Capítulo 4: La Realidad y la Ficción

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    Me encontraba en la casa de mis padres, en la que había crecido. Todo parecía estar en absoluto órden, pero se sentía como si, de alguna manera, se hubiera detenido el tiempo.
    —Debe ser un sueño.
    Comencé a caminar por la casa, la cual estaba completamente vacía de presencia humana. No había nadie en la casa, o cuando menos eso parecía. Miré a mi alrededor, preguntándome por qué estaba aquí y por qué mi cerebro había decidido regresar a un lugar que ahora encontraba aterrador.
    —Debo salir de aquí.
    Comencé a caminar hacia la puerta, preguntándome si habría algo fuera, si mi mente habría creado la ciudad de Sumeru. Abrí la puerta y todo era blanco, lleno de luz. Era como estar en un videojuego cuya misión estaba únicamente en aquella casa, y que no había nada afuera. Me pregunté qué pasaría si salía, así que intenté dar un paso hacia afuera, pero una mano me detuvo.
    —Por favor, no vayas.
    Me giré para verlo, pero ya sabía de quién era la voz. Era Alhaitham, el hombre que despertaba emociones románticas en mi ser.
    —Al, esto es sólo un sueño. Tú no eres real.
    —Sé que nada de esto es real, pero podrías quedarte aquí conmigo. —Alhaitham me tomó de ambas manos—. Siempre haría lo que tú quisieras que haría. No pasaría algo que tú no quisieras. Tú lo controlarías todo y en todo momento. ¿No sería eso increíble?
    —Lo sería, pero siempre sabía que no eres el Alhaitham real, el que me atrae. Siempre sabría que eres el producto de mi imaginación, como un robot que seguirá cada una de mis instrucciones y deseos. —Le acaricié el rostro—. Dime, ¿qué tendría eso de divertido y de bueno? Todo sería siempre como yo quisiera, y eso sería muy aburrido.
    —Podría no serlo, podría ser espontáneo algunas veces y sorprenderte.
    —Y aún así, siempre sería mi cerebro el que te dirija.
    Lo solté con un suspiro y me giré para caminar hacia la salida nuevamente. Necesitaba salir de aquí lo antes posible si realmente quería que todo fuera real y no una simulación de mi cerebro.
    —Pero yo no te engañaría, ni te ocultaría cosas, como el Alhaitham real.
    —¿Q-Qué quieres decir con eso? —Lo miré confundido, sabiendo que no era ese Alhaitham falso el que me advertía, sino mi propio subconsciente—. No entiendo a qué te refieres.
    —Sabes perfectamente a qué me refiero, porque no eres tonto, pero has decidio fingir que eso no es así. —Me giré para mirarlo—. ¿Por qué has decidido olvidar?
    —¿Olvidar qué?
    Realmente no lo recordaba, y no sabía si quería hacerlo, pero lo necesitaba. Quería saber qué era aquello que había bloqueado por miedo o por querer cegarme. Quería saber por qué mi subconsciente intentaba advertirme sobre Alhaitham.
    —Aquella noche en el lago, la noche en que él te salvó. —El Alhaitham falso me tomó de la mano y me hizo caminar hacia mi habitación, la cual se encontraba cerrada—. Él fingió demencia, pero tú sabes que en realidad fingió no saber nada y cambió de tema de manera sospechosa. Tú eres consciente de ello.
    —Sí, no pienso negarlo. Soy consciente de que Alhaitham actuó de manera sospechosa.
    —Tú decidirás si abrir esta puerta o no. —En la mano del Alhaitham falso había una llave para mi habitación, y me la ofrecía para que la tomara—. Mi deber es darte la llave, pero la decisión de abrir la puerta es tuya.
    Tomé la llave de su mano, pero, no estaba seguro de querer saber lo que había detrás. Tal vez ahora era consciente de que había una puerta que debía abrir, pero no significaba que debía ser ahora cuando debía abrirla. No era obligatorio que, una vez que tuviera la llave, abriera la puerta. Así que simplemente la guardé en mi bolsillo derecho del pantalón.
    —Tengo la llave, pero no estoy listo para abrir la puerta. —El Alhaitham falso asintió con la cabeza—. Pero la guardaré, para cuando esté listo.
    Alhaitham falso me soltó la mano, dándome a entender que ya no me detendría más, y que haría caso a mi voluntad. No me gustaba ser consciente de que esta era una advertencia directa de mí mismo, porque al final este Alhaitham era yo advirtiéndome a través de algo que me interesara.
    —Kaveh, sólo recuerda separar la realidad de la ficción. Algunas veces la realidad no es lo que nuestra mente quiere creer.
    Caminé hacia la salida y finalmente di aquel paso, entonces de pronto todo se puso negro. Y desperté.


El Colmillo en mi Hombro: La Marca || Haikaveh AU || Primera Parte ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora