Mi compañero de laboratorio abre la trucha con cuidado, concentrado en lo que hace. El olor a pescado se incrementa según desliza el filo por las escamas, emanando del interior del pez y provocando que sea incapaz de contener una mueca de asco. Me da igual ver sus órganos, pero el olor es terrible, al igual que lo ha sido en las prácticas con ranas, e incluso aquella vez que diseccionamos un corazón de vaca.
-Vale, esto ya está – dice, dejando el bisturí sobre la mesa - ¿Sacas tú el corazón?
-¿Y tú el hígado?
-Y luego tú la vejiga natatoria.
-La vejiga natatoria es lo que me hace más ilusión, desde luego.
Tomo unas pinzas y voy separando cosas en busca del corazón de la pobre trucha. Noto el ceño fruncido no sólo por la concentración, si no por el terrible olor, hasta que encuentro el órgano y lo saco, cortando las venas con cuidado. Lo dejo a un lado y el proceso se va repitiendo, por turnos, hasta que está todo lo necesario fuera.
El profesor se acerca a nosotros un rato después, revisa si son los órganos adecuados y nos hace unas cuantas preguntas sobre los que siguen dentro de la trucha. Cuando se da por satisfecho, dice que podemos irnos, y lo hacemos, claro que lo hacemos. ¿Qué clase de estudiante no se iría antes de una clase si el profesor lo permitiera?
Tiramos los guantes de látex a la papelera antes de salir, dejando las batas colgadas de unos percheros atornillados a la pared.
-Eso ha sido un examen fijo, aunque lo haya llamado práctica – comenta mi compañero mientras caminamos por los pasillos - O ha contado algo para nota, al menos. Tanta preguntita y tanta mierda – resopla – Pero hemos contestado bien, ¿no?
-¿Sí...? – me encojo de hombros – No lo sé.
-Mira, lo voy a buscar en internet porque ahora estoy rallado... - dice sacando el móvil.
-Me lo cuentas mañana, que yo todavía tengo que ir al aula de Arte – levanta la vista de la pantalla para dedicarme una mirada escéptica – Ya sabes que está a tomar por culo.
Asiente un par de veces con la cabeza y nos despedimos. Paso por mi taquilla, donde guardo mi delantal salpicado de pintura, me lo pongo y estoy a punto de irme cuando me decido a dejarle una nota a MJ. Saco un folio en blanco, lo doblo por la mitad y hago un dibujo tonto de ella llevando los libros entre los brazos. Añado un "Espero que estés pasando buen día, sin tropiezos por el pasillo". Después paso la hoja después por el mínimo espacio que queda entre el marco de la taquilla y la puerta, procurando que asome una esquina.
Para cuando llego al aula de Arte, ya encuentro a Roy esperando a que la abran junto con otros compañeros. Me mira con los ojos muy abiertos.
-No me lo puedo creer – dice, acercándose – La lentorra de Tricia llegando pronto.
-Mira, si no quieres que te narre con detalle la disección que he hecho en biología, mejor que cierres el pico – le amenazo, señalándole con el dedo índice.
-Si ya me la contaste ayer, idiota. Lo de la trucha y todo eso.
-Ya, pero ahora lo he vivido. Te puedo describir cada traza del olor y el color de los órganos y-
-Vale, vale – me interrumpe, levantando las manos – No quiero saber nada de tus asquerosas prácticas.
Sonrío victoriosa y me decido a dejar la mochila en el suelo hasta que llegue la profesora. Estoy irguiéndome cuando alguien pregunta:
-Oye, ¿es verdad eso de que vais a tocar en el baile?
Levanto la cabeza. Una chica pelirroja, compañera de Roy en todas sus asignaturas, me mira expectante. El resto de miradas también se centran en mí de golpe.
-Roy me lo ha comentado, pero me ha contado ya tantas milongas que necesito confirmación – añade, provocando que el susodicho se ría.
-Pues sí que es verdad, sí, pero serán sólo cuarenta minutos de concierto, no os destrozaremos mucho los oídos – digo, provocando las risas de la mayoría de los presentes.
La profesora llega poco después, y la clase se pasa más deprisa que la mayoría. Me sumerjo en el último curro del curso según llego a mi asiento, perdiendo la noción del tiempo, ya que necesito trabajar deprisa y conseguir una nota mínima de seis con cinco. Mi representación satírica de América no le hizo mucha gracia a la profesora y me suspendió. "Es de mal gusto, Tricia", me dijo, "Aunque la técnica no es mala. Un cuatro".
Desde entonces, Roy me llama Banksy durante estas clases, me anima a hacer grafitis y a construir el parque temático más deprimente de la historia.
Cuando estamos en el autobús, como siempre sentados uno al lado del otro, me dice mirando por la ventana:
-Los exámenes son la semana que viene, el baile en dos semanas y media, y nos graduamos en cuatro...
-No me lo recuerdes, qué estrés – contesto, deslizándome en el asiento – Tengo ganas de terminar ya todos los trabajos y exámenes, dar el concierto, graduarme, ir a la fiesta y adiós. Adiós a todo esto.
-Adiós a MJ – dice, girando la cabeza hacia mí – Nos piramos a la uni y, si estás con ella, tendrás una relación a distancia.
-Pero volveré en temporadas de vacaciones, y ella puede venir a nuestra universidad cuando acabe el instituto. Estaríamos en relación a distancia sólo un año.
-O quizás quiera entrar en otra. ¿Has pensado en eso?
-Siquiera he pensado en cómo pedirle que venga al baile conmigo, así que imagínate.
-Pero menuda tela tienes...
El ambiente se torna cargado un instante. Nuestro silencio resulta más intenso que las constantes conversaciones y risas que se oyen en el resto del bus, que no acallan las preguntas que se forman en mi cabeza. Ya no sólo me preocupan los exámenes, incluyendo el de acceso, el concierto y todo eso... ahora me doy cuenta de que quizás lo mío con MJ se acabe. Por supuesto podría acabarse en cualquier momento, pero no había pensado que sería por eso.
Roy pone la mano en mi hombro, devolviéndome a la realidad.
-No pasa nada, Tricia – dice en tono tranquilo, dedicándome una mirada sincera – Sólo tienes que hablar las cosas con ella antes de pirarte a finales de agosto. Ahora preocúpate de los exámenes y de que sea tu pareja para el baile.
-Sí, supongo que haré eso.
Le doy un abrazo antes de bajar del autobús. Brendan, que como siempre estaba al fondo, me pide ayuda con su examen de matemáticas mientras vamos a casa. Le respondo que primero descansaré un ratito, y después de comer, subo a mi cuarto, donde me dejo caer en plancha sobre la cama.
Poco después el móvil vibra. MJ me ha mandado una foto en la que sale posando con el dibujo que he dejado en su taquilla. Lo mira con una amplia sonrisa que se contagia a mis labios, aunque al mismo tiempo siento una punzada de tristeza. Siquiera es mi novia y ya tengo que comentarle que me piro, aunque siendo como es, lo habrá pensado. Quizás es uno de los motivos por los que quiere ir a su ritmo, o quizás esos motivos hacen que no esté segura de empezar nada conmigo... o de ponerle un nombre.
Da igual. Ya lo hablaré con ella en un futuro. Primero los exámenes, luego el baile, y por último, pedirle salir y comentarle lo de la universidad. Lo importante es priorizar.
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Torpes con estrella
Novela Juvenil"Tricia, te gusta", me dije el otro día mirándome al espejo, llenando mi propia boca del terrible nombre que eligieron mis padres para mí. "Te gusta, admítelo. No pasa nada". Pero sí que pasa, sí. Yo desde siempre he sido gilipollas. De pequeña me d...