Capítulo XVII

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Cuando Tokiko Shukumei regresó a ver al muchacho que tenía a un lado, su mandíbula cayó bruscamente y sus ojos se abrieron de a par. No creía la belleza que tenía tan cerca.

—Por mis ancestros... 

—Ya vámonos de aquí— tomó de la manga a la anciana, pero esta quitó de allí su abanicó para darle un golpe en la mano, el cual ______ tardó en percibir —. ¡Eh!

—¡Eh, tú!— se quejó para regresar a verlo embobada.

—Vamos, no arruines la vista de la abuela— modeló Satoru Gojo mientras sonreía, provocando que la fémina bufara molesta.

—Puedo mantenerte si quieres— comentó Tokiko, avergonzando todavía más a ______. ¿No se estaba dando cuenta que era el chico del clan Gojo?

Satoru soltó una risa que incluso a ella la puso nerviosa. ¿Qué tan perfecto tenía que ser?

—¿Cuál es su nombre, bella jovencita?

Sonrió de lado mientras se inclinaba, estirando una mano para tomar la de Shukumei, como si fuese un príncipe de algún sueño.

Ito reaccionó rápido a la pregunta. Si ella le decía su nombre y Satoru la reconocía, ¿qué pasaría? ¿Y si Tokiko se presentaba como la lectora del destino y le contaba la lectura que le hizo?

No podía ser, ¿cierto? Además, estaba muy embobada como para ceder al muchacho de cabellos blancos por más que ella misma quisiera metérselo por los ojos a _______.

—Tokiko-...

—Ito. Es mi tía abuela.

Se apresuró a interrumpirla, provocando que la anciana frunciera el rostro, demostrando su confusión para voltear a mirarla, al tiempo en que su mano quedaba congelada en el trayecto a posarla sobre la del chico, que también la miró.

—No me cases con Haruki— dijo asqueada.

De los cinco hermanos que eran los Ito, Haruki fue el único que permaneció soltero. Y por lo que notaba, no fue del gusto de Shukumei.

—Ay, tía, no diga eso— se abrazó a su brazo, viéndola con insistencia, para que comprendiera que ya era hora de marcharse —. Vivió enamorada de él.

Tokiko comprendió el juego de la muchacha, pero lo iba a seguir a su gusto.

—Pero ahora estoy viuda, en busca de un joven encantador— se paró, orgullosa de cada palabra que decía, regresando a ver a Satoru para regalarle una sonrisa.

—Entonces es un placer conocerla, señorita Tokiko. 

—No me sonría así, galán, que me enamoro— agitó sus pestañas, posando una mano en una mejilla.

—Me llamo Satoru Gojo.

Ante la coqueta curva en los labios del nombrado, ambas se congelaron. Sobre todo la anciana. Quedaron un par de segundos así. ______ temía lo peor. ¿Y si ahora los empezaba a emparejar?

Sintió que con un empujón de cadera era apartada a un costado, soltándose del brazo de la hechicera y tambaleándose.

—¡A un lado!— se aproximó al muchacho tras alejarla, para tomar de las manos a Gojo, provocando que el mismo sonriera confundido —Cásate conmigo.

Ante su seria propuesta, alejó sus manos, sintiendo como una de sus cejas temblaba por lo incómodo que se tornó todo.

—¡Sí!— exclamó la muchacha, eso podría evitar su lectura, pero su sonrisa se borró ni bien lo dijo —¡No...! Espera, ¿qué?

HILOS |Satoru Gojo y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora