Príncipe Zachary.
—¿Anya? —Ella suspira resignada—. ¿En que estas metida?—Resoplo llevándome mis dedos al puente de mi nariz—. Deja tu obsesión por estas cosas, puede perjudicarnos, perjudicarte a ti, al reino. ¡Por Dios Anya!—Hablo en voz baja, pero mi tono sigue siendo severo.
—No lo entenderías...
—¿Entender qué? ¿Quién te lo hizo Anya? —Tomo con delicadeza el dorso de su mano ocasionando un quejido a Anya.
—Realmente no lo sé, porque no lo ví, solo sentí que tomaron mi mano y la quemaron en el proceso. —Me sorprende su voz fría al confesarme su excusa.
Anya mantiene mi mirada con firmeza y podría seguir enojado, sin embargo, cuando veo sus ojos cristalizarse mi pecho se comprime.
—Deja de verme así. —Retira su mano y camina lejos de mi.
—Anya. —Ella no gira a mi llamado, su espalda recta es lo único que me da—. Ponte en mi lugar, te enviaron para protegerte de cualquier amenaza, y sé que no te agrada esa orden. Pero créeme cuando te digo que comprendo tu desestimación a la orden de tu padre. —Mis pasos son sordos—. Por favor, te lo suplico, no te cierres conmigo, quiero estar para ti, quiero que confíes en mí. Ya no somos unos niños obligados a pasar tiempo, somos adultos que sabemos nuestras responsabilidades, seremos los futuros reyes que gobernaran juntos, y deseo. —Mi distancia entre su espalda y mi pecho es casi nula. En un movimiento, mis palmas están en sus hombros—. Que tú así lo quieras.
Anya expulsa una pesada exhalación y con lentitud gira mostrándome su rostro con lágrimas silenciosas en su mejilla. Hace un sonido amortiguado con intención de hablar, pero se arrepiente sellando sus labios rojos e hinchados que seguramente estaba intentando no dejar escapar ningún sonido de ellos al estar llorando.
—Yo así lo quiero. —Sorbe su nariz—. Pero necesito que tu me creas, aun cuando te parezca imposible considerar que pueda ser verdad, que pueda existir tal posibilidad. —Su mano lastimada se planta en mi pecho. Con sus ojos busca alguna respuesta en los míos.
—Te creeré.
Por un instante pude contemplar una breve sonrisa.
—Desde que vine por primera vez, el bosque de alguna forma se logra comunicar conmigo. —Toma mis manos al ver mi expresión—, su voz me llama, me dice que me protegerá siempre, sabe que me convertiré en reina; pero cuando entré hace unos días tuve un episodio, algo extraño. —Su voz se vuelve temblorosa—, escuche gritos de auxilio, veía fuego y tenía mucho calor, alguien pedía a gritos que pararan, pero, pero...—con un sollozo baja la cabeza tocándose con mi pecho, por instinto la envuelvo en mis brazos, dejando mi mano izquierda en la cima de su cabeza—. Y no tengo idea que podría pasar, que puedo hacer, ayer sucedió lo mismo, sentía que respirar no era suficiente... Y hoy. —Solloza—. Sentí la presencia de un hombre y me susurró que parara, que me quemaré igual que ella...
De pronto mi cuerpo surge rabia, me tenso ante el relato.
»Su agarre era fuerte, me quemaba, pero luego no lo sentí, no lo vi, no vi su rostro... nadie lo vio Zachary, tengo miedo, mucho miedo...—su llanto no para mientras sus brazos envuelven mi cintura.
Sus espasmos me llenan de tristeza, no la había visto así desde la muerte de la reina Odessa, esa noche ella pensó que iba burlarme de ella, como si la crueldad viviera en mi y solo es competente cuando estoy con ella. Ahora lo único que lamento es no tener una solución para ella.
Su llanto se calma, pero su agarre sigue siendo firme.
Por un momento mi ojos van hacia el bosque, que se logra ver desde el balcón de la habitación de Anya, mi enojo crece, no obstante mi incertidumbre y preocupación hacia ese prohibido lugar desaparece, como cualquier duda de lo que acaba de relatarme Anya llegue a ser mentira.
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El bosque de Westfell.
FantasiEl príncipe del reino de Westfell está comprometido con la princesa de Avanya desde el día en que ella nació. Desde ese momento el príncipe juró odiar a la princesa, puesto que se rehusaba a ese compromiso forzoso. La princesa de Avanya al ver lo r...