XXV // 𝘔𝘶𝘵𝘪𝘭𝘢𝘳

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«Volví a lo de escribir algunas anotaciones, y. Me gusta.

Ya pasó una semana desde que (sin querer) le hice daño a Roberto. ¡Pero ahora él está bien! Y eso me pone feliz.

Digo, ¿Quién no le hace feliz ver bien a su pareja? Quizás los que son abusados por ella... Como yo.

Igualmente, ya me quedé sin ideas para seguir escribiendo así que me despido.

Me llamo Gustavo Antuña, me dicen Topo. Esta fue mi anotación del día.»

Topo se levantó de su silla, dejando el cuaderno en la mesa. Después, fue a la habitación. Donde se encontraba Roberto.

—Tito... Voy a salir a comprar —dijo el de lentes asomándose por la puerta.

—Ni siquiera me importa. Yá, andáte y déjame tranquillo.

—Okey... Perdón.

Roberto se dió la vuelta y le dió la espalda a Topo. Él solo cerró la puerta y se fue.

Agarró las llaves que estaban a un lado de la puerta, y ahí. Se fue de la casa, lamentablemente. No por siempre.

Fue una tienda que, vendía bastantes cosas. Entre ellas. Cuchillos de carnicero.

Topo agarró uno, lo pagó y se lo llevó.

Después, fue a una farmacia y, compró un sedante. Ahora ya tenía lo necesario.

Volvió a casa, lavó el cuchillo y lo dejó en la cocina. El sedante lo dejó arriba de una de las cajas que había en la habitación en la que Roberto lo había encerrado hace algunos días.

Esperó a la noche. Esperando, el tiempo pasó lento. Muy lento.

Pero, cuando por fin llegó la noche. Preparó la cena, actuó con normalidad. Buscó el sedante de la habitación vacía y lo puso en la comida de Roberto.

Sirvió la comida. Roberto comió la suya.

—Tiene un sabor diferente —dijo Roberto.

— ¿Te gusta? —preguntó el de lentes.

—Supongo que sí —respondió el mayor.

Topo sonrió, lo que, extrañó a Roberto.

Después, pasaron unos minutos. Roberto fue a la sala y se sentó en el sofá.

Topo lavó los platos y ordenó la cocina. Luego de hacer eso, fue a la sala para encontrarse con lo que esperaba.

Roberto inconsciente en el sofá.

Gustavo echó otras gotas del sedante en la boca de Roberto. Y después, lo arrastró hasta la habitación vacía.

Cerró la puerta con llave, e iluminó la habitación con unas velas que había encontrado en un cajón.

Ató las piernas de Roberto e improvisó un torniquete en la muñeca izquierda de este.

—Vas a pagar por lo que me hiciste sufrir —dijo Topo por lo bajo.

Dejó ver una sonrisa perversa. Le encantaba la situación.

Improvisó una mordaza y se la puso a Roberto. Y finalmente.

Agarró el cuchillo y lo acercó a la muñeca de Roberto. Notó su mano pálida, había apretado de más el torniquete y la sangre dejaba de llegar a la mano de su pareja.

Empezó a cortar la mano de Roberto.

Al inicio fue fácil, el problema fue cuando llegó al hueso.

El cuchillo tenía muy buen filo, pero no era tan fuerte como para cortar un hueso.

Gustavo vió como Roberto empezaba a abrir los ojos. Del pánico, agarró la cabeza de Roberto y le golpeó unas veces contra el piso.

Roberto volvió a perder la consciencia.

Gustavo siguió con su trabajo.

Probó varías maneras, pero nada sirvió. Así que simplemente, fue por la última manera que se le vino a la mente.

Romperle el hueso, ¿Siquiera podría hacerlo? Estaba en un trance que no le permitía pensar en parar. Solo pensaba en cómo seguir.

Pensó un momento. Hasta que una idea se le vino a la cabeza.

— ¿Y si piso su muñeca? Mi peso quizás la rompa... —pensó Gustavo.

Lo intentó, aparentemente. Funcionó. Se escuchó un leve crujido, que no pareció nada comparado al grito que soltó Roberto.

Topo sabía que si lo golpeaba otra vez quizás lo mataría. Así que simplemente, ajustó más la mordaza.

—Cállate o va a ser peor —dijo el guitarrista y le proporcionó una cachetada a Roberto.

Roberto mostró un miedo de verdad en su cara. Sudaba frío.

Topo siguió con su trabajo, y cuando por fin pudo mutilar la mano de Roberto. Tiró el cuchillo a un lado. Agarró alcohol y otras cosas que había llevado para ese momento. Y desinfectó el corte.

—El de la farmacia fue muy estúpido al venderme el sedante sin pedirme una receta médica —Gustavo rió —, ¿Cómo te sientes, cariño?

Gustavo vendó el corte, de Roberto. Desató sus piernas, le sacó la mordaza y lo dejó tirado.

Encerrado en esa habitación, con los bichos. Su mano recién mutilada y su sangre derramada en el suelo. Completamente adolorido.

Definitivamente este es mi capítulo favorito desde ahora

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Definitivamente este es mi capítulo favorito desde ahora.

Wow, no actualicé a la madrugada. Que raro. Igual. No sé qué decir así que me despido.

Adiós homosexuales, cuídense. Los quiero, muak.























































Total de palabras: 802.

𝘊𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰́𝘯 𝘔𝘢𝘳𝘪𝘤𝘰́𝘯 ♡ Violentometro // Titopo(n't)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora