Capítulo 22.

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PRÍNCIPE ZACHARY.



29 de mayo de 1885.

—¿Me ayudas? —Anya me da la espalda señalando los cordones de su corsé.

—No, yo solo los quito. —El rostro de Anya me dedica una mirada sobre su hombro con una ceja alzada—. Lo siento. —Ella mira al frente de nuevo y me dispongo a hacer el nudo.

Hace dos días volvimos de nuestra luna de miel. En un principio no me sentí bien tomando unas vacaciones, por todo lo que sucedió con la princesa Amelia. Pero nunca tengo estos momentos, muy poco me permito realmente disfrutar, y ahora con Anya, mi esposa, no veía una razón de no hacerlo.

Ahí estaba, Anya De Loughrey, sentada en su peinadora mientras acomodaba sus joyas en su piel.

Desde que descubrí mis mañanas con ella, no recuerdo cómo eran antes. Ver sus ojos ámbar, sus mejillas sonrojadas por el tacto de la almohada... nunca imaginé que esos pequeños detalles los anhelaría desmesuradamente.

Planto un beso en su cuello y ella gira entre mis brazos.

—Más tarde te enviaré los planos de la escuela. —Pasea su mano en mi mejilla e inicia nuestro beso.






4 de junio de 1885.

Nadie en el castillo pudo conciliar el sueño desde esta madrugada. Anya siendo guiada por el bosque se encontró a una doncella muerta en la fuente del jardín del castillo, la doncella estaba en la cima de la fuente, donde la punta de la misma estaba clavada en el estómago de ella.

También contaba con marcas de símbolos hechas por cuchillos en los brazos, piernas y rostro. La ropa estaba rasgada y algunas prendas fueron arrebatadas. Es muy claro que esto se trata de un sacrificio o ritual.

Ahora mismo nos encontramos en el despacho de mi padre, quien mira fijamente a Anya, ella no se ve afectada ante el escrutinio, desde que ella encontró a la doncella su rostro se tornó neutro.

—¿Esto es obra de ella? —El rey lanza la pregunta.

—No. —La respuesta de Anya no le agradó al rey.

—Es el bosque.

—No.

—Princesa Anya... —el rey rodea el escritorio en pasos silenciosos—. Le preguntaré una última vez: ¿La Princesa Amelia tuvo...?

—No. —Anya alza su rostro al tener al rey frente a ella.

Mi intención es acercarme, pero mi madre me toma del brazo.

—¡Mientes! Ella te controla para que no lo confieses. —Mi padre grita en su rostro, Anya solo se limita a cerrar los ojos en cada pronunciación—. ¡Esto es obra del bosque y tuya! ¡Tú...!

—¡BASTA! —Alzo la voz. Ambos rostros giran hacia mí—. ¡Es innecesario!

—Zachary... —mi madre intenta persuadirme.

—¡Ella no tuvo que ver con esto! Es notorio que nos enfrentamos a algo más.

El estruendo de la puerta golpeada por puños interrumpe el ambiente. Un guardia abre la puerta.

—Sus majestades... los necesitan con urgencias.

Antes de que ellos se retiren mi padre masculla a mi lado:

—No hemos terminado.

Anya y yo nos quedamos a solas.

—Sabes que ella nunca haría algo así. —Los ojos de Anya me ruegan que le crea, y no es difícil hacerlo.

El bosque de Westfell.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora