Cap 48

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—Con cuidado—le reprocho a Christopher cuando entro en el vestidor y él resopla molesto.

Dos días han pasado. Ya salió del hospital y por ahora estamos quedándonos en un hotel. Su hombro... bueno, está bien, pero tiene que cuidarlo porque los movimientos bruscos le hacen doler los músculos.

Al menos el resto de su cuerpo no tiene ninguna consecuencia del veneno. El cerebro tampoco «Gracias a dios por eso»

Ahora se supone que estamos preparándonos para una cena en un restaurante porque cuando Regina Morgan aterrizó y fue al hospital yo tuve que ir con Alex a la central para dar informe sobre los protocolos de seguridad de mi padre y contribuir a la misión.

Así que hoy es el día en el que la conoceré.

—Estoy harto de que me duela y no poder...—fija sus ojos en mi y calla.

Ruedo los ojos cuando me recorre con la mirada, repasando el vestido vino de tirantes que se ajusta a mi cuerpo, con un escote en forma de corazón y cayendo con una abertura en una de las piernas. Aretes y collar de oro acompañan como joyería y finalmente el anillo de oro que reposa en mi dedo medio.

—¿Te gusta?—doy una vuelta para mostrarle la espalda descubierta y sonrío cuando lo escucho suspirar

Pronto siento sus manos deslizarse por mi cintura y un beso es dejado en la curva de mi cuello mientras ambos nos miramos en el espejo del vestidor.

—Te ves gloriosa—desliza sus manos a mi trasero y me da una nalgada que me hace reír—. No estaremos mucho tiempo, necesito follarte con esto puesto—tira suavemente de la tela y me lamo los labios cuando el inicio de la abertura del vestido muestra un liguero negro. Christopher gime—. Quizás deberíamos quedarnos.

—Quizás podríamos ir y cuando regresemos ser recompensado por esa paciencia tan grande—me doy la vuelta y rodeo su cuello con mis brazos mientras me inclino a besar su mandíbula—. Imagina lo mojada que voy a estar toda la noche ansiando el momento en que volvamos al hotel y pueda montarte.

Gime, tomando mi labio inferior entre sus dientes suavemente mientras sus manos en mi trasero me empujan contra su erección.

—¿Vas a montarme, nena?—mete una de sus manos dentro del vestido y juega con el liguero—. Me fascina verte montándome, desesperada y cegada por mi polla.

Joder. Sé que mis pezones están duros, pero también siento como la humedad empapa mis bragas y no me contengo cuando uno nuestros labios en un beso.

Una de mis manos baja por su pecho y acaricio su polla sobre los pantalones tragándome su gruñido con mis labios, dejándolo acariciar mi lengua con vehemencia y reclamo por no poder follarme ahora mismo.

Es increíble como este hombre me alborota las hormonas, me hace querer perderme en sus labios y en sus brazos día tras día sin mucho apuro por regresar a la rutina.

—Dilo—exige cuando me separo y río acomodando el cuello se su camisa

—Lo amo, capitán—dejo un casto beso en sus labios—. ¿Me dejas ayudarte con el saco o quieres seguir luchando?

—¿Muy complacida de tener que cuidarme?—gruñe, pero sonrío porque sé a la perfección que se ha estado aprovechando de que estos días su cuerpo ha estado adolorido.

Me ha hecho bañarlo, y lo hice con gusto; le he dado de comer e incluso lo he ayudado a vestirse, lo que el noventa por ciento de las veces termina en nosotros follando en este vestidor como un par de adolescentes hormonales para después ayudarlo a ducharse de nuevo y esta vez si vestirse. «Bueno, a veces tenemos que ducharnos una tercera vez. Pero son cosas que pasan»

Give Me Everything [Christopher Morgan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora