El bosque de Westfell.

Capítulo 7

Príncipe Zachary.

En las últimas horas Anya se ha mostrado alerta, sus hombros tensos y siempre examinando su alrededor, aunque ahora está sentada en el pasto con niños, les sonríe mientras les habla.

El pueblo no para de hablar sobre ella, quedaron encantados apenas la vieron en el carruaje, en la feria, el reino entero no para de hablar de la princesa Anya.

—Alteza. —La voz del joven duque suena a mi lado.

—Duque Van Laren. —No giro a verlo, mis ojos siguen puestos en Anya.

—Si me lo permite, la princesa Anya y usted hacen una hermosa pareja, y ella no quería casarse con usted. —Ríe ante lo último.

«Todavía no».

—¿Cómo sabes? —Volteo a verlo.

—Bueno... recuerde que Anya... La princesa Anya y yo éramos muy unidos, desde muy pequeños.

—Eso es cierto...

La vista del duque baja a sus pies llevándose las manos a su espalda.

—Mejores amigos ¿no? —Inquiero.

—Si, si, si...—su breve silencio me molesta, y aun más cuando su mirada se dirige hacia Anya—. Pero tuve que irme para seguir con mi educación y otras responsabilidades como el duque de Avanya.

Anya ríe junto a los niños.

»Anya... la princesa Anya, quedó destrozada, sobre todo cuando ella odia estar sola...

—¿Qué? —La pregunta se resbala en mis labios.

—Si. —El duque tuerce su cabeza escaneando mi cuerpo—, detesta estar en lugares en donde no están sus seres queridos.

Deje en evidencia mis conocimientos sobre Anya, que es equivalente a nada.

—Pero ya sabrá como es ella. —Continúa—. Y us cambios de humor son constantes, ya lo entenderá más adelante.

Inflo mi pecho y plasmó la sonrisa más falsa que pueda existir.

—En fin Van Laren, iré con mi prometida.

No espero a que se despida y camino directo a Anya.

La voz de los niños se va desvaneciendo con cada paso que doy al acercarme a ellos.

—Buenas tardes.

—Alteza. —Todos hacen una reverencia.

Los ojos ámbar de Anya se posan en mi y en su rostro, el dibujo de una sonrisa que solo yo sé que no es verdadera, aunque sea contagiosa.

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Princesa Anya.

—Sonríe. —Zachary susurra a mi costado. Y no nada más sonrío, lo miro.

—¿Algo más? Cariño...

—No...—su sonrisa muestra calma, aunque su voz no.

Llevo nuestro pequeño barco que nosotros mismos construimos al lago, Zachary enciende la vela y se dispone a dejarlo en el lago flotando como los demás. Los aplausos no tardan en sonar, las personas comienzan a gritar mientras el lago se llena de luz con los pequeños barcos.

Zachary toma mi mano y la aprieta.

Jamás pensé que un lago se vería tan hermoso.

—¿Por qué hacen esto en cada festival? —Llevo mis ojos al príncipe.