XX // 𝘌𝘯𝘤𝘦𝘳𝘳𝘢𝘳 𝘰 𝘢𝘪𝘴𝘭𝘢𝘳

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Topo no estaba en casa cuando Roberto despertó.

Eran las dos de la tarde. No estaba extrañado de haberse despertado a esa hora, se había desvelado. No era una novedad, lo hacía seguido.

Roberto lo buscó, en la cocina, la sala, el baño. Este último de una manera, extrañamente respetuosa, en caso de que hubiera estado allí, Roberto sí tocó la puerta.

— ¿Dónde mierda se fue el tarado? Y encima no me avisó... —pensó Roberto, en voz alta.

Pasaron los minutos, horas. Roberto pensaba qué hacerle a Topo cuándo volviera. Nada bueno, nada normal.

Y, cuando Topo volvió. Ya eran las cuatro, de la tarde.

Roberto agarró su muñeca y lo llevó a la sala. Lo obligó a sentarse frente a él. Le miró enojado y se cruzó de brazos.

— ¿Dónde estabas? —preguntó el mayor.

—Con Pedro, ¿Algún problema? —respondió Topo.

— ¿Qué te dije sobre él?

— ¿Pensás que me importa lo que dijiste?

—Obviamente, si no, no te hablaría —respondió el vocalista.

—Roberto, no hicimos nada. No hace falta que seas tan posesivo...

— ¿Que no hicieron nada? Yo no te voy a hacer nada.

— ¿En serio? —preguntó Topo.

—No.

Roberto, nuevamente. Agarró a Topo de la muñeca. Lo llevó hasta una habitación que tenían, estaba vacía, no la usaban. Pero, aún así, guardaban la llave.

Roberto buscó la llave. Empujó a Topo dentro y le cerró la puerta, con llave.

— ¿Qué haces, Roberto? ¡Déjame salir! —exclamó el menor mientras golpeaba la puerta.

—Cállate, los vecinos van a pensar que te estoy haciendo algo... Si te quedas callado y calmado te voy a sacar más temprano. Así que procura no hacer nada ¿Sí?

— ¡Estás demente! —exclamó Gustavo y siguió golpeando la puerta.

Roberto suspiró. Abrió la puerta y la cerró, ahora desde dentro.

— ¡Sácame de acá!

—Te lo dije claro hace menos de un minuto. Si te calmas, te sacó temprano, ¿Sí?

— ¡No! Esta no es la manera en la que me vas a hacer “entender” —argumentó Topo.

—Es eso o... Vos ya sabés.

El menor suspiró, resignado. Simplemente se sentó en el piso y observó a su pareja irse de la habitación. Y, nuevamente. Cerrar la puerta con llave.

Así estuvo. Perdió la noción del tiempo, simplemente. Hizo algunas anotaciones mentales para matar el aburrimiento.

Por ejemplo: el foco de esa habitación estaba quemado, habían bastantes hormigas y demás.

De estar tantas horas ahí metido. Ya estaba perdiendo la paciencia, y por ello. Volvió a golpear la puerta.

— ¡Cállate Gustavo! Vas a romper la puerta.

— ¡Déjame salir! —gritó Topo —. Estuve calmado durante mucho tiempo, ¿Acaso no fue suficiente?

—Bueno... Ya, ya Topo, ya. Déjame que busco, la llave y te saco —respondió Roberto de mala gana.

Topo se sentó en el piso, con la espalda apoyada en la puerta. Esperó. Pasaron cinco, diez, quince minutos. Que él, al igual que las horas anteriores. Sintió como años.

Después de media hora. Roberto le abrió la puerta.

— ¿Estás bien, mi amor? —preguntó Roberto.

Topo se levantó. Observó a Roberto y salió de la habitación.

—Sí, sí. Ahora que me abriste, sí... ¡Gracias! —dijo Topo más alegre y abrazó a Roberto.

—No me toques, me das asco. Solo te abrí por el poco amor que sigo sintiendo. No te hagas fantasías.

—Perdón, Rober... —dijo Topo y se separó del abrazo con Roberto.

—Ni me hables, gordo. Ya me cansaste demasiado por hoy.

 Ya me cansaste demasiado por hoy

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Actualización. WUU 🥳

Bueno chicos, cada vez falta menos para el final. Así que, eso. No sé qué decir.

Me despido por hoy.

Adiós maricones, cuídense. Los quiero, muak.



































































Total de palabras: 592.

𝘊𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰́𝘯 𝘔𝘢𝘳𝘪𝘤𝘰́𝘯 ♡ Violentometro // Titopo(n't)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora