Capítulo XXVIII

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No creía que su padre también tenía energía maldita. Luego de la cortante respuesta que le dio a Satoru Gojo, no habló demasiado por el resto de esa noche. Incluso su mañana fue bastante callada. Jouji, en kyudo, le preguntó qué le pasaba pero su respuesta de que nada no lo convenció en lo más mínimo.

Ni siquiera pudo hablar con su progenitor al respecto. Tenía dudas, pero no era que él no le respondiera: ella no podía formular las preguntas.

Sentada del otro lado de la mesita, tenía una taza de té entre sus manos. Se hallaba en lo de su abuela como le había dicho el día jueves, solo que sin los ánimos que pensó.

—En la adolescencia, tu papá era hechicero. Sé que llegó hasta la categoría de cuasi-primer grado.

Mencionó Mitsuko, frente a ella, habiendo dejado la bebida sobre el mueble.

—Solo puede utilizar energía maldita, no rituales. Si no, ¿cómo crees que heredaste tú también esas habilidades?

Tenía razón. Nunca había reparado sobre su propia situación. Takeshi jamás había mostrado ese lado suyo; es más, estaba en contra de lo mismo. Quizás, si lo hubiera pensado, hubiera relacionado su energía maldita más con su tío.

No sabía que habían hechiceros sin técnicas innatas ni rituales. Ahora comprendía las palabras que alguna vez le dijo Tatsuya, de que admiraba a un hechicero sin rituales: su hermano mayor, Takeshi.

Apenas movió la cabeza, dándole la pauta a la mayor de seguir.

—Pero cuando naciste decidió tener un trabajo más seguro para verte crecer. Tampoco quería que te enteraras de su pasado... De eso no sé el motivo...

______ dio un sorbo a su té para, después de tragar, soltar un pesado suspiro, relajando su postura.

—Desde lo de Tatsuya, no quiso que te involucraras en ese mundo por más que te encantara. Recuerdo tu fascinación... Pero por lo de tu tío adoptaste la misma postura que él, así que le fue más fácil alejarte...

—Con razón me puso presión respecto al tema cuando volví del primer entrenamiento con Shukumei— recapacitó en eso, apoyando la taza sobre la mesita, bastante desanimada —. Se dio cuenta de que empezaba a controlar mi energía maldita...

Su abuela asintió, afirmando que seguro a eso se debía, a pesar de no saber nada al respecto.

—Creo que él, de cualquier modo, no se puede alejar de la hechicería... No le digas que te dije, pero no tiene turnos extra en el trabajo. Va al gimnasio o a exorcizar alguna maldición de vez en cuando— tomó una galleta —. Justo lo he llamado y me ha dicho. Sabe que a mí no me puede mentir— dijo en un tono más serio —. También le he dicho que le diga a tu madre, sino ella creerá que la está engañando.

No esperaba esa información.

Quizás eso le daba pie a pensar porqué ella se había vuelto más pendiente respecto al tema, pero sin tener en cuenta que era inexperta en el tema. Si no le hubiera dicho nada a Keina de ir a ver qué sucedía, seguramente ya le hubiera respondido a su mensaje de la mañana. O este mismo sería otro.

Estaba viendo que la situación estaba complicada. Lo entendía. Su amiga nunca había visto algo como eso en su vida, y el enterarse de ese secreto de ella, parecía que peor resultó.

Lentamente, los dedos de su mano izquierda se fueron cerrando hasta formar un puño, sintiendo en el meñique ese hilo.

Levantó la mirada para quedar viendo de reojo a su abuela. Ahora se le estaba presentando otro problema. ¿Por qué lo sentía si Satoru había cambiado la escritura?

HILOS |Satoru Gojo y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora