio. Me hormiguean las piernas y respiro por la boca, mirando la ventana de MJ. Pensaba hacerme la romántica y tirar piedrecitas hasta que se asomase, pero me da que está demasiado alta. Mejor será mandar un mensajito: "Asómate a la ventana".
La última conexión fue hace unas horas y los minutos pasan alargándose como nunca. Pinta mal. A lo peor ha quedado y estoy yo aquí haciendo el subnormal, como de costumbre. Es que no me da para más. No podía proponerle que diéramos una vuelta, no, tenía que venir a su casa arrastrada por un impulso y hacer el imbécil. Pero es que... ¡es que me arrepentiría si no!
-¿Tricia?
Levanto la vista. MJ está asomada a su ventana, con una toalla en la cabeza, y me mira con los ojos bien abiertos... o eso creo, desde aquí no es que vea muy bien.
-¿Qué haces aquí? – me pregunta, riéndose de golpe, aunque entiendo lo que me dice más por contexto que otra cosa.
-¡Jane! – exclamo - ¡Deberíamos salir!
-¿A dónde? – pregunta, esta vez más alto.
-¡No te hagas la tonta!
-¡Ah! – baja la vista, y su gesto se torna triste - ¡Pues no!
-¿¡Qué!? ¿Cómo que no?
-Todavía estoy pensando en final de verano, cuando te vayas – dice, todavía sin mirarme – Cuando me aclare te diré.
-¡Mary Jane, escúchame! – exclamo, agitando la cabeza. La negativa era una posibilidad y ha ocurrido, pero no pasa nada, todo va bien, me niego a estar triste ahora, tendré tiempo más tarde. La señalo, seria, decidida, y exclamo - ¡Eres maravillosa y quiero ser tu novia y voy a hacer lo imposible para que te aclares y estemos saliendo a final de verano!
-¡Pero si puede que te lo pida yo en un par de semanas! – responde ella, riéndose, feliz.
-¡Me da igual!
-Eres genial, Tricia – me sonríe con ternura y bajo el brazo, respondiendo apenas encogiéndome de hombros - ¿Quieres subir un rato a casa?
-A ver, primero me rechazas y luego me haces una proposición así de indecente. ¿¡Pero qué te pasa!?
Se echa a reír y se despide con la mano para luego desaparecer. Ha dejado la ventana abierta y oigo sus risotadas cantarinas alejándose, y pronto el pitido de la puerta de la calle al abrirse.
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Torpes con estrella
Genç Kurgu"Tricia, te gusta", me dije el otro día mirándome al espejo, llenando mi propia boca del terrible nombre que eligieron mis padres para mí. "Te gusta, admítelo. No pasa nada". Pero sí que pasa, sí. Yo desde siempre he sido gilipollas. De pequeña me d...