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- ¡Llegué! - cerré la puerta, cambié mis zapatos y apenas dar dos pasos en el interior el aroma a comida golpeó mi rostro - ¿Que huele tan bien?

Seguí caminando entrando a la cocina para ver la imágen del mayor sirviendo en dos platos la comida que había preparado.

- Tal vez es mi pasta - contestó con un notorio tono de orgullo - ven a sentarte.

Hice caso tomando asiento en la isla de la cocina y Minho deslizó mi plato junto a un vaso con agua helada.

- No es necesario que me esperes despierto - tomé los cubiertos - habrán más escenas de noche en el futuro.

No deseaba que la pasara mal esperando que llegara además, soy consciente de la hora que es.

- Se supone que vine para cuidarte - Minho golpeó mi frente con su dedo y toqué el lugar afectado - además solo me quedaré unos días más, da igual si me desvelo.

Hice una mueca disgustada viendo como se quitaba el delantal y una idea cruzó mi mente.

- Sabes que - nuevamente me miró - haciendo todo esto pareces mi esposo.

Me recuerda bastante a los protagonistas de los libros que suelo leer donde su papel es básicamente hacer lo que sea por la protagonista.

Por estar estancada pensando en un sin fin de personajes ficticios masculinos no me di cuenta que el chico se había congelado en medio de su labor.

- ¿Minho? - pregunté extrañada y reaccionó quitándose por fin el pedazo de tela.

Fingiendo extrema normalidad caminó sentándose a mi lado para comer en silencio su reciente creación.

A veces era muy raro.

Muchas veces.

Di un bocado y nuevamente confirmé el que los chicos hagan drama cuando el mayor cocina.

Bendito el día en que se interesó en aprender.

- Hay que salir - rompió su propio silencio - no tendrás tiempo cuando regreses a Corea.

Hice un rápido análisis sobre la posibilidad.

A pesar que habíamos llegado hace muchos días ninguno hizo turismo en la ciudad.

Lo mío era sencillo de explicar ya que estuve ocupada grabando y los únicos dos días libres los ocupe para descansar pero en el caso de Minho era por elección propia. Lo máximo de turismo que hizo fue ir al supermercado a comprar frutas exóticas del país y comer algunos platos típicos.

- Bien - asentí soltando con gentileza el cubierto - ¿Quieres que le diga a los chicos del cast? Todos rondan nuestra edad.

- No - frunció el ceño - sólo mira si tienes espacio en tu agenda y hacemos algo.

Apreté los labios asintiendo.

Me cuestiono que hice mal para que reaccionara como un gato erizado.

(...)

- Mira que es muy difícil que alguien no me agrade pero ellos no me agradan - se quejó Minho cruzando sus brazos.

- Solo quieren ser tus amigos - respondí viendo por la ventana del auto que habíamos llegado - no hicieron nada malo.

- Sabes qué, es verdad - el Grab se parqueo al frente del gran Cento Comercial MBK - es tú culpa.

El mayor me señaló con indignación y luego de cambiar a un semblante amable para agradecer al conductor salió del auto siguiendo con su drama.

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