75. Sedienta por la destrucción hecha hombre

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Aún con lágrimas en los ojos,  le pidió a Santos volver al Festival.

Viviane de seguro había regresado al Festival.

Y tenía razon.

No podía ser la mirada de Viviane algo lejana. A ambos los miró llegar, en aquel día, en apenas la alcoba recreada para vivir, observó a esos seres destilando el amor que se profetizaban sólo con mirarse y asintió hacia Charlotte.

⎯Viviane, sabía que estabas aquí ⎯Charlotte sonrió. Realmente conocía muy bien a su hermana. Se volteó hacia Santos⎯. Ya lo has de conocer ⎯dijo Charlotte, tomando sus manos⎯. Mi hermana eres, mi amiga eres, la otra madre de mis hijos, a ti sólo puedo contarte eso.

⎯Dios todopoderoso no esconderá más esta unión. Y donde ha nacido aquella estrella ⎯y se abrazaron ambas⎯. Yo me retiraré esta noche. Usted, señor, como ya le he dicho. El Festival recibe sólo a las personas bondadosas. Puede...estar tranquilo. Al menos, por ahora. Yo no dejaré que nadie más lo sepa.

Santos se inclinó ante Viviane, saludandola en el despido.

Viviane apretó las manos de Charlotte, y después señaló a sus pequeños. Un segundo después, se marchaba.

Arropó a sus niños, quienes al llegar ya dormían. Eran Alexandre y Antoine. Les acarició sus pies, sus cabellos.

⎯Mis preciosos niños ⎯sonrió Charlotte una vez más⎯. Mis hermosos hombrecitos ⎯y se acercó a besarles sus mejillas.

Para ambos no había nada que decir, el silencio entre los dos decía más que mil palabras.

Se quedaron junto al amanecer frente a los pequeños,  escuchando los susurros de sus voces, encantadas, y permanecían en cada lado,

Un sonido similar cuando de niña Charlotte corría detrás de Marielle para abrazar su cuerpo, y recuperaba el aliento del sol mecerse sobre las cimas.

El amanecer seguía estando a su lado.

La pequeña bebé siguió durmiendo también en los brazos de su madre.

Al primer sonido del ruiseñor se levantó Charlotte con la cascada de su rizado cabello caer hacia un lado. Resplandecía mucho más que el sol.

Santos observó a la niña. Y después contempló a su madre con gesto hechizado.

⎯Es idéntica a ti⎯le dijo.

Oyéndolo después se mantuvo Charlotte meciéndose frente a él con ojos tiernos. Empleó Santos su mirada en ella. Todavía tenía cierta melancolía allí.

Apresuró Charlotte a recostar a su pequeña rosa en la cama. Su imagen hizo que los padres se volvieran a unir; mientras la luz del amanecer estaba ciñendo el rostro y descansaba la calma se arrodilló Charlotte frente a Santos.

Tomó sus manos.

⎯Lo sé todo ⎯murmuró⎯. Lo sé, amor. Lo sé...

Acarició Santos su dedos antes de dormir sus claros ojos grises sobre la belleza de su total adoración.

⎯¿Cómo puedo seguir mirándote aún sin tener respuesta...?

⎯¿Por qué nunca me lo dijiste? ⎯Charlotte susurró, acariciando su nariz con la suya, tomando su cuello.

⎯Arrastrarte a mis pesares jamás lo hubiera pensado. Tenía que saber primero lo que sucedía. Pero estabas odiándome. Y supuse que no querías escuchar nada de lo que yo pudiera decirte.

⎯De todas formas, debiste decírmelo...

Charlotte se alejó de su rostro. Arrodillada frente a él también sus grandes ojos negros no vacilaron en mirar con insistencia.

Por Estas Calles De París © COMPLETA [BORRADOR SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora