60. Condenados por el placer y el deseo

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⎯¿Qué tan seguro estás de eso?

Ante el nombramiento de aquel hombre joven muchas ideas sobre la realidad de las cargas desaparecidas y un posible acusamiento falso incrementaban y a su vez incrementaba la rabia que se apoderaba de cada rincón de Santos, como un animal a punto de atacar si no recibía una respuesta concreta.

⎯¡Tan seguro que puedo sacrificarme si no llega a ser cierto! ⎯respondió el hombre joven pero aún se retraía en su sitio.

⎯Tu nombre ⎯ordenó Santos sin mirarlo y sin ganas de escuchar más sus titubeos. Cuando no oyó la respuesta a su pregunta sólo movió los ojos hacia el hombre joven y éste saltó en su sitio.

⎯Balthazar, señor ⎯confesó el hombre joven, tomado de la mano⎯. ¡Haré lo que me pida! Es lo que los valles dicen, mi señor.

Pierre acarició su mejilla con una necesidad grande de no estar presente en este lugar porque la sospecha de todo había sido suficiente para maquinar ideas sobre ésta realidad. Se giró hacia Santos.

⎯Señor ⎯comenzó⎯, ¿Le cree a este joven?

⎯Lo que importa no es que le crea sino que demuestre que lo que dice es verdad ⎯Santos se acercó a Balthazar y el hombre joven abrió sus ojos con impresión⎯, mandaré a alguien a que te siga, y todo lo que veas, escuches o digas se lo dirás a él. Quiero hora, nombres, y exactamente qué es lo que ocurre en esas calles. Llevarás a esa persona y le dirás todo ⎯Santos se inclinó hacia él con aspecto amenazante⎯, espero haya quedado claro.

⎯¡Claro que sí, señor! Como usted diga ⎯Balthazar asintió como una marioneta y tragó saliva.

Santos no dijo más nada porque retrocedió y salió de la carpa mientras Pierre lo siguió.

Los trabajadores del alrededor se quitaban de su camino o se quitaban el sombrero para saludarlo mientras se alejaba lo tanto de la tienda y de la costa para detenerse frente a la carpa donde encontraría a los capitanes de las embarcaciones y los hidalgos que acordaban con él cierta mercancía.

Lo único que quería era volver a su caballo.

⎯Señor ⎯llamó Pierre⎯, espere.

Santos se detuvo de golpe y con furia señaló a Pierre.

⎯Desde hace meses esto ocurría y he perdido miles de libras sin saber qué realmente está ocurriendo. Vas a traer a Marius aquí y le gusté o no estará al pendiente de todas las embarcaciones. No toleraré otro asalto y que me vean la cara de imbécil. Si ese tipo es el causante de que mi reputación se esté yendo al caño lo haré pagar.

⎯Señor François-

⎯Y me encargaré de que pague.

⎯¿Y si ese joven miente, señor?

⎯Entonces lo degollaré ⎯se apresuró a silbarle a Forastero que de una vez vino hacia él⎯. Alguien quiere arruinarme, llevarme a la quiebra y ahora no sé si tenga el dinero abastecido para pagarle a mis hombres, pagar a toda ésta gente y decirle a los americanos que no soy un mentiroso. La compañía en el Nuevo Mundo es algo que he querido alzar por años y un simple descuido como éste me está costando todo ese esfuerzo. El desgraciado que me hizo esto lo pagará y si es ese hombre habrá querido no conocerme nunca ⎯Santos se subió a Forastero.

Pierre se quitó el sombrero.

⎯No confío en ese hombre pero haré lo que usted me pide. ¿Acaso también puede ser causa de lo que ocurrió con usted? Todos se están volviendo en su contra. ¿Qué pasa con el ministro y el rey?

⎯Cuido y honro mis principios, Pierre ⎯Santos tensó la mandíbula⎯, y desde que me volvieron un asesino quizás la muerte no es tan grata ahora para ellos pero sí para mí.

Por Estas Calles De París © COMPLETA [BORRADOR SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora