Dean no recordaba haberse sentido igual de emocionado jamás. No dejaba de pellizcarse en el lóbulo de la oreja para cerciorarse todo el tiempo de que estaba realmente despierto. Había dormido tan poco que sentía la energía acumulada de mucha euforia.
Ese era el día, ese sería su día.
Se levantó decidido a ser un ganador, a llevar a su equipo y a su corazón a una victoria definitiva, tenía una noche para demostrarse a sí mismo que la vida podía darle todo lo que deseaba. No paraba de sonreír, Luke había aceptado ir a verlo al partido, probablemente se aparecería por allí con Jack, y también le alegraba ver a aquel pequeño.
Dean se dio cuenta de que jamás se había enterado de quien era el alfa de Jack, ni porque aún no lo había marcado. Todo lo contrario de los hermanos gemelos, quienes habían construido vidas a partir del poder que les otorgaba su belleza, Jack se sostenía tranquilamente con la amabilidad de su corazón. Dean esperaba que fuera un buen tipo, que le tratará bien.
Por otro lado, Lucas Marlowe llenaba sus pensamientos casi por completo. El tacto de su piel, la delicadeza salvaje de cada uno de sus movimientos, tenía la brutalidad y belleza de una rosa. Una rosa, quizá, si aquella era su noche como esperaba, Dean le regalaría una rosa, luego dos, hasta que finalmente estuviera tan cubierto en flores, que se diera cuenta que él también era un milagro de la naturaleza.
Si aquella noche Luke no lo rechazaba, sería la victoria más importante de toda su vida. El partido comenzaba a las 7, y probablemente tomaría más tiempo del debido. Si ganaban, competirían directamente con los equipos universitarios, podría ganar una beca, podría seguir a Luke en la universidad. Podría hacerse de una carrera, de un nombre, podría ser alguien en la vida. Podría hacer que Luke se sintiera orgulloso de caminar de su brazo, podría hacer que su omega llevará su mordida y aquella mancha sin nombre con más orgullo del que sentía ahora por él.
Algo le punzó dentro al pensar en esas cosas. Él sabía que la familia de Luke tenía dinero, que llevaba una vida que Dean probablemente jamás podría ofrecerle. Lo único que podía ofrecerle era su vida entera, sus manos manchadas por el trabajo. Le pondría su corazón, arrugado por las carencias y la necesidad, no solo de dinero, si no de amor. Y le rogaría que lo sostuviese, que lo aceptará. Le pediría que tuviera paciencia, que, si le daba una sola oportunidad, Dean encontraría la manera de poner el mundo entero a sus pies.
Se apartó un poco la cabeza y decidió darse un baño un poco largo, para quizá dormir un poco. Necesitaba estar bien.
Al salir del baño, se colocó unos calzoncillos y se dispuso a dormir.
Sin embargo, el sonido de la puerta al abrirse lo sobresalto. Su madre había estado silenciosamente acomodada en su cuarto, y cuando Dean le contó sobre su partido, ella había asentido diciéndole que todo iría bien, que por favor le regalará un poco de dinero para unos cigarrillos. Llevaba días sin beber, sin llorar, y sin golpes.
Su madre le dolía más de lo que solía admitirse a sí mismo. La mujer tenía un trabajo mediocre y vivía para fumar cigarrillos y beber. Para soltarse a llorar en las noches, para guardar secretos.
Dean la recordaba cómo era antes, pero en cada ocasión que se encontraba pensando en la mujer joven que le recogía en el jardín de infancia, pensaba que aquella mujer estaba muerta. Lo que existía ahora era un espíritu que cansado que habitaba el cuerpo de su madre. Sin embargo, trataba de no ser injusto. Ella se preocupaba en ocasiones, en ocasiones cocinaba. En ocasiones le ponía agua caliente en las manos cuando se las lastimaba. Dean ya no solía preguntarle que le pasaba, o pedirle que cambiara. Su madre había decidido ser quién era, y aunque eso le hubiese costado tantos problemas a Dean, ya poco se podía hacer.
ESTÁS LEYENDO
Big Brother ⌠Omegaverse⌡
RomanceDonde Jack se despierta con una marca que lo vincula como la pareja destinada...de su peor pesadilla.