Princesa Anya.
16 de marzo de 1885.
Me coloco mis guantes blancos y camino hacia el carruaje blanco descapotado para emprender el viaje fuera del castillo.
El primer día, el festival es en el pueblo donde se recorre con un desfile, el segundo día, cada negocio se posiciona en el lago del castillo, donde hay espectáculos en la noche; y el tercer día, en el mismo lugar hay actividades, y al final de la noche se colocan en pequeños barcos velas que flotan en él.
Uno de los peajes me ayuda a subir al carruaje, el mismo está decorado con flores azules y blancas.
Los reyes ya están frente a mí, me sonríen, aunque la sonrisa incómoda de la reina me recuerda a las cosas que oí decir por parte de Zachary anoche, las palabras se deslizaban sin rencor alguno.
No sé porqué me sorprendió escucharlo.
Tal vez esto no hubiera pasado si mi padre y mi hermano estuvieran aquí, así Zachary se guardaba esas palabras solo para él.
Y hablando del diablo, el mencionado anteriormente aparece sentándose a mi lado.
El rey hace una señal para que el carruaje se ponga en marcha.
—¿Cómo está? —Zachary susurra a mi lado.
Decido no responder y mirar hacia el lado contrario.
Nos colocamos entre la fila del desfile.
Veo enormes carruajes de colores, hay personas disfrazadas, veo niños uniformados, todo es color y alegría.
—Anya...
—No quiero escucharte.
Escucho su pesada exhalación y dice:
—Sé que no hay excusa a nada de lo que te dije anoche y no hay perdón que valga para que no sientas este enojo por mí, pero... —deja la frase flotando entre nosotros.
Volteo esperando que continúe.
—¿Pero? —Insisto.
Sus ojos azules, casi grises, brillan con el sol, su traje azul y medallas doradas lo adornan haciéndolo ver inalcanzable.
—Pero debes fingir que no estas molesta, vamos hacer un recorrido...
—En donde las personas nos verán. —Lo interrumpo—. Es la primera vez que nos ven juntos, debemos dar una imagen respetada y unida.
Zachary solo afirma moviendo su cabeza de arriba hacia abajo.
El desfile se pone en marcha y todo el reino nos recibe con aplausos y gritos cada que nuestro carruaje pasa frente a ellos. Los reyes sonríen, saludan y se toman de la mano mostrando ese lazo irrompible entre ellos.
Me deslumbra la arquitectura del reino, tiene hermosas casas, plazas y todas decoradas con flores.
—¡Princesa Anya! —Escucho mi nombre venir de una mujer.
Esbozo una sonrisa y la saludo. Por consiguiente, el resto de las personas comienzan a aclamar mi nombre.
Nunca dejo de sonreír y saludar, eso era una de las cosas que en mi reino les encantaban, los hacían sentir parte de nosotros. Constantemente me escapaba del castillo para pasear por el reino y charlar con las personas del mercado, iba hacia mi costurera favorita y tomábamos el té. Sin embargo, tuve que dejar de hacerlo después del asesinato de mi madre.
Alguien se escabulle entre los guardias y llega hasta el carruaje del lado donde está mi prometido. Los guardias tratan de detenerlo, él extiende un ramo de flores rosa pálido.
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El bosque de Westfell.
FantasyEl príncipe del reino de Westfell está comprometido con la princesa de Avanya desde el día en que ella nació. Desde ese momento el príncipe juró odiar a la princesa, puesto que se rehusaba a ese compromiso forzoso. La princesa de Avanya al ver lo r...