Capítulo XXXI

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Acomodó la taza de té sobre la mesita que había frente a ella, mientras que Shukumei la seguía con la mirada.

—Estás tranquila— habló seria.

—Creo que estoy tranquila— respondió neutra, bajando las manos a su regazo, enderezando perezosamente la columna.

—No te veo desde hace días. ¿Cómo estás con lo de la lectura?

Realizó un pequeño gesto con sus labios, desviando la mirada a una esquina.

—Podría estar tomándomelo peor...

—También me enteré que te enteraste que Takeshi es un hechicero.

—Sí, también— afirmó.

—También de que tu amiga se enteró que eres hechicera.

—¿Qué más te dijo mi abuela?— suspiró cerrando los ojos y tomándose del puente de la nariz, cansada.

—No más que eso. Pero quiero información que a mí me interesa.

Entendió desde el comienzo a qué se refería.

—Ve una novela, eso es más interesante que meterse en mi vida.

Se levantó para agarrar las tazas y llevarlas a la cocina, escuchando un pequeño reproche de parte de la anciana.

Al llegar allí, ayudó en silencio a su abuela Mitsuko que se hallaba decorando unas galletas que acababa de sacar del horno. Preparaba de más porque ______ le contó que Keina vendría y le pidió si, por favor, le podía prestar sus gafas que le permiten ver todo lo relacionado a la hechicería. Eso había agarrado desprevenida a la mayor, mientras que Tokiko seguía sin saber de ello.

Solo tenía la idea de que si esa mujer se enteraba, le daría pie a volver a insistir con las tutorías. Después de todo, no dejaría escapar tal oportunidad.

Lo único que esperaba era que se marchara antes de ello.

Al momento de regresar a esa sala con su abuela que llevaba lo que hizo, voltearon a ver a Tokiko Shukumei que hablaba.

—Me encontré a un viejo amigo de Tatsuya.

—¿Yaga?— preguntó Mitsuko, deteniéndose sorprendida.

_______ volteó a verlas a ambas, sonándole de algún lado ese apellido. Claramente, de cuando era pequeña y estaba con su tío. Hasta podía recordar vagamente una silueta.

—El mismo. Me preguntó por ______, que imaginaba que ya estaba grande.

En definitiva, sus recuerdos iban por buen camino.

—También me contó que hacia un tiempo estaba recordando a Tatsuya por la pregunta de un estudiante. Y que encontró unas viejas cosas de él que tiene para darle a ______.

La nombrada arqueó una ceja. ¿Qué tendría de su tío luego de tantos años?

Y respecto al estudiante, no tardó en imaginar que se trataba de Satoru Gojo. Desvió la mirada al suelo al recordarlo. Probablemente de ahí había sacado información de ella, de un viejo amigo de Tatsuya Ito.

De él apenas sabía algo luego de lo sucedido el martes en la noche, debido que a la hora de dejarla le envió un mensaje preguntando cómo estaba y luego nada más.

—¿Qué será? — se preguntó la abuela, incrédula, mientras dejaba la bandeja de galletas sobre la mesa. Y le dio una ligera palmada en la mano a Tokiko cuando atinó a tomar una —Estamos esperando visitas.

—¿¡Gojo!?— exclamó emocionada, pintando claros signos de alegría por todo su rostro.

—Mi amiga— la corrigió estando de brazos cruzados la más joven.

HILOS |Satoru Gojo y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora