XXII // 𝘈𝘮𝘦𝘯𝘢𝘻𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘮𝘶𝘦𝘳𝘵𝘦

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Roberto estaba en el baño. Era de madrugada y no podía dormir, así que. Como de costumbre, se encerró en el baño con el teléfono, buscó fotos de mujeres lindas con poca ropa. Y se hizo una paja.

Más de una. Algunas.

Topo, por su parte. Estaba tirado en la cama, tampoco podía dormir. Desde el día anterior se lamentaba por ser tan idiota y seguir la relación con Roberto.

De cerca el peor error de su vida.

Se iba a lamentar lo que quedaba de ella por eso. La estupidez también se paga.

Se levantó de la cama, y. Con algo de miedo. Agarró una mochila. Abrió el closet y sacó algunas camisetas. Las metió en la mochila y después salió de la habitación.

Si el día anterior no se había ido. Iba a aprovechar esta oportunidad.

Caminó por el pasillo que llevaba, por un lado a la sala. Por el otro a la cocina. Caminó por este, en dirección a la puerta principal.

Iba a abrirla, pero.

—La puta madre... Dejé las llaves, soy pelotudo —dijo para sí mismo.

Dejó la mochila frente a la puerta. Él volvió a la habitación y ahí buscó las llaves. Que, por alguna razón. No estaban allí.

Por su parte. Roberto, salió del baño. Sus manos estaban cansadas y tenía demasiado calor, el baño era una habitación que se calentaba bastante.

Abrió la puerta de la habitación, y. Al ver a Topo tan agitado y buscando algo. Apagó la luz, quería asustarlo a propósito.

Quería agitarlo más de lo que ya estaba. Sabía que así sería más vulnerable y lo podría manipular a su antojo, más fácilmente.

— ¿Qué buscas, gordi? —preguntó Roberto con falso cariño.

— ¿Eh? Eh... Busco la llave... De la puerta —confesó Topo, sabía que no valdría de nada mentirle. ¿O quizás sí?

— ¿Para qué? Son las dos... ¿Vas a salir?, ¿Sin mí?

—Es que... ¡Voy a salir a comprar! —afirmó el guitarrista.

—Claro —dijo el mayor —. Cariño, ya usé ese truco en tí. Dime la verdad, ¿A dónde vas?

Gustavo agachó la mirada. Se cruzó de brazos y suspiró resignado. Su plan se había arruinado por un mísero error.

—Me iba...

Roberto se rió, enojado. Ya sabía a qué se refería Topo. Y no le gustaba nada.

—Topo, ¿Podemos hablar? —preguntó el vocalista con falsa comprensión.

—Claro... ¿De qué? —preguntó el menor.

—De la manera en la que te voy a asesinar —dijo Roberto y acercó su mano a la cara de Topo.

Agarró la cara de Topo y lo obligó a mirarlo.

—Mirá, gordo. Ayer ya tuvimos un problemita, y... No quiero tener otro contigo por tu estupidez, ¿Sí?

— ¿Sí?..

—Bueno, entonces. Si no querés que el mismo cuchillo de ayer, sea el que corte la carne de tu cuerpo que voy a vender como carne de cerdo. Entonces. Quédate. Acá. Conmigo.

El mismo escalofrío de ayer recorrió la espalda de Topo. Miró a Roberto por obligación y asintió intimidado.

—Ahora, bésame. Amor.

— ¿Por qué?

—Te dije que hagas algo. No cuestiones el porque.

—Perdón...

Topo se acercó a Roberto. Sus labios se juntaron, en un frío y amargo, beso. El peor de toda su historia como pareja. En realidad, todos habían sido iguales desde hace mucho tiempo.

Ya habían perdido la cuenta de hace cuánto no eran una pareja “normal”.

Ya habían perdido la cuenta de hace cuánto no eran una pareja “normal”

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Les voy avisando que no se esperen mucho del capítulo que viene. No soy bueno para escribir relaciones sexuales y lo menos que quiero es que lean el próximo capítulo con muchas expectativas y que al final sea malo para sus estándares.

Quitando eso del camino. ¿Cómo están? Yo bien. Demasiado bien, aunque tengo sueño.

Igualmente. En el hipotético caso de que después de este violentometro hiciera otro (no lo voy a hacer, es solo para preguntar), ¿De qué ship les gustaría?

Bueno, ahora sí. Me despido.

Adiós maricones, cuídense. Los quiero, muak.













































































































































































































































Total de palabras: 650.

𝘊𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰́𝘯 𝘔𝘢𝘳𝘪𝘤𝘰́𝘯 ♡ Violentometro // Titopo(n't)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora