Capítulo 21.

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PRINCESA ANYA.


19 de mayo de 1885.

La costurera hace unos pocos retoques en mi vestido, mientras estoy en un pequeño podio frente al espejo de cuerpo completo, escucho el murmullo de las doncellas sin poder comprenderlas, por el estado hipnótico en el que estoy desde que contemplé mi reflejo.

De pequeña escuchaba cuentos de hadas donde las princesas encontraban el amor verdadero y se casaban con el príncipe azul, y al enterarme que estaba comprometida con el príncipe de Westfell, sentía que mi cuento se estaba haciendo realidad; sin embargo, lo conocí, junto a su odio hacia mí, que luego mis emociones se convirtieron en odio hacia él. Entonces, el sueño de un vestido blanco y el verdadero amor lo borré de mi mente.

Pero ahora, estoy en ese vestido de seda y encaje, aquellas telas envuelven mi torso hasta mi cintura, porque el resto de la tela cae con gracia hacia el suelo.

Escucho que las puertas de la habitación son abiertas, el resto de las doncellas detienen sus labores y hacen una reverencia a mi padre.

El ex rey y el rey de Avanya están aquí para el gran día, y como es de costumbre, mi padre me entregará al príncipe en el altar.

Una de las doncellas me ayuda a bajar del podio, otra, esconde mi rostro detrás del velo y me da el ramo de tulipanes rosados y azules.

«Supongo que ya es la hora.»

—¿Estas lista? —Mi padre pregunta al estar frente a él.

—Si.

Me tiende su brazo para que lo tome y guiarme hacia las puertas del trono, donde será la ceremonia. Mi padre se detiene frente a las imponentes puertas y suspira.

—Tu madre estaría orgullosa de ti. —Su comentario me saca una pequeña sonrisa—. Y recuerda. —Giro mi cara hacia mi padre instándole a que continúe—. Tu apellido podrá cambiar y reinaras otro país, pero nunca olvides de donde vienes, y el quien eras, porque...

—Gracias a ello, me convertí en lo que soy. —Lo interrumpo completando la frase que él y mi madre solían decir.

Las puertas se abren dando inicio a la canción y a mi entrada. El lugar es espléndido, todo está lleno de flores de colores pasteles.

Las personas se levantan de sus asientos, y al final del camino de pétalos blancos, se encuentra Zachary en su uniforme lleno de medallas. Con el velo puesto casi no puedo detallar sus facciones, pero puedo jurar que noto una sonrisa en su rostro.

Ni siquiera sé cómo llegué hasta Zachary, solo lo noto cuando toma mi mano y asiente hacia mi padre, y el obispo da la bienvenida a los invitados.

—Ese velo ni siquiera puede ocultar lo hermosa que te ves hoy —susurra Zachary a mi lado.

Sonrío sin evitarlo y hago un vistazo de reojo.

Las manos en el ramo sudán, lo que me hace ponerme inquieta.

—Princesa Anya, ¿acepta usted al príncipe Zachary como su esposo?

Por un momento puedo escuchar a una Anya más pequeña decir «no».

—Acepto.

—Príncipe Zachary, ¿acepta usted a la princesa Anya como su esposa?

—Acepto. —Su hombro roza el mío.

—Entonces, no veo otra razón para alargarlo más. Los declaro marido y mujer. Pueden besarse.

Al girar mi cuerpo hacia la dirección de Zachary, ya él está frente a mi, alza sus manos subiendo mi velo y lanzarlo con delicadeza hacia atrás. Nuestras sonrisas describen muy bien este momento.

El bosque de Westfell.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora