Cap 27

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—Llegas tarde—se queja Thalia cuando llego a la formación, ya el equipo está jugando, comenzaron hace diez minutos

—Problemas personales—me excuso, viendo a Christopher tomar un lugar en la tercera fila de las gradas junto a Patrick, Simón y Bratt

El maldito está sonriendo mientras toma un trago de su soda. Sonríe victorioso de saber lo que pasó hace unos minutos mientras mi novio estaba en el campo jugando.

No voy a hacerme la digna y decir que me negué, porque en realidad fui al vestidor en el momento en que bajé de mi camioneta y me encontré con él para follar. «Nunca dije que fuera una santa»

—Te ves desarreglada—Laila me acomoda el laso y yo río—. La pregunta es, ¿con quien follabas si Drew está en el campo?

Laila no es mi mejor amiga, pero es la más cercana a mi de las chicas de la élite debido a que estamos en el equipo juntas.

Es bastante abierta, y demasiado alerta. Nota demasiado los detalles y no tuve otra opción que decirle lo mismo que a cada persona con la que me encuentro, que Drew y yo tenemos una relación abierta.

—Quizás solo vine corriendo—me defiendo y ella ríe—. Como sea, vamos con la formación.

Nos movemos al centro del grupo y comenzamos con la rutina, agitando pompones y sonriendo a todos mientras el público aúlla y anima tanto al equipo como a nosotras.

El tiempo del partido es eterno, el equipo de Londres supera a los de Manchester por mucho, anotando el doble que ellos y derribando jugadores de forma tan fácil que los fanáticos de Manchester comienzan a enojarse y lanzar insultos que son correspondidos por nosotros.

El otro equipo de porristas nos lanza malas miradas que yo simplemente ignoro, alentando a las chicas a seguir con lo nuestro.

—¡No!—el mariscal del otro equipo lanza su casco al césped cuando el partido acaba con nosotros como ganadores

Drew se acerca y, como de costumbre, me lanzo a sus brazos y dejo simplemente un casto beso en sus labios para aparentar.

—Hueles a perfume de hombre—esconde su cabeza en mi cuello fingiendo que me abraza, pero es flojo, como todo lo que no sea sexo entre nosotros

—Si, abracé a Simón cuando me lo encontré en el camino—miento y asiente cuando se aparta—. Tengo que irme a casa en un rato, Isabelle está enferma y...

Las palabras se me cortan cuando uno de los jugadores del equipo contrario lo derriba y comienza a golpearlo.

¿Qué mierda?

Intento acercarme para quitárselo de encima cuando una de las porristas contrarias me tira del cabello con tal fuerza que mi cráneo arde.

De inmediato el equipo de seguridad de la universidad interviene, pero antes de que alguno de los hombres se acerque yo le volteo el rostro de un puñetazo a la chica y la tomo del cabello con toda la fuerza que tengo.

—Vuelve a tocarme y juro que te corto las manos—siseo antes de empujarla en dirección a Paul, quien la lleva en la dirección contraria a la mía

Miro a las gradas y una maldición se me escapa cuando veo que los fanáticos de ambos equipos se golpean y lanzan tragos.

—Vamos—saco a Laila del grupo y la tomo de la mano—. Te llevo a casa, el resto tiene escoltas que pueden sacarlas de ahí.

—No entiendo—jadea cuando dos porristas intentan acercarse y son detenidas por los de seguridad—. ¿Por qué tienen que ser tan malos perdedores?

—Porque son hombres y les herimos el ego, las chicas solo defienden a su equipo—la empujo debajo de las gradas para evitar todo el tumulto de gente que debe estar atascando los pasillos de la escuela

Las gradas tienen lo que llamamos "vía de escape" que es básicamente un túnel de acceso exclusivo que da al estacionamiento de la universidad.

—Anastasia—me llaman y volteo para ver a Christopher con Simón y Bratt siguiéndolo—. ¿Te hirieron?

Me aparta de Laila y me repasa de pies a cabezas mientras yo niego.

—No, pero tuve que darle un puñetazo a una de las porristas contrarias—lo sujeto del brazo cuando veo la cortada que tiene—. ¿A ti qué diablos te pasó?

—Un imbécil con una navaja que no sabía usar—saca la tarjeta y la pasa por el escáner de la puerta—. Vamos, salgamos de esta mierda porque ya llamaron a la policía.

—Diablos, no—ruedo los ojos y meto a Laila en el túnel, todos bajamos las escaleras ignorando los ruidos de gritos—. ¿Cómo se supone que llegaron ustedes aquí? ¿Cómo salieron de las gradas?

—Christopher y Bratt golpearon a unos cuantos—Patrick ríe comenzando a caminar junto a mi—. Eso es una gran mierda, creo que tu novio tendrá un buen moretón en el ojo mañana.

—Estará bien, no te preocupes por eso—me encojo de hombros

—¿Vas a la fiesta?—me pregunta Bratt y miro sobre mi hombro para mirarlo con diversión—. Unos cuantos golpes no deberían robarnos la diversión, solo digo.

—No, tengo que cuidar a mi hermana—le guiño un ojo—. Pero si se te ocurre otra diversión...

—Santo dios, tú no tienes remedio—Laila ríe y yo sonrío pasando mi brazo sobre sus hombros—. ¿No te cansas de tantos hombres buscándote?

—No—me encojo de hombros—. La vida es más fácil cuando no tienes que prestarle atención a esas cosas, créeme—beso su mejilla

Los sensores del final del túnel detectan nuestra presencia e inmediatamente las puertas se abren, permitiendo que la luz del estacionamiento llene los escalones que nos van a llevar arriba.

—Adelántense—la voz de Christopher ni siquiera es una petición, me toma del brazo para detenerme y yo le lanzo las llaves a Laila, asintiendo para que nos dejen solos

Las puertas vuelven a cerrarse cuando ellos salen y yo me volteo para ver a Christopher, que me aniquila con la mirada.

—¿De nuevo?—ruedo los ojos, apoyando mis manos en su abdomen—. Vamos, Christopher, no te ofendas. A mi no me importa que tengas una fila de mujeres, ¿qué tal si comienzas a aplicar lo mismo?

Rodea mi cuello con su mano y se inclina hacia mi, haciéndome sonreír y levantar mi rostro para rozar nuestros labios. Él suspira cerrando los ojos.

—Podrías al menos no coquetear con mis amigos—sisea y ruedo los ojos de nuevo

Es un maldito fastidio tener que soportar como se ponen los hombres después de un par de folladas. Actúan como si tuvieran todo derecho sobre nosotras.

—No me hagas tener que alejarme, Christopher, que ya tengo suficientes hombres que quieren mandar sobre mi vida como para agregarle uno más a la lista—dejo un casto beso en sus labios y él me empuja contra la pared

—Mis amigos no, Anastasia.

¿Y este imbécil quien diablos se cree para decirme con quien si y con quien no?

—Tú a mi no me vas a decir a quién puedo follarme—lo empujo lejos de mi, sintiéndome repentinamente disgustada con su cercanía—. Vete a la mierda, Christopher, tú y yo no somos nada como para que me andes poniendo límites.

Frunce el ceño, sorprendido por la forma tan cortante en la que hablo, pero yo me mantengo firme mirándolo a los ojos.

»Si vas a seguir com tu teatro de mierda entonces ve buscando una nueva tutora y otra a la que follarte, porque eso conmigo no va—aclaro antes de subir las escaleras, sintiendo que la molestia comienza a crecer en mi estómago

Imbécil.

Give Me Everything [Christopher Morgan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora