XII // 𝘋𝘦𝘴𝘵𝘳𝘶𝘪𝘳 𝘢𝘳𝘵𝘪𝘤𝘶𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘭𝘦𝘴

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Era jueves. El cuarteto seguía de gira y como en todos sus destinos; en el hotel actual. Roberto y Topo compartían habitación.

La pareja estaba acostada, en la cama doble. No hablaban. Topo miraba su teléfono y Roberto hacía lo mismo.

Miraba el teléfono de Topo.

Igualmente, solo lo hacía para controlar que Topo no hablara con la persona que Roberto no quisiera.

—Cariño —dijo Topo, volteó a ver a su pareja y dejó su teléfono a un lado.

— ¿Sí?

—Podés alejarte un poco, tengo calor.

— ¿Y yo tengo la culpa?, ¡Dejá de joder Gustavo! Seguramente solo lo decís para hablar con tu amigo, el gay barato —dijo Roberto.

—No es gay, tiene novia...

El mayor rodó los ojos y agarró la muñeca de su pareja, de manera fuerte, agresiva.

—Seguramente vos sos su novia, en secreto. Obviamente.

— ¡No! Nunca te engañaría, Roberto. No digas estupideces —dijo el menor.

—Sí, sí. Obviamente te voy a creer.

Roberto apartó a Topo y agarró el teléfono de este. Se levantó de la cama y lo miró con indiferencia.

— ¿Qué vas a hacer? —preguntó el de lentes y también se levantó.

—Deshacerme de lo que te está alejando.

El menor se quedó callado e intentó acercarse a su pareja. La cual, obviamente impidió esta acción.

—Roberto, podemos... ¡Podemos hablar! No hace falta hacer esto...

—Sí hace falta.

— ¡No lo hagas! —pidió el menor.

—Tarde —dijo Roberto.

Topo se quedó helado, y solo se limitó a observar lo que hacía Roberto.

Él, lanzó el teléfono contra una pared y después, lo tiró al piso. Luego de realizar estas dos acciones, se acercó a su pareja, agarró su mano y le dió un beso en la mejilla. Para después, irse.

Cuando Roberto se retiró de la habitación, Topo se acercó a su teléfono.

— ¡Mierda! —exclamó el guitarrista.

Lo agarró e intentó prenderlo. Inútil. Ni siquiera prendía y la pantalla estaba rota.

Le sorprendió la fuerza con la que tuvo que hacer eso Roberto, pero aún así. No pudo hacer nada más que lamentarse. En ese teléfono tenía cosas importantes.

Algunas cosas del trabajo, o simplemente, fotos que para él tenían algún recuerdo especial.

Había perdido todo eso.

—Gracias Roberto, lo arruinaste todo —dijo Topo y se sentó en la cama.

Nuevamente, Roberto demostró ser la pareja ideal para un masoquista.







































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𝘊𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰́𝘯 𝘔𝘢𝘳𝘪𝘤𝘰́𝘯 ♡ Violentometro // Titopo(n't)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora