HILOS |Satoru Gojo y tú|

Capítulo XXXIII

Terminaba de responder un mensaje de Jouji, que le preguntaba el color favorito de Keina para hacerle un regalo. Sonrió para dejar el teléfono a un lado y continuar con su tarea que ya estaba por acabarla.

Oyó como llamaban a la puerta de su habitación, que estaba entreabierta, para voltear y ver a su padre asomarse.

—¿Estás muy ocupada?

—Ya casi termino. ¿Por qué? — se echó en su asiento, dejando caer su mano con el lápiz.

—Quisiera que fueras al living unos segundos.

—Claro— asintió sin comprender mucho, para ponerse de pie e ir tras él.

En la casa de los niños había estado como unas tres horas para luego regresar a la suya a descansar. Ya casi era hora de la cena. Tal vez necesitaba ayuda para preparar las cosas para comer.

Al llegar a esa habitación, sus ojos se posaron sobre el arete que descansaba sobre la pequeña mesa de centro, al tiempo en que Takeshi se sentaba en un sillón, apoyando sus codos sobre las rodillas.

—¿Dónde lo encontraste?

¿Cómo decirle?

—Yaga, el amigo de Tatsuya lo tenía...— al menos no mentía, pero no quería incluir a Satoru en la ecuación.

—Hoy ha sido un día extraño— mencionó serio, bajando la cabeza.

_______, no muy segura, se sentó en otro sillón, volteando a ver a la cocina en donde estaba su madre cocinando y no hacía falta mencionar que también escuchaba.

—Primero te desapareces casi todo el día, Yaga vino hasta aquí y hablamos un poco, y comencé a recibir raros mensajes por parte de unos primos y sobrinos.

Tragó saliva. No le había mencionado en lo más mínimo en dónde estuvo ese tiempo antes del mediodía, pero parecía que ya se había enterado.

—Incluso mamá me dijo que regresó rápido de la reunión familiar.

Alzó su mirada seriamente, provocando que los músculos de su hija se tensaran.

—¿Cómo es eso que casi tuviste un duelo a muerte con el tío Takumi?

—Eso...— sonrió nerviosa, sin saber qué decir.

—¿Cómo que ahora eres la líder del clan Ito?

—Eso... Apenas lo entiendo...

—¿Y quién ese "futuro esposo" tuyo?

Su semblante cambió a uno derrotado, pintando una curva forzada en sus labios. Se sentía totalmente frita.

—Todo muy gracioso. ¿No crees, papá?

No logró ni que hiciera una mínima mueca. Permanecía igual. Cerró con fuerza sus ojos.

Lo de ser la líder del clan no mucho comprendía. Satoru le comentó que su profesor le dijo que ese arete tenía un ritual, que solo permitía que la sangre Ito que tenía la técnica pudiese tocarlo y liderar la familia. Por eso, cuando Takumi lo tocó, lo quemó. Si el anciano hubiese tenido suerte, el arete lo hubiese podido seleccionar. Pero ese no fue el golpe que recibió.

Ahora cargaba con él una marca que lo delataba como alguien que quiso robarse el poder.

Tampoco deseaba imaginar cómo estaría en esos momentos el mayor, ni ningún otro familiar.

Parecía que su padre también conocía la marca que recibiría si lo tocaba, porque percibía su precaución incluso al tocar el tema.

—¿Y?