III // 𝘔𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳, 𝘦𝘯𝘨𝘢𝘯̃𝘢𝘳

344 20 108
                                    

Era de noche. Topo dormía y Roberto se suponía que también lo hacía. Pero no, estaba más que despierto.

Se paró frente al espejo y se arregló un poco. Salió de la habitación y se fue a “dar una vuelta”. En realidad estaba yendo a un prostíbulo.

Sí no tuviera vergüenza, él ya lo habría dicho en cientas de entrevistas. Le importa poco o nada su relación con Topo. Por él ya se habrían separado.

Hace mucho.

Pero como la relación implicaba más reconocimiento para ellos y la banda. Le convenía no separarse. No por ahora.

— ¿Por qué tuve que elegir caminar? —pensaba Roberto.

Se detuvo un minuto. Sacó su teléfono y miró la hora.

1:23 am

—Pensaba que era más tarde... Mejor para mí —dijo Roberto para sí mismo.

Desbloqueó su teléfono. Buscó entre sus contactos y le mandó un mensaje a Topo.

Topo, salí de casa para comprar algo en la farmacia. Vuelvo en un rato

Era poco convincente. Roberto lo sabía, ¿Qué compraría en la farmacia a la madrugada? Nadie lo sabe.

Pero Roberto conocía a Topo. Sabía que le podía decir que se iba a la guerra y él le creería. Era como un adolescente enamorado.

Definitivamente lo era.

Pero no importaba. Ahora ya no. Roberto había llegado al club de putas, eso sí que importaba.

Se metió, así como se la metería a una o quizá dos mujeres. Y de ahí pasó directo a la acción. Tampoco era nada interesante.

De la habitación donde estaba Roberto se escuchaban gemidos, gritos de placer y muchas más cosas. Él y la puta lo disfrutaban.

Topo.

Él, por su parte. Se había despertado, ¿Tenía razones? No, solo el nerviosismo de repentinamente ya no sentir a Roberto a su lado.

Sentado en la cama. Miró a un lado, su teléfono estaba en el piso.

—La puta madre... —pensó Topo —. Se me debe haber caído... Que pelotudo —dijo, ahora en voz alta.

Lo agarró y miró la notificación. Un mensaje. Era de Roberto. Lo leyó, y como el mencionado anteriormente suponía. Se tragó toda la mentira.

Así como la puta se estaba tragando toda la pija de Roberto.

Topo contestó el mensaje. Incrédulo.

Okey, pero no te tardes mucho, cariño. Me había asustado

Topo dejó su celular a un lado. En la mesa de noche. Y se levantó. Salió del cuarto y fue directo a la cocina.

Era consciente de que, hasta que Roberto no volviera. Él no iba a dormir. No lo haría bien.

Se sentó en una silla del comedor y miró el techo. Aburrido. No sabía muy bien qué podría hacer hasta que Roberto volviera.

Sabía que quizá era muy dependiente de su pareja. Pero no podía evitarlo. Amaba mucho a Roberto.

Y el mismo porcentaje de amor que Topo le tenía a Roberto, Roberto le tenía de desinterés a él. Era una hermosa relación si hablamos con psicología.

𝘊𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰́𝘯 𝘔𝘢𝘳𝘪𝘤𝘰́𝘯 ♡ Violentometro // Titopo(n't)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora