❝ Capitulo Diecisiete ❞

2.1K 345 58
                                    

La tía Yurim se inclinó hacia él.

—¿Voy a suponer que no tienes una considerable experiencia para la compra de la vestimenta formal para un baile?

Yoongi rascó su cuello.

—¿Qué me delató?

Se sentaron en dos sillas estrechas en medio del taller de una modista de Inverness, esperando a que Jimin hiciera su elección de un traje de noche. La mera cantidad de encaje y plumas en el establecimiento le hacían sentir picazón.

—¿Tampoco mucha experiencia asistiendo a bailes? —preguntó.

—Ninguna.

—Debes estar tan ansioso. No pude comer durante semanas antes de mi primera presentación.

Si él no había estado ansioso aún, ahora iba a ponerse ansioso.

Gracias, tía Yurim. Muy agradecido.

»Mientras que estamos esperando, te daré un pequeño consejo. —Se impulsó sobre sus pies y lo pinchó en el codo—. Vamos. Levántate.

»Ahora —comenzó ella—, cuando eres presentado a alguien, la persona de rango social más bajo es presentada al superior.

—No necesito memorizar nada de los rangos sociales —dijo—. Voy a estar al final de ese intercambio todo el tiempo.

No podía imaginar que pudiera haber allí alguien de rango más bajo presente en la residencia del conde. Incluso en un humilde baile, de los Highlands, Yoongi siempre había sido el más bajo de los bajos, un escalón por encima de los animales. Algunas veces había sido alimentado después de los perros.

—Indistintamente, entonces te inclinarás. No necesitas inclinarte profundamente por la cintura. Eso es para criados aduladores. Pero algo más que un asentimiento cumple con lo estipulado por la aristocracia. Piensa en una bisagra entre tus omóplatos e inclínate hacia adelante desde ahí. Eso debería bastar.

Yoongi obedeció lo mejor que pudo, sintiéndose más bien como una marioneta.

»Ahora besa mi mano.

Él llevó su mano hacia sus labios y besó la parte superior de sus dedos.

»Esa parte no es estrictamente necesaria. —Sus ojos brillaron—. Eso fue en su mayor parte para mí.

No pudo evitar sonreír un poquito. No sabía de dónde Jimin había heredado su naturaleza tímida, pero ciertamente no había sido del lado de su tía.

»Ahora para el baile —dijo ella.

—No vamos a bailar.

—La mayoría de los pasos no son difíciles. Espera por una contradanza y observa a los caballeros próximos a ti. O, si te estás sintiendo aventurero, podrías intentar el vals.

Yoongi negó con la cabeza.

—Jimin me dijo que no querrá bailar en absoluto.

—Tal vez él no lo hará. Pero yo sí. Han pasado años desde que bailé la gavota con el Conde de Montclair. ¿Me complaces?

Él dirigió una melancólica mirada hacia las pesadas cortinas que resguardaban el vestidor, deseando que se abrieran y le dieran una excusa para rehusarse.

No tuvo suerte.

Así que le permitió a la tía Yurim posicionar sus brazos impecablemente y que le enseñara el paso de esta manera, luego de aquella. Uno-dos-tres, uno-dos-tres. No recordaría nada de eso más tarde, pero si eso hacía feliz a una anciana, suponía que no podía oponerse.

»Nada mal —dijo ella—. Nada mal en absoluto.

Yoongi se inclinó y besó sus dedos otra vez.

—Como ves, nunca tuve hijos. Ese es el por qué Jiminie es tan valioso para mí. He pensado en él como propio. Cuidándolo lo mejor que pude como una madre. ¿Te das cuenta de lo que eso significa, Yoongi?

Mo chridhe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora