Capítulo 20.

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Príncipe Zachary.


4 de mayo de 1885.

—Estás siendo manipulado por ella —Exclama mi padre empujándome, sin embargo no caigo al piso y pongo todas mis fuerzas en mis pies, tomando de nuevo la postura de defensa con mi espada.

—Te recuerdo que ustedes arreglaron toda nuestra vida desde su nacimiento. —En un movimiento presiono mi espada en la suya para evitar un corte en mi brazo.

Mi padre sugirió un combate de espadas, y sabía por dónde iría esto, desde hace años que él y yo no hacemos este tipo de actividad. Y me impresionó que hiciera el primer movimiento, cuando él siempre me recordaba que nunca lo hiciera.

Aún está renuente sobre que la princesa Amelia es el bosque, en sus palabras dejó en claro que es la cosa más ridícula que ha escuchado, y a mi me parece ridículo que ahora este renuente a que conviva con la princesa Anya.

Mi padre es maniático del control, es por esta razón que detesta no tenerlo en Anya. Pero al parecer si lo tiene en esta pelea. El rey de Westfell pone toda su fuerza en su espada para hacer que yo pierda la mía en el fatídico intento de evitarlo, hace un corte no tan profundo en mi mejilla y me empuja al suelo.

—¡¿Qué sucede aquí?! —La voz de mi madre detiene nuestra pelea.

Exhalo levantándome del suelo. Le doy un vistazo a mi padre que está apretando los dientes. Mi cuerpo destila rabia. No veo otra razón por la cual quedarme y camino hacia la puerta, mi madre me detiene y se espanta al ver el corte en mi mejilla.

—Zachary... —dice tomando mi mejilla.

—Lo siento madre, tal vez tengamos que posponer la boda. —Sigo mi camino hacia la puerta, pero antes de salir giro hacia ellos para decir—: Los tendré que dejar, iré a visitar a la querida prometida, que les recuerdo, ustedes mismos escogieron. —Con eso salgo del lugar y me dirijo hacia el jardín donde seguramente se encuentra Anya.

No tengo idea de que tan larga es la cortada, pero con las gotas de sudor cayendo en la abertura, su ardor incrementa mucho más.

Antes de cruzar hacia el jardín, me topo a Anya junto a Jenephie. La mirada de la princesa al principio es de indiferencia, pero sus ojos cambian el semblante y reflejan la preocupación.

—¿Qué te sucedió?

Suspiro resignado.

Las personas a nuestro alrededor nos ven con atención, pero ¿quién no lo haría? Anya causa ese efecto, con su porte elegante, su dulce y venenosa voz, es una poción de la que cualquiera sería capaz de tomar.

—Estoy bien. —Ella se acerca a mí tomando mi mentón detallando la cortada—. Justo iba a mi habitación, ahí tengo todo para... —Ella mueve mi cara para que sus ojos vuelvan a conectar con los míos.

¿Cómo puedo dejar de sentir cuando su toque me deja sin habla?

—Entonces te acompaño. —Ella camina decidida hacia el pasillo, sin siquiera esperar por mi.

Veo la intención de Jenephie de seguirla.

—Señorita Jenephie.

—¿Si? majestad.

—Tómese el día libre. —Sus ojos reflejan la confusión, pero ella asiente y camina hacia el jardín.

Al llegar a la habitación veo a las doncellas dejar agua, pañuelos y alcohol para la herida. La doncella se retira haciendo una reverencia, y sin quejas, me siento en el colchón de mi cama.

El bosque de Westfell.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora