—Entonces es cierto—padre entra a la cocina y todos nos tensamos.
Ian me esconde tras su espalda, Omar hace lo mismo con Isabelle y yo extiendo mi mano al arma que reposa en la cinturilla de mi hermano.
»Te ves mal, hijo—ríe secamente, pero mi hermano no le responde—. ¿Te fue bien en Afganistán? Escuché que las cosas son duras ahí.
—Me fue maravillosamente, hice muchos amigos y perfeccioné mis métodos de asesinato—la sonrisa de mi hermano es burlesca, la expresión de mi padre se vuelve dura
—Cuida tus palabras, muchacho, que sigo pudiendo educarte de la forma adecuada—amenaza antes de fijar sus ojos en mi—. Y tú. Acto heroico el que hiciste, ahora brillas bajo los ojos del ministro y su hijo.
—Creí que me habías pedido que mantuviera complacido al capitán Morgan—hablo—. Casi muero por él, ¿te parece que lo mantiene suficientemente complacido?
Aprieta la mandíbula y da un par de pasos hacia mi, pero Ian y Omar dan pasos al frente alertas, dispuestos a golpearlo de ser necesario, y eso hace que mi padre apriete sus manos en puños.
Sus hombres lo escudan, pero ninguno de ellos va arriesgarse a pelear contra mi hermano sabiendo que tiene un entrenamiento de élite.
—A ustedes se les olvida quien tiene el poder aquí—masculla—. Yo soy su padre, yo tengo las de ganar, que no se les olvide.
—Vete—le exige mi hermano—. No tienes nada que hacer aquí, nosotros estamos conscientes de tu mierda y nos alegraría no tener que presenciarla ahora. ¿O deseas que el General y el Ministro que vienen en camino presencien tu abuso? Dudo que eso ayude a tu imagen.
El rostro de mi padre no cambia, sigue luciendo enfadado; y si tiene miedo a la presencia del ministro, no lo dice.
—Tú y yo tenemos cosas que hablar—le dice a mi hermano antes de darse la vuelta y salir de la cocina.
Suelto un suspiro y recuesto mi frente en la espalda de mi hermano, sintiendo que las heridas duelen ante lo tensa que me encuentro.
—Ven, siéntate—Ian me obliga a tomar asiento antes de servirme un vaso de agua—. Omar, ve por los analgésicos antes de que su dolor empeore.
—Quiero irme de aquí, estoy cansada de esta mierda—niego, escondiendo mi rostro entre mis manos, escuchando mi corazón martillear en mis oídos—. Necesito irme. Quiero irme. Yo...
—Hey, está bien—Ian toma mi rostro entre sus manos, mis ojos se llenan de lágrimas—. Vamos a irnos, solo dos días más, ¿bien? Dos días, puedes aguantar un poco más, Stacy.
Respiro profundo, llevo el vaso de agua a mis labios y tomo un largo trago en el que agradezco que el frío me de un poco de tranquilidad.
—Hay... algo que deben saber—recibo el analgésico y me lo tomo, casi tragando con fuerza por las palabras que suelto después—. Isabelle y tú no son hijos de nuestro padre. Solo yo soy su hija.
Ian frunce el ceño.
Nuestro plan era plantear la demanda en dos días, los abogados harían los trámites para que nos permitieran salir del país mientras comenzaba el proceso judicial, pero hay una forma más fácil de proceder.
—¿De qué hablas?—Isabelle traga grueso—. ¿Qué quieres decir con eso? ¿Cómo es posible si Ian me lleva ocho años?
—Mamá tuvo una aventura con el mismo hombre dos veces—me lamo los labios, sintiendo el nerviosismo recorrer mi cuerpo—. Sin embargo, su padre no es el hombre por el que ella nos dejó.
—¿Y entonces?—cuestiona mi hermano—. ¿Cómo sabes esto? ¿Sabes quienes son los hombres? ¿Qué diablos, Anastasia?
—Me enteré hace poco—aclaro—. Ustedes no se parecen a su padre, pero si a la hija de este. La familia del hombre es Londinense, así que por eso sus ojos azules—los señalo a ambos
—Buenas tardes—el General y el ministro entran a la cocina y los ojos de Gauna de inmediato se fijan en Ian, que me sigue interrogando con la mirada
—El hombre por el que nuestra madre nos dejó es Thomas Morgan—suelto—. Sin embargo, su padre...
—Yo soy su padre—habla Gauna, apoyando su mano en mi hombro.
Isabelle parpadea, sus ojos se llenan de lágrimas y los de mi hermano se llenan de rabia, de confusión y conmoción.
Mientras yo heredé un poco de los ojos de mi abuelo materno, mis hermanos heredaron los ojos de su abuela paterna. Y Gauna... bueno, era pelinegro.
»Anastasia fue conmigo hace un par de días y me comentó sobre su madre—explica Gauna—, dijo recordar discusiones de sus padres mientras su madre estaba embarazada de Isabelle. Por primera vez dudé, porque yo me involucré con su madre pero ella nunca dijo nada sobre haber quedado embarazada.
»Estuve con su madre dos veces—suspira—. Hace veintiséis años, y hace dieciocho. Solo dos veces en toda mi vida porque después de la segunda vez ella se enamoró de otro hombre. Thomas. Y él la manipuló, la alejó de muchos amigos y... nunca más la vi.
—No—Ian niega—. Mi madre jamás le habría sido infiel a nuestro padre, lo amaba. ¡Nosotros nos parecemos a papá!
—Pero se parecen más a mi madre, Isabelle sobretodo—Gauna deja una carpeta en la barra y mi hermana la toma rápidamente, jadeando cuando ve las mismas fotos que vi al hablar con Gauna
Fotos de ellos juntos en viajes en los que ella se escapaba de papá, fotos de la hija menor de Gauna que se parece mucho a Isabelle e Ian, y fotos de sus padres junto a él cuando era joven.
Es obvio el parecido. Es más que obvio.
—Por eso siempre te presume a ti—Isabelle me mira—. Por eso era más reacio a golpearte, por eso te deja protegerme. Porque por muy abusador, eres su sangre y nosotros no.
Trago grueso.
—Si, pueden sentirse felices de que su padre no es un abusador—aparto la mano de Gauna y salgo de la cocina, sintiendo mi celular vibrar en mi bolsillo
Contengo las lágrimas mientras lo saco del bolsillo y la saliva se me vuelve ácida cuando veo el nombre de Christopher en la pantalla.
No necesito esto ahora, joder. No necesito su presión que solo me estresa mucho más y me hace querer gritar.
No me olvido de lo que me dijo, no me olvido que usó su carta ganadora. Porque si, lo odio por creerse con el derecho de saber tanto, pero también porque es la primera persona que logra sacarme de mis casillas, que me empuja al borde del abismo solo dejándome entre lanzarme al vacío o a sus brazos.
Y no quiero que sus brazos se sientan mejor que el vacío, no quiero esa vulnerabilidad, no quiero... no la necesito.
Sin embargo, eso no quita que mi corazón se acelere por su nombre. No quita que sus palabras en el hospital hayan sido la llave que abrió la caja de pandora que son mis sentimientos.
Porque ahora es demasiado, ahora me cuesta contener las lágrimas, el enojo, me cuesta no sentir la necesidad de ceder ante él, me cuesta no pensar en él y en los escasos momentos en los que lo pasamos bien.
Lo haríamos mejor si ambos no estuviéramos decididos a enfrentarnos tanto.
A pesar de todo, me obligo a ignorar la llamada. «No necesito todo lo que él trae en este momento. Solo necesito algo... alguien en quien apoyarme por una vez»
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Give Me Everything [Christopher Morgan]
FanfictionNo me interesan las relaciones sin compromiso. A él no le gusta comprometerse. Cuando a ambos nos toca trabajar juntos, el deseo comienza a acercarnos y ninguno se molesta en pararnos a pensar. Pero cuando mis sentimientos se hacen presentes, le pi...