Prólogo

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    ~Kaveh POV~

La noche era larga, húmeda y fría, y aún no encontraba un refugio. Ni siquiera me había dado tiempo de tomar algo de moras. Mi padrastro había sido cruel, y ni siquiera podía negarlo. Desde que mi padre había muerto, no había considerado el tener una segunda figura paterna, pero un día mi madre lo había traído a casa y yo pensaba que él era genial. Si tan sólo hubiera sabido.
    —¿No pasarás la noche aquí, Kaveh? —preguntó Lambad—. Sabes que eres mi cliente preferi... ¡Por la Arconte Dendro, Kaveh! ¿Qué te sucedió? ¿Te metiste en una pelea? ¿Te asaltaron?
    —No, yo... me caí. Rodé por las escaleras y perdí mis llaves. Pero tenía pensado ir a la biblioteca de cualquier modo, así que haré que me revisen ahí.
    —Kaveh, puedes pasar si gustas. Te curaré. Más que un cliente te has convertido en un amigo.
    —Gracias, pero estoy bien, Lambad. —Me daba vergüenza admitir que necesitaba ayuda, prefería simplemente seguir vagando por Sumeru hasta encontrar un lugar alejado de todo y todos—. Nos vemos pronto.
    —Ve con cuidado, por favor.
    No contesté. No tenía ánimos de tener una conversación. Sólo quería estar tranquilo y no molestar a nadie con mis asuntos. No podía contar lo que había ocurrido. No sólo pondría en mal a mi madre, sino que también terminaría con mi reputación y ahora sí estaría peor que en la quiebra.
    Caminé hasta que salí de la ciudad. Debía encontrar un lugar donde pasar la noche sin tener que pagar hospedaje. Así que me dediqué a buscar y buscar sin parar. Al pasar unos quince minutos, finalmente encontré un tipo de árbol misterioso. Parecía tener un hueco en su interior, y parecía ser amplio, así que entré.
    —¿Qué... mierda?
    Esto era más que un simple hueco en un árbol, era prácticamente una mini casa. El árbol tenía unas escaleras que daban hacia arriba y al subirlas podías encontrar una cama e incluso una pequeña mesa. No era lo que esperaba, definitivamente. De hecho, esto era mucho más de lo que podía pedir.
    Hundí mis dedos sobre la cama, y para mi sorpresa, era muy cómoda. Era suave, y las cobijas eran de una textura impresionante. Sin duda alguna me había sacado la lotería al encontrar este lugar al azar. Lo mejor de todo sería que podría pasar aquí varias noches, cuando menos hasta que encontrara un lugar dónde vivir que pudiera pagar.
    Me recosté en la cama con el mayor cuidado posible para evitar que los moretones en el cuerpo dolieran más de la cuenta y me tapé. Intentaba no llorar, pero a este punto era casi imposible no hacerlo. Todo en mí se sentía mal, desde mi estado físico hasta el mental.
    —Tal vez debí haberlo guardado para mí —dije, pero iba dirigido hacia mi padre—. ¿Tú me hubieras aceptado? Me lo pregunto ahora. Pensé que él me aceptaría, pero por poco y me mata. Si no hubiera huido por la ventana, él hubiera acabado con mi vida a golpes. Papá, ¿tú me hubieras aceptado aún sabiendo que soy gay?
    Miré hacia las ramas, ya que no había un techo. Preguntándome cómo hubiera reaccionado mi padre. ¿Acaso él también me habría golpeado sin parar? ¿O tal vez él me hubiera aceptado y me hubiera amado de la misma manera? Tal vez sólo hubiera dicho que lo respetaba, y que no se metería en mi vida. Tenía tantas preguntas.
    Al girarme en la cama, una de las costras que ya se había formado en una de las heridas, se desprendió, haciéndome sangrar nuevamente. Era la cortada que me había hecho en el hombro mi padrastro al aventarme uno de los jarrones de mi madre. Era profunda, así que ahora volvía a sangrar bastante. Me levanté de la cama para no ensuciarla.
    —Tal vez debí haber aceptado la ayuda de Lambad.
    Me levanté de la cama y comencé a desvestirme. Quería ver qué tan mal había quedado mi cuerpo. La herida del hombro era una, pero ahora que me había quitado la camiseta, podía ver los múltiples moretones en mi abdomen. Por la espalda sería lo mismo, seguramente, ya que mi padrastro me había pegado sin control alguno.
    Salí de aquel lugar y me dirigí a un pequeño lago que estaba en la cercanía. Comencé a lavarme el hombro con aquella agua cristalina. Entonces vi mi reflejo, y me dio terror. Ni siquiera podía reconocerme tan bien. No había entendido el por qué la gente me miraba aterrorizada hasta ahora. Incluso Lambad se había ofrecido a ayudarme, y con justa razón. Parecía un zombie. Tenía la cara con moretones en la barbilla, en labio partido, un ojo morado y sangre bajando por mi rostro. Incluso mi rubia cabellera se había teñido de carmesí.
    —Ah, claro. —Me toqué la cabeza, pero retiré mis dedos de inmediato ante el punzante dolor del reciente golpe—. Olvidé que me aventó contra la mesa y me abrí la cabeza.
    Al ver tanta sangre, decidí que lo mejor sería que me diera un baño en aquel lago. De cualquier manera, ya tenía frío, y necesitaba tomar un baño para poder relajarme en aquel lugar que no era mío, pero que tampoco parecía cien por ciento abandonado. Sólo en caso de que el dueño quisiera regresar, no me gustaría que encontrara su cama llena de sangre, suciedad y algunos vidrios.
    Me quité el resto de la ropa y me metí al agua. Al principio fue difícil, porque el agua estaba helada, pero si ya había pasado lo más pesado, que era lo de mi padrastro, esto no sería nada. Me metí hasta que mi cuerpo quedó completamente cubierto. Me sumergí, en medio de aquella noche lúgubre para poder olvidar, para poder sentirme limpio. No me movía, ni nadaba, tampoco avanzaba. Simplemente me sumergí, aguantando la respiración y mirando a la nada.
    Mi tristeza era profunda, y quería tener mi momento de soledad, mi momento dramático. Quería sufrir debajo del agua, como si ya nada existiera a mi alrededor. Quería olvidarme de todo.
    Mis ojos comenzaron a sentirse pesados, y yo comencé a sentirme mareado. Tal vez iba a desmayarme por el agotamiento, y si me quedaba aquí tal vez moriría, pero ¿era eso algo malo? ¿Acaso era malo querer morir? El descanso eterno siempre era algo que la gente comentaba como malo, pero ¿no es mil veces mejor que esta patética vida de mierda?
    Mi vista comenzó a nublarse, pero antes vi a lo lejos una silueta en medio del lago, era algo aproximándose. Podría jurar que incluso nadaba hacia mí, pero no estaba seguro. Parecía ser un humano, pero si era algo más, ahora sí acabaría muerto. Lo miré cada vez más y más cercano, y entonces mis ojos se cansaron. Mis ojos se cerraron, y la oscuridad me atrapó en sus infinitas redes.
    Pude sentir un último dolor antes de perder completamente el conocimiento, una clara mordida sobre el hombro. Un último dolor antes de mi último aliento, probablemente.
    —¿Kaveh? —Una voz masculina familiar llamaba mi nombre—. Mi precioso hijo.
    —¿Papá?
    Había estado caminando por un hermoso bosque lleno de luz, pero no recordaba qué había ocurrido, ni cómo había llegado aquí. De hecho, no recordaba nada. Por alguna razón sentía una tristeza enorme, pero mi cerebro no lograba recordar nada.
    —¿Por qué te adentraste en este inmenso bosque tú solo?
    —Yo... no lo sé. —Miré a mi alrededor, intentando recordar qué hacía aquí—. Realmente no lo sé, pero estoy tan feliz de que hayas venido por mí.
    Estiré los brazos hacia mi papá y lo abracé. Sentía que había estado perdido en este bosque durante un largo tiempo, como si hubiesen sido años. Pero mi papá había venido a rescatarme finalmente y él me llevaría a casa, o a donde sea que estuviera él. «Espera, ¿acabo de decir: "a donde sea que estuviera él"? —pensé—. ¿Por qué he dicho eso? ¿Acaso mi papá también está pérdido aquí? ¿Qué está pasando?».
    —No recuerdas nada, ¿no es así, hijo?
    —La verdad es que no. Me siento muy desorientado y confundido, y no entiendo qué está pasando papá.
    —Tal vez yo debería explicartelo.
    El bosque repentinamente se llenó de niebla y se hizo de noche. Miré hacia el origen de la voz. No podía ver quién era, pero por alguna razón, mi cuerpo temblaba de miedo. Me sentía ansioso sin saber por qué. Sólo sabía que esa voz era mala y que debía huir, ¿pero a dónde?
    —Debes correr, Kaveh —dijo mi padre completamente apanicado—. ¡Corre, Kaveh! ¡Él te matará! ¡Él viene por ti! ¡CORRE!
    Comencé a correr, desesperado. Mi corazón parecía estar a punto de salir de mi pecho. Mis piernas temblaban y mis manos estaban tan descontroladas que sentía que me daría un infarto. No podía siquiera correr bien. No avanzaba tanto, sólo avanzaba con lentitud a pesar de estarlo dando todo. Jadeaba sin cesar y había comenzado a llorar desde antes que pudiera siquiera notarlo. Lloraba desconsolado, sabiendo que nadie podría ayudarme.
    —Kaveh...
    Una figura apareció ante mí. No podía verle el rostro, ni su cuerpo, pero sí había algo que podía ver con claridad: unos ojos color turquesa. Su mano se aferraba a mi muñeca, como si intentara darme a entender que todo estaría bien. Lo miré angustiado, intentando decirle que me soltara para poder correr, pero nada salía de mi boca, ni siquiera una sola palabra.
    Escuché pisadas tras de mí venir a toda velocidad, provocando en mí una mayor angustia al saber que el tipo que quería matarme estaba cada vez más cerca. Intenté gritar, pero mi boca estaba sellada. No podía hablar, pero mi desesperación era tanta que logré emitir algunos gemidos para que él entendiera que debía soltarme porque debía correr. En aquellos tenues sonidos producidos por mi desespero, él me miró con más insistencia y su agarre se intensificó.
    —¡Kaveh!
    El bosque desapareció y todo junto con él y desperté al instante, jadeante, lleno de pánico y con un frío recorriéndome la espalda. Sólo algo no había cambiado, y es que frente a mí estaban esos ojos turquesa, y el agarre de una mano en mi muñeca seguía firme. Aclaré mi vista para ver el rostro del hombre frente a mí.
    —Alhaitham... —pronuncié en lo que parecía más bien un susurro.
    —Sí, soy yo. —El agarre se aflojó, pero su mano aún seguía posada sobre la mía—. Te he estado llamando desde hace un rato, porque noté que tenías una pesadilla.
    —Sí, tuve una pesadilla.
    —Kaveh, —finalmente separó su mano de la mía—, yo no soy tu padre, y tampoco me corresponde hacer esto, porque no somos amigos, sino compañeros únicamente, pero ¿en serio crees que suicidarte arreglará algo en tu vida? ¿En qué pensabas al sumergirte así en el lago?
    —No es tu asunto, Alhaitham, no te metas.
    —No, claro que me meto, porque yo fui el que te sacó de ahí, el que se aventó por ti al lago y el que te ha estado cuidando toda la noche. Mínimo merezco una explicación.
    —Tuve una noche realmente difícil y larga, y colapsé mientras intentaba darme un baño para quitar... para quitar la sangre de mi cuerpo. Pero mi cuerpo ya no aguantó más la situación y perdí el conocimiento.
    No era mentira, de hecho era exactamente lo que había pasado. Sólo había omitido decirle la parte en la que mi mente pensó que era una buena oportunidad para morir y que estaba cansado de todo, pero todo era verdad. La vida era un asco, y yo había decidido sucumbir ante mi colapso. Pero mi cuerpo realmente se había cansado de estar despierto toda la noche vagando.
    —Yo... asumiré que es la verdad, porque pude notar lo exhausto que estabas, pero sé que hubo más detrás de esto.
    —Querías una explicación, no ser mi terapeuta, así que deja el tema por la paz.
    Alhaitham simplemente me miró con esa inexpresividad de él y se levantó, dejándome en la cama solo. Dejé un suspiro salir hasta que vi a mi alrededor y noté que en realidad estaba en el mismo árbol que parecía una casita. Me quedé boquiabierto.
    —Alhaitham, ¿este lugar es tuyo?
    —A veces me cansa el ruido de la ciudad, así que vengo a dormir aquí cuando hay demasiado ruido.
    —Vaya, entiendo.
    Me incorporé con lentitud, para evitar lo más que pudiera el dolor de los golpes. Me quité las cobijas de encima y noté que llevaba ropa interior puesta. Miré a Alhaitham de reojo y me pregunté si esta ropa interior sería suya, y si él habría tenido que vestirme.
    —Sé lo que piensas, y sí, tuve que vestirte porque no podía ponerte desnudo en la cama. Y ahora bajaré, porque no es mi éxtasis verte en ropa interior.
    Sentí como mi cara ardía de la vergüenza al pensar que Alhaitham me había visto completamente desnudo. ¿Por qué de todas las personas justo había tenido que ser él? Odiaba la idea de que el odioso sabelotodo de Alhaitham fuera la primera persona en ver mi cuerpo desnudo.
    Miré mi cuerpo nuevamente para ver mis heridas con mayor claridad, pero había algo nuevo. Sobre mi hombro, justo en la herida que tenía por el jarrón, se formaba una mordida. Cuatro colmillos en mi hombro.
    —¡¿Qué demonios?!







    🦊: Perdón, pensé que había programado el prólogo para ser publicado hoy, pero se me olvidó 🥲. Tarde pero aquí está, se supone que los otros capítulos sí están programados para publicarse el día que corresponde, así que espero que así sea. Los tqm 🫶🏼. No se olviden de darle mg y comentar 🩶, eso me ayuda mucho a querer seguir.

El Colmillo en mi Hombro: La Marca || Haikaveh AU || Primera Parte ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora