XXI // 𝘈𝘮𝘦𝘯𝘢𝘻𝘢𝘳 𝘤𝘰𝘯 𝘢𝘳𝘮𝘢𝘴/𝘰𝘣𝘫𝘦𝘵𝘰𝘴

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Topo se había despertado más temprano de lo normal. Ahora, eran las seis, de la mañana.

Se levantó de la cama, observó a Roberto dormir. Y, fue al baño. Hizo lo suyo, se lavó las manos y después fue a la cocina.

Se preparó un café y fue a la sala. Se sentó y lo tomó calmado. Hace bastante no se sentía así, no experimentaba ese sentimiento, esa emoción. Calma.

Pasó una hora. Topo estaba en la sala mirando las noticias. Roberto recién se levantaba de la cama.

Pasaron unos minutos, diez, exactamente. Roberto salió del baño y fue con Topo, a la sala.

— ¿Me hiciste el desayuno? —preguntó Roberto.

—No, perdón... ¿Te lo tenía que hacer? —respondió Topo.

— “¿Te lo tenía que hacer?” ¿Te falta materia gris o desarrollaste un retraso mental?

—No era para que te enojaras... Roberto, simplemente te lo preguntaba de buena manera...

—Y yo te estoy respondiendo de “buena” manera. ¿Ya no te puedo hablar? ¿Quién te entiende Gustavo?

—Se supone que tú deberías entenderme. Por algo somos pareja, ¿No? ¡Roberto, sos insoportable! No te aguanto más.

— ¿¡Quién te crees para hablarme así!? —exclamó Roberto y apretó los puños — ¿Me estás tratando como una mala persona?

— ¡Sí! Porque lo sos, ¿Y te digo algo? No te voy a aguantar un minuto más. Lo nuestro se acabó.

Roberto quedó helado. No dijo nada más, solo apretó sus puños y dejó ver una expresión de confusión.

Topo se fue de la sala y entró a la habitación de ambos. Dejando a Roberto solo.

Y él, como era de esperarse. No iba a dejar que eso pasase.

Fue a la cocina. Buscó entre los cajones y sacó un cuchillo. Lo empuñó y fue a la habitación donde Topo se encontraba guardando sus cosas.

—Guardás una cosa más, o me confirmás que de verdad se terminó todo lo nuestro. Y te juro que no salís nunca más de esta casa —dijo Roberto apuntando a Topo con el cuchillo.

— ¿Qué? —Topo volteó y miró a Roberto.

Un escalofrío recorrió el cuerpo del menor. Soltó la camisa que tenía en su mano y observó a su pareja. Aterrado.

—Roberto... Los dos sabemos que sí seguimos así, ninguno de nosotros va a ser realmente feliz... Lo hago por nosotros —dijo Topo.

—Podemos cambiar, estando juntos —dijo Roberto y puso la punta del cuchillo en el pecho de Topo —. No creas que te haré daño, mientras nuestra relación siga ardiendo. Este cuchillo seguirá en el cajón. Lejos de tu corazón.

— ¿Qué? —Topo miró la cara desquiciada de Roberto. Suspiró y miró a Roberto —, está bien... Podemos seguir... Juntos, confío en que cambiarás... —dijo Topo.

Su confianza era real. En el fondo de su mente, seguía viendo a Roberto con los mismos ojos con los que lo miró el primer día.

El Roberto encantador, amable, leal. El que no era un abusador maníaco.

—Yo confiaba en tí, gordo. ¡Sabía que todavía me amabas! —dijo Roberto con un tono más feliz. Soltó el cuchillo y abrazó a Topo.

Topo se sorprendió con el gesto, esperaba que si lo correspondía. Roberto lo empujara y volviera a insultarlo. Aún así, lo abrazó. Necesitaba un poco de cariño.

Hace bastante que deseaba un poco de afecto de su pareja.

—Yo también te amo, Roberto... Por favor, no rompas tu promesa —dijo Topo.

Roberto se quedó callado. Había logrado lo que quería, otra vez.

Mantenía a Topo cerca de él.

Mantenía a Topo cerca de él

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Otro cap www.

Con este, faltan seis capítulos para el final. Que lamentable. No quiero terminar el violentometro, pero al mismo tiempo sí.

waaa que triste (mentira)

No sé qué decir. Así que me despido.

Adiós hijos de puta, cuídense. Los quiero, muak.

































































Total de palabras: 618.

𝘊𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰́𝘯 𝘔𝘢𝘳𝘪𝘤𝘰́𝘯 ♡ Violentometro // Titopo(n't)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora