Capítulo X

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—Ya cenaron. Ahora a dormir.

Hizo señas con sus manos para señalar las habitaciones de los niños que estaban coloreando sobre la mesa, luego de que él terminara de arreglar la cocina.

—Unos minutitos más— dijo Megumi, atento a no salirse del contorno.

—Preferiría dejarlos durmiendo, porque tengo que ir a una misión.

Fue a pararse entre las sillas de ambos infantes para, con un ágil movimiento, rodear a cada uno con un brazo, alzándolos.

Los dejó frente a sus cuartos, dándole de nuevo las indicaciones de que se prepararan.

Mientras que la niña se dirigía al baño, fue a apoyarse en el umbral de la puerta de Megumi Fushiguro, que buscaba su pijama.

—¿Quieres venir a la misión?

—¿No era que querías que nos fuéramos a dormir?— comentó sin emoción, tomando las prendas para regresar a verlo.

—Oh, vamos. Ya ves maldiciones y vas entendiendo muy rápido esto de la hechicería— y movió un dedo frente a su rostro, sonriendo —. Después de todo lo llevas en la sangre.

—No quiero. Quiero quedarme aquí con Tsumiki, y es muy tarde. Mañana tengo clases— su mirada cambió a una más seria —. Vete que me quiero cambiar.

—Claro, jovencito— levantó las manos en señal de rendición, sin deshacerse de la curva de sus labios —. Quedará para otro día el llevarte a una misión.

Se volteó para dirigirse a la sala a chequear su teléfono. Releyó la ubicación a la que debía ir, siendo que un auto pasaría por él en unos minutos.

Sin importarle la hora, le envío un mensaje a Masamichi Yaga, con la intención de saber si conocía de un tal clan Ito. Obviamente, no vio respuesta al momento.

Quizás le estaba dando muchas vueltas al tema de esa muchacha. ¿A qué se debían las extrañas sensaciones que experimento tras cada encuentro con ella? ¿Un ritual? Lo dudaba, ya que parecía ni siquiera comprender su propia energía maldita.

Debería de ignorarla y listo.

Pero quería información.

—¡Ya salí, Megumi!

Oyó a Tsumiki salir del baño para, posteriormente, ingresar el niño en silencio.

Guardó el teléfono para quedar con los brazos cruzados, aguardando a que los infantes ya se fuesen a dormir. De cualquier modo, se hacía cargo de ellos por el pequeño.

—Es una débil...— balbuceó, refiriéndose a ______ Ito —Incluso una maldición clase cuatro la vencería. No tiene caso.

Desde su sitio, veía como esa maldición tenía en su boca la cabeza de una persona que estaba trabajando

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Desde su sitio, veía como esa maldición tenía en su boca la cabeza de una persona que estaba trabajando. Dudaba en si hacer un movimiento para eliminarla de un solo tirón de un hilo.

HILOS |Satoru Gojo y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora