Jane juguetea con mis dedos, nerviosa como pocas veces. Hemos caminado juntas hasta un parque y aquí estamos, sentadas en el césped, una botella de agua tirada en la hierba, la sombra de un árbol protegiéndonos del sol. Hasta ahora todo iba bien, normal, como siempre, hasta que me ha cogido las manos y se ha puesto seria.
Diría el típico "tenemos que hablar", pero prefiero esperar a que empiece cuando ella quiera. Ya sabemos las dos que tenemos que hablar, no hace falta que se lo recuerde, y lo está intentando ahora mismo.
Agacha la cabeza, cierra los ojos. Respondo apretando sus manos con cariño para que las deje quietas y suspira. Está empezando a preocuparme. Más. Si es que cabe algo más de inquietud en mi cuerpo, claro, que lo dudo.
-Esto es un poco difícil para mí – dice, sin mirarme – No pensaba decírtelo, a ti ni a nadie.
-No me digas más, Jane – contesto – Eres lesbiana.
Se ríe, levantando momentáneamente la vista a mis ojos, y noto que se relaja un poco. Suelto una de sus manos y le levanto un poco la cabeza desde el mentón. Ella me mira, resopla, y pone recta la espalda. Su mirada castaña se fija en la mía y veo en ella cómo pasa del titubeo a la determinación:
-Salí con alguien antes que tú – me dice, y parpadeo un par de veces antes de responder:
-Pero si me dijiste que nunca habías estado con nadie.
-Lo sé, lo sé... - mira a un lado, un gesto arrepentido en su rostro – Tampoco fue exactamente salir. Fue... algo.
-Bueno, ¿y qué pasa con eso?
-La chica con la que salí, ella... -. Una leve mueca de ira tuerce sus labios – Ella me trató mal –. Centra de nuevo su mirada en mí – Creo que por eso Chris el otro día dijo aquello de que no eras suficiente para mí y que yo era complicada y esas cosas. Tiene miedo de que me pase algo similar. Al fin y al cabo, lleva muchos años siendo mi amigo, como Claudia. Ellos son los únicos que saben lo que pasó.
-Pero... ¿puedes explicarme qué fue?
-Sí, vale... claro. Déjame beber agua.
Le paso la botella, da un par de tragos, la deja a su lado. Sus manos tiemblan un instante y veo que controla la respiración, así que le digo que espere. Voy al árbol más cercano y me siento apoyando la espalda contra el tronco, para después decirle que venga, que se siente entre mis piernas. Lo hace, apoyando la nuca en mi hombro, y yo paso los brazos bajo los suyos y entrelazamos los dedos.
-Qué bien, así – comenta – Mejor que antes.
-Me alegro. Es que te noto muy nerviosa, linda.
-Ya... ya te digo que esto es un poco difícil para mí.
-Te diría que no me lo cuentes si no quieres, pero creo que es necesario, y además me muero de curiosidad y bueno, no vas a torturarme dejándome con ella, ¿no?
Se ríe de nuevo, suave, mientras niega con la cabeza. Yo sonrío un poco mientras se acurruca contra mí.
-Me hizo sentir muy mal, Tricia, increíblemente mal. Nunca nada era suficiente para ella, nada de mí. Era lo peor, o eso me hacía sentir –. Suspira – A veces todavía lo siento.
-Todos nos sentimos así a veces, no te preocupes.
-Supongo que sí. El problema es que ella me hizo sentir así. Ah, me gustaba tantísimo, tantísimo. Y ella... me dijo que no podía estar con alguien como yo. Y esa parte la entiendo, de verdad, entiendo que no puedo gustarle a todo el mundo, pero añadió que... que si cambiaba, quizás podría estar conmigo -. Su voz suena especialmente dolida en esa última frase, y me aprieta los dedos entre los suyos – Y no sé bien por qué, pero empecé a adaptarme a lo que ella quería. Creo que lo hice porque ella era de este tipo de personas que obnubilan, ¿sabes? Que absorben. Todo el mundo quería estar siempre con ella. Me arrastró a mí como hacía con todos, pero a mí de una manera muy distinta.
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Torpes con estrella
Teen Fiction"Tricia, te gusta", me dije el otro día mirándome al espejo, llenando mi propia boca del terrible nombre que eligieron mis padres para mí. "Te gusta, admítelo. No pasa nada". Pero sí que pasa, sí. Yo desde siempre he sido gilipollas. De pequeña me d...